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Aunque sea uno de nuestros rincones favoritos de lo que se llamó Área Romántica donostiarra, la plaza de Bilbao nunca tuvo demasiada suerte. Durante años ... fue más un cruce que una plaza bien definida. Tuvo unas palmeras que durante años estuvieron apochadas. Fue un espacio muerto ocupado por coches. Cuando en los años 70 se instaló su fuente, era tan sofisticada que dio problemas y estuvo cerrada o perdiendo agua durante años.
Hace 75 años, o sea, en 1959, los donostiarras eran conscientes de lo poco lucida que estaba la plaza, perdidas su docena de palmeras, con una farola rota en su centro y ocupada en gran parte por coches.
Año y medio antes, el 26 de febrero de 1958, Alfredo R. Antigüedad había sido claro en DV: «La plaza de Bilbao -no es para alabarla- es francamente fea. Tiene algo de no sé qué mal gusto. Y no somos nosotros los únicos que lo decimos, ya que en el juicio han coincidido la mayor parte de los indígenas y forasteros. Tan es así, que hace bastante tiempo ha estado latente en el Ayuntamiento el propósito de realizar una reforma fundamental que ha ido demorándose. Es un lugar céntrico, por donde pasan multitud de viajeros que utilizan el que seguimos llamando ferrocarril del Norte y que por ser una de las cosas donostiarras que primero han de ver, se ha pensado en arreglarla».
Tal día como hoy, el día 8 de octubre de 1959, nuestro diario publicó un comentario de elocuente título, basado en la carta de un lector: «¿Por qué no una fuente en la Plaza de Bilbao?». Sí, aunque no se instalaría hasta entrados los años 70, ya se lanzaba la idea de que una fuente podría estructurar y dar brillo a este rincón de la ciudad.
Aquel lector, de iniciales G.V.D., escribían, «nos habla de la Plaza de Bilbao, lugar importante que bien merece un toque para prestarle un interés estético. Un día, un camión derribó la farola. Y nos dice nuestro comunicante que no hace falta volver a instalar aquel mamotreto tan feo como poco práctico. Ahora se trata de dar algo más de vida a la Plaza de Bilbao, y para ello piden la instalación de una fuente».
Desde el diario daban su apoyo a aquella propuesta, que, en palabras de 1959, «una fuente tiene vida y poesía, atractivo y elegancia. Una fuente es un poema, canta el poeta. Pues bien, en San Sebastián carecemos de fuentes y consideramos que la Plaza de Bilbao es lugar apropiado para ellos, por estética y por evitar que se vaya a instalar aquella mole de farola derribada un día».
La fuente soñada, apuntaban, «sería un detalle agradable para los viajeros que entran en nuestra ciudad por la estación del Norte. Y hasta podría ser iluminada al estilo de la del Banco Guipuzcoano». Habría que esperar mucho tiempo hasta que aquella idea publicada por primera vez hace 75 años en DV se hiciera realidad.
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