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En sus inicios, el barrio de Amara Berri tuvo algo de 'ciudad si ley', en lo urbanístico, en sus servicios y en la deficiente regulación de su tráfico. Los accidentes eran demasiado frecuentes, algo sobre lo que volvió a llamar la atención EL DIARIO VASCO ... en su edición del 1 de febrero de 1970...
«No sacamos a colación el tema por haberse registrado ayer un doloroso accidente en la Avenida de Sancho el Sabio, sino porque un día y otro, a cualquier hora de cada jornada, algunos vehículos interpretan que dicha vía de circulación es una auténtica pista». Una pista de carreras, se entiende.
«Está señalizado que no se puede circular a más de 50 kilómetros a la hora, y este límite resulta de patín, junto a la velocidad que algunos coches observan», señalaban 55 años atrás.
Ponían la diana de la responsabilidad de la situación en los conductores...
«El tránsito de peatones es enorme, y menos mal que existe un cierto temor incluso para cruzar las rayas amarillas, lo que impone cierta prudencia a los de a pie. Desde luego, tenemos que reconocer que es una auténtica vergüenza el criterio que observan algunos volantistas. Por el hecho de conducir un coche no interpretan como debieran las indicaciones de las rayas amarillas, lo que convierte en un auténtico peligro el cruzar Sancho el Sabio y la Avenida de Madrid».
La culpa era de los conductores acelerados, o volantistas, como les llamaban entonces. Pero también había una responsabilidad en las autoridades, que en las vías principales de Amara Nuevo no ejercían precisamente eso, la autoridad.
Afirmaban en 1970 que «se carece de una vigilancia que imponga en ciertos momentos un respeto y orden en la circulación, principalmente en las horas de entrada y salida de los colegios. Sería preciso ejercer un control en cuanto a las velocidades y respeto hacia las señalizaciones, que a todo corresponde por igual, al peatón y al conductor».
1970 Los accidentes de tráfico
eran frecuentes en las avenidas de Sancho el Sabio y Madrid. En el diario criticaban que los «volantistas» pisaban el acelerador y no respetaban la limitación de velocidad ni los pasos de cebra
«Pero, por lo visto, la condición de pista anima a pisar el acelerador, y la preferencia de paso, a considerar que primero pasa el coche por las rayas amarillas, en ocasiones sin reparar en que los peatones cruzan la calzada, y proporcionando enormes sustos, por consiguiente. Menos mal que todo queda en esto, aunque la acción ha producido más de una caída a personas que por su edad no son precisamente Zatopek en sus buenos tiempos».
Después de aquella mención al querido fondista checo, resumían en nuestro periódico el sentido de aquel artículo de denuncia, por si alguien no se había acabado de enterar: «Creemos que los conductores de coches debieran tener una mayor prudencia y Sancho el Sabio y la avenida de Madrid una mayor vigilancia».
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