1984 | El suelo del Victoria Eugenia volvió a elevarse, muchos años después

Pues sí, es verdad, desde su inauguración en 1912 el suelo del patio de butacas del Victoria Eugenia tenía dos posiciones. Una, la habitual, ligeramente inclinada para que los espectadores viesen bien el escenario sin que les tapasen los de delante. Y otra, poniendo el suelo plano, lo que se utilizaba para celebrar bailes, después de rasear la base y quitar los asientos.

Pronto pasó la época de los bailes para el teatro y el suelo quedó permanentemente en su posición inclinada. Hasta que hace cuarenta años se decidió volver a utilizar el viejo mecanismo de elevación.

Fernando Segura describía la operación, en la edición del 7 de diciembre de 1984, como si fuera el despertar de un viejo gigante: «Las agrietadas maderas del suelo del Teatro Victoria Eugenia crujieron ayer con el peso de ochenta años de historia. El suelo poco a poco fue elevándose, mientras los goznes y bisagras de escondidas maquinarias bramaban al despertar de su sopor».

En el sótano del teatro «diez prensas situadas sobre bloques de hormigón empujan directamente sobre unos travesaños de madera que elevan el patio de butacas». El sencillo mecanismo volvía a funcionar, aunque el problema estaba en el peso de las butacas, «378 sillas de hierro macizo», y las arduas labores de desmontaje y reposición.

¿Y por qué volvió a levantarse el suelo del Victoria Eugenia en 1984? Para usar su patio de butacas para un cotillón de Nochevieja. La experiencia evidenció que el elegante teatro no era espacio adecuado para una fiesta y el suelo quedaría sin mover.