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Blasfemos denunciados.– De madrugada fue denunciado un individuo por blasfemar y vociferar en la calle de Narrica. Otro individuo, por protestar contra la denuncia contra el que cantaba. Otro individuo por la misma razón».
Con esta breve cadena de «blasfemos denunciados» abrimos un repaso a los sucesos ocurridos en San Sebastián, tan curiosos en su naturaleza como breves en su tratamiento, que aparecían en el periódico 'El Pueblo Vasco' el 2 de junio de hace un siglo. Contaban entonces que había sido atropellada una mula, pero lo peculiar era que el choque, trágico para el animal, había sido al evitar el choque contra personas.
1923
Sucesos al estilo de hace un siglo, con una cadena de «blasfemos denunciados» y el juicio contra un hombre que reparó un automóvil ajeno, salió con él (¿para probarlo o de excursión?) y lo destrozó al chocar contra una pared
«Mula atropellada.– Por la tarde, el autocamión 1.680 de esta matrícula, por no atropellar a unos transeúntes, atropelló a una mula, a la que arrancó por completo el casco de una pata trasera, dejándola inútil al extremo de ser necesario darle muerte».
Hoy asociamos la palabra postular a la realización de colectas, pero postular también es pedir, mendigar...
«Postulantes detenidos.– Por dedicarse a la postulación fueron detenidos, entre once y once y media de la mañana, tres individuos sin domicilio en esta capital, los cuales fueron expulsados».
No era un suceso de la víspera sino de semanas atrás, pero se había celebrado entonces el juicio por un caso peculiar, el de un donostiarra encargado de reparar un automóvil que había salido con él y tenido la mala suerte de chocar. Lo contaban así en la crónica judicial también publicada en 'El Pueblo Vasco' el 2 de junio de 1923...
«Crónica judicial.– A las diez de la mañana del día de ayer se reunió el Tribunal en la Sala de Justicia para la celebración del juicio de la causa instruída en el Juzgado de la capital contra Enrique Martín, el que, hallándose encargado del cuidado y limpieza de un automóvil, y con la prohibición de su dueño, sacó el coche, haciendo de chófer, y después de cuatro horas de excursión, lo inutilizó a consecuencia de haber chocado contra una pared, causando desperfectos en el referido coche, que han sido tasadas en 1.820 pesetas».
«Estos hechos los calificó el abogado fiscal, señor Añíbarro, como constitutivos de un delito de daños por imprudencia, y solicitó para el procesado la pena de 125 pesetas de multa y pago de los daños causados en el automóvil».
«La defensa estaba encomendada al letrado don José María Arbide, y en un elocuente informe demostró que los hechos realizados por Enrique no constituían delito, puesto que éste se limitó a reparar unas averías del auto y probar en carretera si estaba en condiciones, teniendo la desgracia de chocar contra una pared».
Ignoramos la sentencia de aquel caso, que tendría su clave en establecer si el acusado había conducido el coche para probarlo o se había pegado una excursión de cuatro horas...
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