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La calle de la memoria
1956 | Cómo comer bien y baratoMás de trescientos destacados profesionales permanecían en San Sebastián, en junio del año 1956, para asistir a la II Reunión de Bromatólogos Españoles, donde se ... trató todo aquello que tuviera relación con la alimentación. Carnes, huevos, leches, pescados, mariscos, aceites, azúcares, aguas... fueron desfilando por las distintas ponencias presentadas, habiendo unanimidad en considerar que «el agua del grifo de San Sebastián es una de las mejores».
Viene, a cuento de esta opinión, recordar lo ocurrido en el Urgull, allá por 1921, cuando se celebraba un almuerzo oficial para celebrar, precisamente, la compra del monte por parte del Ayuntamiento. Acudió a aquel almuerzo José Sánchez Guerra, Presidente del Consejo de Ministros, y al degustar el menú preparado al efecto, «entre vistosas botellas con elegantes etiquetas orladas con el escudo de San Sebastián», se dirigió al alcalde, Pedro Zaragüeta, diciéndole que le agradecería enviara a su domicilio particular varias botellas del agua que estaban bebiendo, «porque la consideraba verdaderamente sensacional». La respuesta no se hizo esperar: «No es preciso hacer el envío, señor Presidente, le bastará con abrir el chorro de la fuente de su casa, pues se trata del agua que corre por todas las casas de San Sebastián: es agua de Artikutza».
Contada la anécdota, tal día como el de hoy, 19 de junio, aquellos ilustres profesionales ilustraban a los lectores de la prensa local sobre las mejores condiciones para una comida sana y nutritiva. «Un menú ideal, con 3.000 calorías, dijeron, puede salir por 8,20 pesetas diarias» o, lo que es lo mismo, (decimos nosotros) cinco céntimos de los actuales euros.
El estudio se realizó en hogares madrileños pero, con algunas oscilaciones, se daba por válido para otras ciudades. Cada ama de casa, día a día, tenía que rellenar un cuestionario que lo entregaba semanalmente, indicando número de personas, ocupación laboral, etc. Se trataba de, por poco dinero, lograr las calorías, proteínas, vitaminas y sales minerales necesarias.
Sería un buen desayuno pan con aceite y, dos días a la semana leche con pan y azúcar. Una buena comida podía ser sopa o cocido, conteniendo 50 gramos de carne, 20 de tocino, 100 de garbanzos, 250 de patatas y 25 de fideos y verdura. Para postre siempre una pieza de fruta.
La palometa, la boga o el chicharro podían formar parte del menú para la cena, pudiéndose variar por bacalao, ya fuera con arroz ya con patatas. Si alguna noche se reducían estos contenidos, «habría derecho» a un postre en forma de higos o carne de membrillo. Durante el día se contemplaba el consumo de 400 gramos de pan.
Para las familias «con posibles» se estudiaron mejores menús a 12,90, el desayuno, en este caso, contaba todos los días con leche azúcar y pan, así como 20 gramos de mantequilla y en las comidas se podía añadir un segundo plato, pero reduciendo el pan a 300 gramos.
En la entrevista con la doctora García Olmedo y el doctor Gregorio Varela, se hacía hincapié en conocer la situación de las personas que vivían en la casa, porque se había tenido en cuenta «lo que puede comer de más el cabeza de familia, por lo general trabajador, en relación con la mujer o los niños».
Lo que más estaba costando, se decía, es convencer a la gente de que el pan con aceite es superior al café con leche; que la carne o pescado muy hechos pierden el 60% de su valor, y que «es mucho más nutritivo un bollo de pan que una langosta». También se podía «vivir de hotel», pero esa es otra historia.
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