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No se trataba de organizar las Olimpiadas, pero llevar adelante, a partir de hoy, 1 de agosto de 1957, la Feria del Mar trastocó por ... completo el puerto donostiarra, incluyendo la Alameda y Alderdi Eder.
Desde el portaviones, convertido en 'transatlántico', una pasarela lo ponía en comunicación con la calle Mari y a sus pies grandes reflectores iluminaban la feria comercial que ocupaba todo el espacio habido y por haber. Las luces de una fuente, colocada en la bocana del puerto, de la que salían 1.200 litros de agua por minuto, anunciaban que se entraba en la Feria, franqueado su haz luminoso por otros no menos efectivos que, a modo de señales marítimas, salían desde los falsos faros montados en Urgull, Náutico y Gobierno Militar, hoy Palacio Goikoa.
1957
Una pasarela unió la calle Mari con las cubiertas del «transatlántico» que surgió sobre el «portaviones»
Una ola de calor, con más de 40 grados, confirmaba la «pertinaz sequía», '¿Dónde vas Alfonso XII?' triunfaba en el Gran Kursaal y 'Créditos Paco' (que todo lo vende barato) ofrecía la gran novedad consistente en que el pago de los productos podía hacerse en cómodos plazos, «desde su establecimiento de Santa Catalina nº. 4». Mientras, aquel 1 de agosto, el vuelo de helicópteros haciendo exhibiciones de salvamento sobre la bahía eclipsaban a las sirenas de los barcos que anunciaban estaba a punto de inaugurarse la I Feria del Mar y Enrique Juaristi, comisario de la Feria, dijo en su discurso inaugural que en aquellos stands «podía encontrarse desde la estacha al motor, desde el anzuelo más sencillo hasta la escafandra autónoma de los modernos submarinistas, pasando por toda la gama de productos que fabricaba la industria marítimo-naval española, incluyendo espacios para el mar, la heráldica vasca y la historia del traje de baño desde hacía un siglo hasta la actualidad».
Inaugurada por Franco, miles de personas la visitaron hasta su clausura prevista el 31 de agosto pero efectiva el 10 de septiembre, así como las muchas exposiciones de pintura, fotografía y modelismo; conferencias y actos culturales diversos, sin que faltaran las danzas y las verbenas en Alderdi Eder, siendo estrellas de la zona comercial, acaparando la atención de los cronistas, Barreiros-Diesel, exhibiendo motores de su fabricación y camiones todo terreno, y Construcciones Unanue, de Zumaya, con sus Motores Diesel-Unanue.
Cuando se acabó la pompa, cuando todo quedó desmontado, la ciudad ganó un pequeño estanque en Alderdi Eder (se dijo en su momento: «donde los niños lanzarán sus barquitos durante generaciones»), presidido en su centro por una reproducción en piedra, a pequeña escala (70 kilos de peso), de la carabela Santa María, realizada y donada por el escultor Ignacio Pinazo, conservada actualmente en el Aquarium. La dársena comercial pasó definitivamente a ser ocupada por embarcaciones de recreo (146 fijas y 82 de paso) y aprovechando el cierre del puerto se construyó la caseta de información que, tras sucesivas reformas, todavía hoy conocemos.
Durante el acto de clausura se hizo entrega de los premios correspondientes a los distintos concursos y se entregaron medallas conmemorativas de agradecimiento a Manuel Rezola, José María Lasquibar, Vicente Zaragüeta y al arquitecto Jesús Valverde. Si la Feria se inauguró con las palabras: «En el nombre de Dios y de la Santísima Virgen, su Madre: ¡larguen!», pronunciadas por Mariano Ciriquian en el pregón de apertura, se clausuró con las de Enrique Juaristi diciendo: «En el nombre de Dios y de la Santísima Virgen, su Madre: ¡arrien las velas!».
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