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No tiene leyendas como las del triángulo de las Bermudas, pero el triángulo formado por la avenida de la Libertad, calle Miramar y jardines de ... Alderdi Eder, presidiendo la bahía, es uno de los enclaves básicos para comprender el urbanismo donostiarra. Desde tiempos lejanos, era en este punto donde el viajero decidía entrar en la ciudad o no. Podía seguir adelante dirección a La Herrera, dirigirse por Amara a las riberas de Loiola, por San Martín llegar al Antiguo o, por Aiete y Oriamendi, alcanzar el Camino Real en Hernani. No es casualidad que precisamente en este lugar se fijara el Kilómetro Cero, para marcar las distancias, aunque, urbanizada la zona, se ubicó concretamente en el cruce de Avenida con Loiola y Hernani. También fue este el espacio elegido por la Sociedad Fomento de San Sebastián para construir un gran hotel, acorde con la categoría que requería la ciudad, pero la protesta vecinal por lo que suponía ocupar la plaza con un edificio de considerables proporciones hizo que, voluntariamente, la sociedad renunciara a su propósito.
1973
Llegada la moda de los parkings subterráneos, el reto era mantener la fisonomía de las zonas afectadas
El año 1905, al cumplirse trescientos años de la publicación de 'El Quijote', se acordó denominar a este triángulo plaza de Cervantes. Entrados ya en la década de los setenta y enfrentándose el Ayuntamiento al difícil problema que suponía el tráfico rodado, comenzó la era de los aparcamientos subterráneos, siempre con la filosofía de no perjudicar el aspecto exterior de los lugares en los que fueran a construirse.
Hubo opiniones para todos los gustos cuando se anunciaron las obras del parking de la plaza de Cervantes, desde los catastrofistas que veían el fin de la plaza «como la hemos conocido desde siempre», hasta quienes pensaban que los medios técnicos permitían construirlo sin dañar la estética.
Fue lo cierto que hoy, 4 de julio de 1973, todo estaba dispuesto para la inauguración, al tiempo que se procedía a la plantación de 200 nuevos tamarindos, algunos procedentes de viveros «donde han permanecido conservados durante varios años, para ofrecer el aspecto que tenían al ser retirados».
Asistieron al acto el gobernador civil y el alcalde, Felipe Ugarte, así como los directores de las cajas de ahorros Municipal y Provincial. Bendijo el nuevo parking el párroco de Santa María, José María Elgarresta, y en nombre de la empresa disertó Nicolás Lasarte Arana, dejando claro para los más incrédulos que «terminadas las obras, la plaza volverá a tener su primitivo aspecto, incluso mejorado su iluminación y creando nuevas zonas ajardinadas».
La novedad más visible de toda la operación, aparcamientos al margen, fue, sigue siendo, la escultura que, representando a Don Quijote y Sancho Panza, preside la plaza que lleva el nombre de su autor: Miguel de Cervantes. Se supo que «en la finca particular que la familia Coullant-Valera tenía en Segovia, se conservaba una obra realizada en bronce por Lorenzo Coullant-Valera (no confundir con su hijo Federico, autor de la imagen del Sagrado Corazón de Urgull)». La escultura, fechada el año 1923, había sido expuesta en la Exposición Internacional de Monza (Italia) y utilizada como modelo para la que en 1929, a mayor escala, se reprodujo y colocó en Madrid. Comprada por 50.000 pesetas, es la que en nuestros días, con algunas variantes en su base, puede verse sobre el parking subterráneo inaugurado tal día como el de hoy de 1973.
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