
La vida está llena de vaivenes. Si hoy en día el debate está en si en Donostia hay demasiados hoteles, y acaso demasiados turistas, hace ... 45 años la preocupación era justamente la contraria.
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En la última página de EL DIARIO VASCO del 2 de octubre de 1969, Armendáriz hacía un repaso a lo que había sido la temporada veraniega. En ese contexto, lanzaba una señal de alarma por la «crisis de hoteles». Crisis porque mientras en el conjunto de España había aumentado el número de hoteles, en San Sebastián estaba ocurriendo lo contrario...
«En nuestra ciudad había en 1935 el apreciable número de 45 establecimientos hoteleros, capaces para 3.953 camas. En 1969 ese número de hoteles se ha reducido a 30 establecimientos capaces para 3.288 camas. En resumen, 15 establecimientos y 665 camas menos».
Ahora, en 2024, tenemos en la ciudad 179 hoteles con 8.559 plazas (y si les sumamos alojamientos turísticos se llegan a las 18.000 camas). En 1969 la situación era otra. Se buscaban explicaciones...
«¿A qué es debido este descenso hotelero? Un brillante informe levantado al respecto por el Centro de Atracción y Turismo señala que 'la desaparición de hoteles se ha producido por la enorme capitalización de los solares en que estaban enclavados. Siendo empresas de rentabilidad baja, los inmuebles han sido adquiridos para su derribo y posterior edificación de viviendas (...)'».
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1969 Otros tiempos
Entre los años 1935 y 1969, en San Sebastián habían cerrado sus puertas quince hoteles y se había reducido su oferta a 665 camas. «¿A qué es debido este descenso hotelero?», se preguntaban con preocupación
Entonces se detectaba también otro fenómeno, el descenso en los hoteles más asequibles para los clientes. La mayoría de los que habían cerrado sus puertas, se decía, pertenecían a «la categoría intermedia (primera B, segunda y tercera)».
«En San Sebastián sólo se ofrecen 1.060 plazas de hoteles de primera B, segunda y tercera», que eran los que interesaban «a los ingleses y a muchos españoles que sin tener grandes recursos también gustan del veraneo en San Sebastián».
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El artículo del 2 de octubre de 1969 al que hacemos referencia constataba otro fenómeno que durante años dio que hablar, el acortamiento de la temporada veraniega. Se habían terminado aquellos largos veraneos en los que había bastantes visitantes en junio y septiembre. La temporada se reducía a julio y agosto, con estancias cada vez más cortas. «Hemos trabajado como nunca, pero sólo en julio y agosto», comentaba un responsable hotelero. Y se preguntaban en el diario...
«¿Qué pasa? ¿Se reduce el verano en San Sebastián? Quien disfrute del tiempo que depara junio y septiembre sabe que no nos referimos al verano climático sino al verano 'temporada'. Y parece que sí, que se reduce. San Sebastián está puesto en los proyectos de veraneantes y turistas para disfrute de julio y agosto. Se trata, por lo visto, de intensificar sol y diversiones en dos meses en que abundan ambas».
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