
Adiós a la estación de Amara
la calle de la memoria ·
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La estación de Amara fue polémica desde que el año 1891 se consiguió la autorización oficial, desde la realización en 1895 del primer viaje desde ... Amara hasta Zarautz, despedido, entre cohetes y chupinazos, con la música de la Banda del Regimiento de Valencia, y desde la creación en 1896 de la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián, fusionada más tarde como Ferrocarriles Vascongados.
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Fue, en todo momento, motivo de debate el emplazamiento de la estación debido a que la compañía había solicitado del Ayuntamiento la cesión de dos manzanas del nuevo ensanche de Amara, siendo, al efecto, concedido el arriendo de una parte del terreno destinado a ser prolongación de las calles Amara y Pedro Egaña.
En 1900, el Ayuntamiento aprobó la venta del terreno, en lugar de alquilarlo, «cediendo gratis otra parte de los mismos por el beneficio que el ferrocarril suponía para la ciudad», con la salvedad de que revertirían al municipio si se destinaban a otros fines distintos a los proyectados.
En 1912 ya estaba extendida la idea de que la estación, que no lo había sido en origen, debía ser reconstruida en Morlans «dedicando a Mercado el espacio que ocupaba en la plaza Easo». Pasaron los años y el primitivo estado de provisionalidad de la estación se mantuvo hasta que, cambiadas las personas, las mentalidades y las circunstancias, se llegó al día de hoy, 28 de abril... de 1983, y las máquinas comenzaron a derribar el edificio y sus correspondientes instalaciones ferroviarias.
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La nostalgia no parece afectó demasiado a los vecinos del barrio cuando, ante la llegada de las autoridades que iban a oficializar el derribo, desde la Sociedad CD Vasconia comenzaron a lanzarse cohetes para festejar el próspero futuro que la obra suponía para la zona.
A media mañana llegó el alcalde de San Sebastián, Jesús María Alkain, y llegó el consejero de Transportes del Gobierno Vasco, Javier Lasagabaster, y también llegaron técnicos, concejales y muchos amaratarras.
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El reloj de los Padres Carmelitas daba once campanadas cuando le fue entregada la piqueta al alcalde y «empuñando la herramienta dio varios golpes contundentes contra el muro». Continuaron el trabajo Javier Lasagabaster y los concejales José María Arístegui, a quien correspondió tirar una puerta, y Félix Soto, «al que faltó un poco de maña en el empleo del pico, comparado con la excavadora que le siguió y que en pocos segundos hundió el tejado de la estación».
«Derribado el techo, las tejas, fabricadas en Segovia el año 1890, fueron repartidas entre autoridades, invitados y público. «Atrás quedaron la cantina que atendía Juanito Ubarretxena, el mostrador de facturación y las ventanillas donde se expendían los billetes, la sala de espera y el antiestético diseño que un día pronosticó el señor Brunet», y tantas historias vividas durante sus ochenta años de servicio.
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Pero no todo fueron destrozos: a petición del presidente del Vasconia, el alcalde y el consejero prometieron, y cumplieron, que la fuente de la Salud, que llevaba sesenta años junto a la estación y que iba a sucumbir con ella, sería guardada durante las obras y repuesta al terminar las mismas.
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