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Hablando de la renovación del mercado San Martín, tal día como el 13 de julio de 1965, el mismo mercado fue noticia porque «ayer, día ... 12», se inauguró una sección para la que el público todavía no estaba acostumbrado: venta de productos congelados. La novedad hizo que al acto acudiera desde el gobernador civil, Manuel Valencia Remón, hasta el obispo, Lorenzo Bereciartúa, pasando por una larga serie de autoridades.
Se trataba de una instalación piloto porque «estas cosas de los congelados… como que no». La instalación fue montada por el Ayuntamiento donostiarra y la Delegación Provincial de Abastecimientos y ofrecería, básicamente, pescados, mariscos, carnes y legumbres.
Hablar de congelados en las cocinas de cualquier sociedad gastronómica no merecía grandes elogios, con el permanente alardeo del producto fresco recién pescado o traído de la huerta, pero…
1965
Inaugurados en el mercado San Martín los primeros puestos de pescados, mariscos, carnes y legumbres congelados
Séame permitido en este punto un pequeño comentario anecdótico sobre «los menús de toda la vida», que han privado y privan en casi todas las sociedades. No hace mucho tiempo en Kañoyetan, con motivo de mi cumpleaños, me ofrecieron una comida no a su gusto sino al mío: es decir, algas y otros diversos productos «raros» asiáticos. Educados todos, no me sacaron cantares pero todavía me recuerdan sus estómagos, no adaptados a semejantes exquisiteces.
Pero vayamos al grano y a la comida fresca, o no. Los tiempos avanzaban que no eran una sino dos barbaridades y la adaptación, aunque más tarde se supo que un buen congelado no alteraba las propiedades, venía dada más por el precio que por la calidad, siendo así que el propio Ayuntamiento reconocía que su introducción correspondía a una campaña para la contención de los precios.
Las autoridades aseguraban que los productos, «que hoy 13 de julio se ponen a la venta en los stands de Congelados de Naves Industriales, son de calidad garantizada y precio asequible», por lo que tendrían una buena acogida por parte de todas las amas de casa.
Todo dependería, explicó el alcalde José Manuel Elósegui, de cómo reaccionaran las señoras ante un producto todavía no popularizado, «porque de esta buena o mala acogida dependerá, como es el propósito del Ayuntamiento, extender similares instalaciones en los demás mercados».
Bendecido el puesto, Vicente Casla, secretario técnico de la Delegación de Abastecimiento, junto a otras diversas excelentísimas y reverendísimas autoridades asistentes al acto, glosaron las virtudes del congelado al que vaticinaron provechoso porvenir.
La publicidad era clara: «N.I.S.A. Congelados, con depósito central en Aduna. Por primera vez en Guipúzcoa, presenta sus alimentos congelados plenos de sabor. Para quienes tuvieran dudas, quisieran hacer pedidos o conocer mejor los productos, teléfono 11.492».
Concluyamos el comentario con algunas referencias sobre el origen de los productos congelados, publicadas con motivo de la inauguración que nos ocupa: el primer refrigerador artificial lo construyó el escocés William Cullen, en 1748. En 1842 comenzaron a congelarse los alimentos comercialmente. En 1922 Clarence Birdseye pudo demostrar que cuanto más rápido se producía el proceso de congelación del alimento fresco, mejor conservaba su sabor y textura. Los congelados (vegetales) llegaron a España en 1958 a través de la empresa Alimentos Congelados S.A. de Marcilla (Navarra), y siete años más tarde a San Martín.
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