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Busqué en las afueras de Miranda de Ebro, entre pabellones industriales, vías de tren y el río Bayas, y encontré los restos de una caseta de guardia y un lavadero. Allí debió de frotar alguna vez sus ropas nuestro amigo Luis Ortiz Alfau, en 1940, ... a sus 23 años. Son vestigios del campo de concentración más duradero de la España franquista, en el que encerraron a 65.000 personas entre 1937 y 1947. Aquí vivieron apiñados, pasaron hambre, frío y enfermedades, muchos fueron torturados y asesinados.
Paul Winzer, jefe de la Gestapo en España, organizó una red de cien campos de concentración a semejanza de los nazis y dirigió el de Miranda. A Luis Ortiz Alfau, republicano de Bilbao, lo apresaron sin acusarle de ningún delito, sin dictarle ninguna condena, simplemente lo clasificaron como «desafecto al régimen» y lo trajeron a Miranda, donde organizaban batallones de trabajadores forzosos. A él lo mandaron a construir carreteras en Navarra y Gipuzkoa.
En 2019 inauguraron un pequeño centro de interpretación del campo de Miranda, con objetos y documentos, la recreación de una barraca y la proyección de testimonios de prisioneros. En esa comunidad de Castilla y León, Vox ha exigido la derogación de la Memoria Histórica y el PP ha aceptado taparla con una ley que llaman de concordia. «Basta de hacer política con el pasado», han dicho quienes prefieren absolver a los verdugos y olvidar a las víctimas. Hoy, 14 de abril, traemos la memoria de Luis Ortiz Alfau.
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