
La calle de la memoria
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La calle de la memoria
1963 | «El domingo de un 'cashero' en Donosti»Antaño DV tenía una sección, 'El campo', firmada por el seudónimo de Garoa, que ofrecía una crónica sobre temas del interés de los baserritarras.
Un ... día, el 22 de septiembre de 1963, Garoa se salió de sus temas habituales y recogió el ambiente de San Sebastián durante las Fiestas Euskaras (actuales Euskal Jaiak) desde el punto de vista de un baserritarra visitante en la capital, que era el propio cronista. Utilizó el titular que hemos querido retomar hoy: «El domingo de un 'cashero' en Donosti». Igual que, sesenta años más tarde, recuperamos los principales pasajes de aquel curioso artículo...
Acudió de víspera para disfrutar del «magnífico domingo» y con sus acompañantes «decidimos sentarnos un poco en una de tantas terrazas de que disponen los bares, antes de marchar al cine (...). El anochecer era estupendo en cuanto a temperatura, y como tampoco llovía (?), el encontrarse allí resultaba muy agradable. Además acostumbran a servir muy bien... aunque siguen igual tónica a la hora de cobrar».
1963
El baserritarra Garoa vino a pasar unfin de semana aSan Sebastián. Le parecieron caraslas consumiciones en las terrazas ylas entradas delcine. También le sorprendió que enla multitudinaria sokamuturra «había muchas chicas»
«Nos extrañó tanto la cuantía» que lo comentó con el camarero. «Cambiamos impresiones con el buen hombre, pues de verdad que el mismo era amable, y así pudimos enterarnos de que las consumiciones en la terraza habían sufrido este año subida de una peseta en relación a la tarifa que regía el pasado... aun cuando en ésta se han suprimido los impuestos municipales».
Después fueron al cine, el Victoria Eugenia por como lo describía, que también se le hizo caro al 'cashero'...
«Había mucha gente y dentro todo era muy bonito y cómodo... aunque antes, en la cola para sacar las entradas, presenciamos diversos detalles que no nos gustaron tanto: primero, el mucho tiempo que fue preciso esperar, y no por culpa de la taquillera, que era muy amable, sino por los muchos que éramos a entrar; luego, el poco respeto de unos para con otros, pues a pesar de que éramos tantos los que estábamos en fila, hubo quienes con el mayor descaro se acercaban a algún conocido y le encargaban un número determinado de localidades (...), y, por último, el precio de las entradas, ¿no resultan caras?».
Ya propiamente el domingo, «nos despertó el griterío de la juventud, que corría justamente debajo de donde nos alojábamos; había 'sokamuturra'. No os podéis hacer idea la de cientos que había allí». Le sorprendió el detalle de que «había, entre todos, muchas chicas; se ve que también a ellas les gusta participar en el bonito espectáculo».
«Estuvimos primeramente a cumplir con Dios y a ofrecer el día, y luego de desayunar nos acercamos a la Plaza de la Trinidad. ¡Qué concurrido estaba el recinto!». «Fue un día completo», que tras el arrastre de piedra vivió las regatas, por la tarde vio a la Real Sociedad en Atocha y después aún regresó a la plaza de la Trinidad.
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