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Brrrrr... Leer las páginas que publicó EL DIARIO VASCO hace setenta años produce tiritona: «Ola de frío en toda España. En Sabiñánigo se registró una ... temperatura de 31 grados bajo 0. Esta madrugada, en San Sebastián, los termómetros señalaban 4 bajo cero».
Fue una verdadera ola polar, en la que se congelaron el estanque de la plaza de Gipuzkoa, parte del río Urumea y hasta de la bahía de la Concha.
«La verdad es que no sé si tengo frío o si no tengo nariz»,, bromeaba Ángel Azcona, entonces cronista de sociedad de nuestro diario.
Los jugadores de la Real Sociedad, que la víspera habían jugado en Jaén con dos grados bajo cero (empataron a un gol), tuvieron que pasar noche en Madrid. Al día siguiente, con Somosierra nevado y hielo en algunas carreteras, tardarían catorce horas en cubrir el trayecto Madrid-Donostia en autocar.
1954
Una ola de frío dejó los termómetros bajo cero e hizo que se congelase hasta el agua de los garbanzos a remojo. «Calculen ustedes si hará frío que el Urumea está helado y hasta el mediodía se pudo patinar sobre la bahía de La Concha»
La ola de frío hizo que los donostiarras que pudieron se quedasen en casita. Lo escribían en la sección 'Sirimiri' aquel 2 de febrero de 1954: «Poca gente en la calle. Sólo la que por obligación se veía forzada a salir, pues por capricho no apetecía. Cada persona que pasaba iba echando humo por la boca y las narices».
El anónimo cronista subió a un trolebús, con asientos libres, y contaba lo que escuchó a dos señoras: «Una contaba que por la noche había dejado en la fresquera los garbanzos en remojo y que a la mañana, al ir a poner el cocido al fuego se encontró con que el agua se había helado y uno, oyéndolo, pensaba en que este helado de garbanzos no lo sirven todavía en ninguna de esas cafeterías».
No sabemos con exactitud cuál fue la temperatura mínima. El titular de primera indicaba que en nuestra ciudad se habían alcanzado los cuatro grados bajo cero pero en una información se aseguraba que a las nueve de la mañana los termómetros marcaban -6. Y en un texto costumbrista de DV daban otras temperaturas más...
«Ya desde el calorcillo de la cama oímos que la lechera la decía a la 'echecoandre' que al venir del caserío estaba a ocho bajo cero, y nos arrebujamos más entre las mantas. Luego vino el carbonero, que informó a la familia que acababa de ver el termómetro a cinco. Metimos la cabeza bajo la almohada. Después, cada uno que iba llegando a casa daba la temperatura. Optamos por no levantarnos hasta la hora del rancho. Pero llegó el momento de acudir al tajo y no hubo más remedio que sentirse miembro de la expedición al Polo. Quisimos comprobar la temperatura: uno, dos bajo cero, cero, respectivamente. Total, ¿qué más da? Hace un frío que pela y basta... ¡y sobra!».
La ola de frío, y sus inconvenientes y ventajas, continuaron algunos días. En el DV del 3 de febrero del 54 podía leerse...
«Calculen ustedes si hará frío que ayer por la mañana el Urumea estaba helado y hasta el mediodía se pudo patinar sobre la bahía de la Concha hasta más allá de la barra. Algunos esquiadores hicieron también este recorrido. La ciaboga resultó especialmente espectacular, registrándose varias costaladas. Andando con tiento se llegaba a la isla de Santa Clara. Más difícil resultaba andar por el embaldosado de las aceras en las calles donostiarras; por eso muchos optaban por la calzada».
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