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1969 | Los turistas ingleses, «como cangrejos»El de ayer fue otro día batido por el viento sur. El termómetro pasó en determinados puntos de los 30 grados, y apetecía la sombra, ... así como el enfrentarse con las olas del Cantábrico. Todo esto proporcionó una gran animación de bañistas en la Concha, principalmente, donde se advierten las primeras caravanas de turistas ingleses» (DV, 14 de mayo de 1969).
Pues sí, hace 55 años tocó en San Sebastián uno de esos días de, así lo definían entonces, «calor sofocante». Los hábitos han cambiado y la mayor información sobre los efectos de los rayos solares han hecho que se generalice el uso de cremas protectoras. Antaño la conciencia era menor, y aún había quien no se las ponía. Por ejemplo, cierto espécimen de turista extranjero, que se asociaba con la nacionalidad británica, que cambiaba rápidamente la piel blanca por la roja. Vamos, que no era raro comentar que en la playa había algún inglés, o inglesa, como «un cangrejo».
Escribían en mayo de 1969...
«Sobre la forma de tomar los baños de sol, con método y sin causar un perjuicio a la salud, el afán de tostarse en 24 horas y llevar al cuerpo a un indudable peligro, existe un abismo en la prudencia a observar. Y hasta una gran dosis de vanidad, que lleva a dejarse quemar por los rayos solares en cuestión de horas, las que sean, pero horas seguidas, sin reparar en el mal que uno se causa con este absurdo criterio».
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Exactamente «como cangrejos recién cocidos, padeciendo las quemaduras y las consabidas molestias que un exceso de sol sobre la piel causan». Así se veía en la Concha a algunos turistas ingleses, ignorantes de la necesaria protección solar
«Comentamos todo esto por la sencilla razón de que en la playa de la Concha es típico el presenciar la toma de sol, a turistas ingleses, por lo general sin medida alguna. Y es corriente verles, en especial a las mujeres, con el cuerpo como cangrejos recién cocidos, padeciendo las quemaduras y las consabidas molestias que un exceso de sol sobre la piel causan».
Añadían dramatismo a la estampa, al indicar que la excesiva exposición solar también podía acabar con «la provocación de un ataque cardíaco. Ayer, a una señora inglesa, hubo que sacarle de las aguas de la Concha, víctima de un ataque cardíaco. Había tomado el sol y fue en el agua donde sufrió la grave indisposición. Inmediatamente fue asistida, pero nada pudo hacerse en la Casa de Socorro de no ser certificar su defunción por un ataque cardíaco».
El tema fue gravísimo, desde luego, y tantos años después cuesta saber si aquel ataque cardíaco guardaba alguna relación con la exposición al sol o no. En todo caso, hizo que el diario recomendase observar «las normas de prudencia que los baños de sol, como todos los baños del mundo, exigen. Nunca ha pasado nada, se suele decir generalmente, pero un día ocurre y es fatal para el personaje y su familia afectada por una imprudencia, o un exceso de toma de sol o de permanencia en el agua. Todo tiene una medida y el ser ponderado reporta en todos los órdenes de la vida indudables ventajas y beneficios».
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