La calle de la memoria

1980 | Goleada al Athletic en Atocha, que «no es de goma»

Como escribían, «las numerosas ocasiones de gol que creó el conjunto de Ormaechea pudieron dejar el marcador en un tanteo de escándalo, pero las afortunadas intervenciones de Aguirreoa y la mala suerte en el remate final dejó en cuatro las perforaciones de la meta bilbaína».

Los goles fueron de Satrústegui, Zamora, Olaizola e Idígoras. Luis de Andía escribía triunfal: «El equipo blanquiazul bordó su mejor partido de la temporada en Atocha y demostró que es el equipo más completo y mejor del campeonato».

Aparte de regodearnos en aquella goleada de hace 45 años, nos fijamos en algo que ya se apuntaba en la ficha del partido, apartado de 'Incidencias': «Lleno absoluto, al punto de que el graderío se 'desbordó' antes de comenzar el encuentro por una de las puertas de las vallas de Múgica».

Nuestro añorado campo de Atocha tenía varias zonas de a pie, sin asientos, y en los partidos que registraban mayor expectación parece que se confiaba en que no pasase nada por que aquellos espectadores estuvieran un poco más juntitos, con lo que se vendía un número indeterminado de entradas de más. Eso parece que ocurrió en aquel derby, según el testimonio de un aficionado, que contaban así en la sección 'Sirimiri' el 5-II-1980...

«Hacia las tres y media de la tarde nuestro hombre logró penetrar por la puerta nº 2 a la preferencia de Mújica. Tras pasarse casi media hora, en compañía de otros socios de la Real, defendiendo, en cadena humana, a unos niños para que las avalanchas no los lastimaran, fue uno de los 'agraciados' espectadores que, tras uno de los embates del público superconcentrado, acabó pisando el cesped de Atocha. Llegó la fuerza pública, etc., etc., y el señor Imaz, delegado de campo, que hizo una llamada a la colaboración de estas malhumoradas gentes que acabaron en el cesped y les prometió que les conducirían a la puerta nº 7 y que allí les 'ubicarían'».

Sin embargo, allí tampoco había prácticamente sitio. «Nuestro querido amigo, con el campo a rebosar, no encontró un hueco para poder presenciar el partido hasta casi mediado el mismo en el que por fin, tras mantener varios 'codo con codo' con los porteros logró colarse, no sin esfuerzo, en la preferencia de pie, justo debajo de los palcos. Llegados a este sitio y gracias a que goza de buena estatura y estirando todo lo que pudo el cuello logró ver el segundo gol, el de Zamora (...). Y es que, querido señor Imaz, Atocha no es de goma y que cuando llega un 'superpartido' no sé qué les pasa a los taquilleros que venden más entradas que espectadores caben».