Expendeduría de tabaco en la calle Mayor. KUTXATEKA

La calle de la memoria

La Liga de los no Fumadores

Javier Sada

San Sebastián

Miércoles, 5 de junio 2024, 02:00

De lejos vienen los movimientos contra el humo de los fumadores, siendo así que tal día como el de hoy, 5 de junio de 1951, ... se anunciaba que después de muchas reuniones, y con la eficaz colaboración de Tabacalera, la Liga de no Fumadores había conseguido llegar a importantes acuerdos que serían trasladados al Ministerio de Educación Nacional.

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Se solicitaba, en primer lugar, la terminante prohibición de fumar en el interior de todos los centros docentes y oficiales, advirtiéndose que el veto también debería afectar a los profesores, «obligados a predicar con el ejemplo y no reprender al alumnado llevando un cigarrillo en la mano».

Se asombraban los fumadores adultos porque se permitiera fumar en los colegios: «hace bastantes lustros que dejamos los estudios y no sabíamos que se fumara en tales lugares», decían, algo que debe evitarse «por razones de higiene, cortesía y peligro de fuego».

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La Fábrica de Tabacos de Atocha era la única en la que se elaboraban los «Bubi», el tabaco rubio preferido por todos

El escrito de «los no fumadores» también iba dirigido a la Fiscalía de la Vivienda, pues era necesario no permitir esta actividad en «todos los locales de convivencia obligada, así como en Bancos, cafés, teatros, oficinas... o, en caso de que la prohibición no sea posible, instalar ventiladores con salidas del humo al exterior «para garantizar la pureza del aire».

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Para conseguir los objetivos marcados no sería bastante con los escritos que pudiera enviarse a la Superioridad, motivo por el que los integrantes de la Liga tenían que actuar de forma activa, dándose la consigna, a todos ellos, de «exigir el cumplimiento de las disposiciones prohibitivas allí donde existan», y, donde no las haya, con ruegos y súplicas, recordando «el mejor derecho que asiste en todo caso a los que no molestan a nadie para no ser molestados».

Ante estas peticiones, reconocían los intoxicados que «no vamos a tener más remedio que fumar en el cuarto de baño, como cuando teníamos doce años», pero a cambio, con estas medidas «ahora nos sabrá mejor el pitillo, aunque el tabaco siga siendo pésimo, porque tendrá el encanto de lo clandestino».

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Los fumadores, por su parte, se extrañaban que la Liga hubiera nombrado como vicesecretaria a una señorita: «será la única mujer que no fume», ya que en la actualidad, y al contrario de lo que se cantaba en el viejo número zarzuelero, aquello de que ¡fumar es un placer!, «fumar en la mujer es un vicio y en el hombre una gracia particular».

Tabaco sí, tabaco no... en algo había cierta unanimidad. Si hay que fumar, por lo menos que afecte a todos los fumadores por igual, pero no era así. ¿Qué era eso de que «los pobres» podían enfermar fumando 'Ideales', 'Superiores' o tabaco picado y los «ricos», sanos todos ellos, sin fumar sus aparatosos habanos?

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Pero resultó que después de una larga temporada sufriendo la prohibición de la venta de habanos, éstos se volvieron a poner a la venta, creyéndose que serían muy caros, pero no: la gran noticia fue que se autorizó su venta «a su precio», aunque «con trampa»: los buenos, los largos, los aparatosos, «los de fardar», seguían siendo carísimos.

Pero el auténtico sueño de todo fumador estaba en los 'Bubi', la nueva marca de «tabaco rubio» que, vendida a seis pesetas, desde hacía un par de años había comenzado a elaborarse en la fábrica de tabacos de Atocha, siendo San Sebastián la única ciudad que los ofrecía.

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