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Correr, o hacer 'footing', como se decía entonces, estaba de moda. Y el maratón popular donostiarra empezó con mucha fuerza. La primera edición se celebró ... en 1978. Salieron 2.568 corredores y llegaron a meta 1.518.
El 14 de octubre de 1979, el II Maratón de San Sebastián registró cifras similares. Salieron unos poco menos pero llegaron al final unos cuantos más. Concretamente participaron 2.366 personas pero fueron 1.600 las que cubrieron todo el recorrido.
Fíjense la fiebre que se vivía por las carreras populares que nuestro periódico puso en su primera página la foto del maratón por encima de la del trepidante Real Sociedad, 4 - F. C. Barcelona, 3 que el mismo domingo se había celebrado en Atocha, con gol de desempate a cargo de Diego en el último minuto.
1979 En la segunda edición del Maratón
participaron 2.366 corredores y llegaron a la meta en el Velódromo 1.600. Exageraban: «Parecía como si media ciudad hubiera salido a la calle para presenciar el paseo marathoniano de la otra media»
Pero quedémonos con el maratón. «Con tiempo más bien caluroso, ya que dominó toda la mañana el viento sur», escribió José Sein en DV el 16-X-1979, se celebró la prueba. La salida, a las 8 de la mañana, «en esta ocasión fue mucho más fluida que en la edición anterior, ya que al minuto 34 segundos había salido el último corredor».
Por aquel entonces dominaban este tipo de carreras el madrileño Eleuterio Antón, que llegó cómodamente el primero a la meta en el Velódromo de Anoeta. Hubo revuelo cuando entró el cuarto corredor, José Miguel Irazu, el primer clasificado de la carrera.
Al margen de la información sobre el desarrollo deportivo de la II Maratón de San Sebastián y el listado completo de los 1.600 participantes que llegaron a meta (se usó para disponer de la lista el procesador de datos de la Caja de Ahorros Municipal), DV publicó un reportaje titulado 'El marathón por dentro'. Empezaba así...
«Parecía como si media ciudad hubiera salido a la calle para presenciar el paseo marathoniano de la otra media población, exagerando las proporciones, vaya. Esta era la impresión a primera vista».
Añadían que «en esta larga procesión de atletas había de todo: 'galgos', 'liebres', 'conejos', y hasta 'tortugas', particularmente al filo de los 30 a 40 kilómetros».
Entre el anecdotario que recogían, estaba el caso de los corredores a su pesar...
«En la Estación del Norte, muchos viajeros con el tiempo justo para coger el tren, se vieron en la imposibilidad de llegar con sus vehículos. No tuvieron otra solución que abandonar los coches o los taxis y cargando con sus maletas hacer su pequeño marathon. Nos imaginamos lo que pensarán esa veintena de 'atletas forzados' del marathon popular...».
Observaban en 1979 que «el maratón creó innumerables vínculos de amistad. Se iban formando grupos de variado número que, prácticamente, hicieron la carrera al mismo tiempo». Y se daban consejos y ánimos.
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