
La calle de la memoria
1959 | Escopeteros en Ulia: «¡Cuerpo a tierra!»Secciones
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1959 | Escopeteros en Ulia: «¡Cuerpo a tierra!»Cuerpo a tierra». Con este llamativo título apareció un comentario sin firmar en la edición de EL DIARIO VASCO del 23 de marzo de 1959. ... Empezaba mencionando los campeonatos de «el noble arte del tiro con escopeta» y pasaba a describir la odisea de una solitaria paloma rodeada de ávidos escopeteros en Ulia. Leámoslo.
«Sabíamos que una famosa, popular y activa Sociedad donostiarra tenía y tiene instaladas en lo alto de Ulía unas planchas para que sus socios se ejerciten en el noble arte del tiro con escopeta».
1959
Una paloma apareció volando sobre Ulia. Y los escopeteros dispararon «a diestro y siniestro, obligando a las muchas personas que transitaban por aquel concurrido lugar a arrojarse al suelo para evitar ser agujereadas con los perdigones»
«Sabíamos, y hasta nos enorgullecimos en su momento de ello, que la tal Sociedad montaba frecuentes e interesantes campeonatos a los que asistían las más renombradas escopetas de la especialidad».
«Sabíamos, en una palabra, que el monte Ulía tenía y tiene una íntima vinculación con la pólvora, por eso de las escopetas y los tiros. Pero ahora tenemos otras noticias que hasta la fecha ignorábamos».
Llegábamos al meollo...
«Ahora sabemos que, aprovechando la contrapasa, hay también escopeteros (perdónennos los interesados que no les llamemos cazadores) que hacen de Ulía lugar de sus extrañas experiencias, aunque mejor fuera decir inexperiencias».
«Nos llegan muchas y variadas noticias de que sobre las once de la mañana del día de San José, buen número de esos escopeteros se dedicaban, ante la casi absoluta falta de palomas, a la caza de pájaros».
«Pero, por lo visto, apareció de pronto una paloma, una bella y pacífica paloma, contra la que se dirigieron, ávidos, los disparos de las escopetas».
Miedo nos da imaginar a la solitaria palomita ante aquel panorama...
«El fuerte viento Sur dificultaba el vuelo del ave, que en más de una ocasión rozaba casi con sus alas el suelo. Y los escopeteros siguieron tirando a diestro y siniestro, obligando a las muchas personas que transitaban por aquel concurrido lugar (téngase en cuenta que se trataba de día festivo, con un tiempo delicioso) a arrojarse al suelo para evitar ser agujereadas con los perdigones de los cartuchos. Incluso un automóvil hubo de detenerse y sus ocupantes se lanzaron también al suelo buscando seguridad contra los plomos».
O sea, que los humanos pasaron tanto o más temor que aquel animal...
«Por fortuna, la paloma logró escapar. Hubiera sido una pena que hubiera muerto a causa de esos escopeteros».
El artículo de hace 65 años terminaba con un hiriente requiebro...
«No queremos comentar más estos hechos. Quizás porque uno no sabe a ciencia cierta si criticar más este gamberrismo con escopeta, que puede poner en peligro vidas humanas, o la pésima puntería de quienes no son capaces ni de dar a un tranvía con un palo a medio metro de distancia».
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