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Alerta, alerta. Un francotirador dispara contra ventanas de viviendas del Centro. Aunque sea «un chiquillo» y dispare canicas, nos tiene asustados. O así les tenía ... hace 65 años, cuando destapó el caso Txibirisko, en la sección de DV 'Saski-naski'. Allí podía leerse el 15 de abril de 1958 lo siguiente...
«En la manzana de casas que forman la Alameda de Calvo Sotelo, Garibay, Hernani y Peñaflorida hay un chiquillo, o más de uno, que actúa como franco-tirador, utilizando una carabina de aire comprimido».
1958
Los vecinos de una céntrica manzana vivían sobresaltados. En cualquier momento, un proyectil podía romper el cristal y entrar por una ventana del patio. Se sospechaba que el francotirador era «un chiquillo» con una carabina.
Ya se sitúan que Alameda de Calvo Sotelo era como llamaban durante el franquismo al Boulevard. y por la descripción imaginamos que los disparos se producían en el interior de su amplio patio de manzana.
El tirador, no hay duda, tiene excelente puntería, alcanzando el blanco de los balcones sobre los cuales dispara».
Lo cortés no quita lo valiente y, aunque la balacera fuese peligrosa, no dejaban de elogiar el tino del tirador.
«Y no es lo malo, con serlo, que agujeree los cristales, sino el peligro de que uno de los balines vaya a la cara o cualquier parte del cuerpo de las personas que estén dentro de la trayectoria del disparo».
Ignoramos si era una conjetura o tenía datos al respecto, pero el redactor suponía que los disparos los hacía un niño. Y, por lo tanto, echaba la culpa a sus padres...
«El juego es peligroso, pero la verdad es que la culpa es más de los padres que les permiten esos juegos. Esas escopetas no deben ser utilizadas, ni permitirse andar con ellas expuestos a un disgusto».
Hasta ahí llegaba la información y el comentario tal día como hoy, el 15-IV-1958. Sin embargo, afortunadamente, Txibirisko volvió al tema, y hasta aportó una prueba, días después. En la edición del 19 de abril de 1958, escribía un segundo, y breve, capítulo de esta pequeña historia...
«Nos han enviado uno de los proyectiles lanzados desde la ventana de un patio a otra ventana de enfrente, de lo que ya hablamos el otro día.
Qué tiempos aquellos en que las personas seguían los casos por el periódico y se personaban en su redacción o enviaban cartas o paquetes para hacer sus aportaciones. Según consideraban hace 65 años, «el proyectil no es un insignificante balín –que no se debe consentir tampoco–, sino una auténtica y robusta canica que, tras romper los cristales, pudo causar daños personales de importancia».
Vamos, que los vecinos de aquella céntrica manzana vivían en un ay ante la posibilidad de que de pronto un proyectil rompiera una ventana e irrumpiera en su casa. No sabemos en qué circunstancias el pequeño francotirador fue neutralizado, pero, según indicaron entonces, «parece que la Guardia Municipal ha intervenido y que se han adoptado las medidas precisas para que el suceso no se repita».
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