
La calle de la memoria
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La calle de la memoria
1967 | Nuevas normas para la ciudadSiendo alcalde José Manuel Elósegui, hoy, jueves, 15 de junio de 1967, fue la fecha establecida para recordar algunas ordenanzas municipales vigentes y poner en ... marcha otras nuevas, anunciadas en pro de la buena ordenación del tráfico en la ciudad: «la zona azul».
No han faltado alcaldes declarando que si hay ciudades sucias es porque hay personas que las ensucian, y una forma de evitarlo ya quedaba recogido en el Bando cursado al efecto: «se prohíbe totalmente ensuciar la vía pública y ejercer todo aquello que sea contrario a la higiene», siendo necesario ajustar el régimen de Tasas para una eficaz recogida de basuras, con horarios especiales para los comercios.
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Para mantener una ciudad moderna era necesario que el vecindario colaborara con principios básicos de urbanidad
Se trataba de conseguir una ciudad cómoda y agradable para el peatón, evitando obstáculos en las aceras, por lo que «se prohíbe destinar terrenos de dominio particular para almacenamiento, cuando atente a la estética o constituya impedimento o peligro para los paseantes, así como acampar en espacios públicos o privados».
Al recordado Paco Apaolaza no le alcanzó el tiempo para escribir un libro sobre algo que decía gustarle y le llamaba la atención: el olor que despedían las calles donostiarras.
El Bando que nos ocupa también tenía en cuenta esta circunstancia, prohibiéndose «producir humos u olores, así como gases, que causen molestias al vecindario», y al aroma agradable que se pretendía se añadía una acústica que no produjera trastornos, quedando prohibido «instalar altavoces sin autorización o aparatos de televisión que den al exterior». A los vehículos se vetaba el usar señales sonoras como cláxones o bocinas y llevar elementos técnicos que produjeran ruido.
Como puede comprobarse, se abarcaban muchos temas y, entre ellos, «la conservación de los patios interiores cuyo mantenimiento corresponderá a los propietarios», aunque algunas disposiciones posteriores permitieron levantar en ellos «pequeños chamizos y huertas que, en ocasiones, quedaron abandonados como basureros».
Tras la denuncia a una fachada o edificio, «por falta de pintura y adecentamiento», se dispondría de un plazo de tres meses antes de imponerle sanción, incluyéndose la prohibición de colgar ropa en los balcones o ventanas y, como el Ayuntamiento era consciente de que en calles céntricas como el Paseo Colón, la Alameda y otras había edificios en lamentable estado de conservación, aprobó un presupuesto de 600.000 para ayudar al costo de las obras.
«Todos los locales comerciales y bajos en general de las casas deberán estar iluminados con intensidad proporcional a la zona en la que estén ubicados» y, siempre que el ornato «se considerara de interés para la ciudad», contaría con subvención municipal.
Escribieron los cronistas que aunque las medidas parecieran draconianas, eran necesarias «si se quería una ciudad que mantuviera un moderno nivel de modernidad», y cada persona debía poner su granito de arena, no solo económico sino también de urbanidad, para conseguirlo.
Como se comenta al principio, a partir de hoy, comenzaba a funcionar la «zona azul», limitada por la Alameda, Hernani, Andía, Miramar, Urbieta, San Martín (no incluida), Vergara, Echaide y Oquendo. Para aparcar era necesario adquirir «el disco de control-horario» en el que «se fijará el momento de la llegada y salida». Se podría aparcar en batería en algunos paseos, anulándose todas las reservas particulares de aparcamiento.
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