
La calle de la memoria
1974 | «La ciudad va cambiando su fisonomía»Secciones
Servicios
Destacamos
La calle de la memoria
1974 | «La ciudad va cambiando su fisonomía»En la calle de la Memoria de hoy tenemos un bucle temporal, con doble viaje al pasado (retrocedemos cincuenta años para asomarnos a la nostalgia ... de entonces por su pretérito) y desde allí al futuro (con cómo imaginaban aquellos donostiarras de hace medio siglo qué pensaríamos los del porvenir, los de ahora).
Tranquilos, que llegaremos a buen puerto en este viaje temporal, que tampoco nos llevará tan lejos. También ahora podemos sentir nostalgia por el hotel Continental, que abrió sus elegantes puertas en mayo 1884 en el paseo de la Concha como un gran hotel. Como escribirían en DV a su cierre, en 1972, «El Continental, en aquella época, era quizás el hotel más confortable de España», con su invernadero acristalado, una gran terraza sobre la Concha, un restaurante «elegantemente decorado con espejos» para 150 comensales, y lo que al principio más llamaba la atención: ¡un ascensor!
1974
Hace medio siglo se lamentaban de que el hotel Continental, en el paseo de la Concha, y el café Madrid, en la Avenida, hubieran cerrado sin sucesores. Creían que en el futuro pensaríamos de ellos que eran poco prácticos...
También ahora podemos rememorar con melancolía uno se los últimos grandes cafés de la ciudad, el Madrid, cuya terraza en la Avenida fue uno de los puntos de referencia de la ciudad desde su apertura en marzo de 1926 y que dejó de existir en octubre de 1973.
La misma nostalgia, pero avivada por la cercanía de las pérdidas, sentían en un comentario de DV el 28 de febrero de 1974: «El café Madrid murió sin testar, sin herederos, sin 'hereu', sin nada. El Hotel Continental se nos fue de entre las manos en las mismas condiciones. Y ahora nos llega la noticia de que el Hotel Biarritz va a desaparecer del nada amplio mapa de los hoteles sin que otro lo sustituya en su lugar».
Y se lamentaban hace cincuenta años: «La ciudad, poco a poco, va cambiando su fisonomía. Nuestros nietos contemplarán fotografías del Hotel Continental, del Biarritz, sabe Dios de si alguno más, y si tienen un mínimo de curiosidad por esta ciudad, que esperamos la tengan –es muy difícil, si no imposible, amar sin curiosidad–, harán comentarios que, bien desde este mundo, bien desde el que le sigue, tal vez tengamos oportunidad de escuchar».
E imaginaban que en su futuro diríamos nosotros algo así: «Fijaros en las casas que había antes, qué barbaridad, qué tipos más raros debieron ser nuestros venerables predecesores. (Esto es un error, seguro que no dicen nada 'venerables'. Si nos descuidamos, y tal y como van las cosas, dicen palabras que no podemos transcribir por simples motivos de decoro). Este material con el que las casas están construidas, qué raro es, qué antediluviano, no tienen ningún parecido con el vidrio ni con el aluminio. Qué extravagantes debieron ser nuestros abuelos, qué poco prácticos, qué manera de hacer las casas, es que no tenían la más leve idea (...). ¿Construir con piedra, nada menos? No me extraña nada que terminaran derribando las casas que elevaban. ¡Seguro que se avergonzaban luego de ellas!».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.