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Dos encuentros sexuales consentidos con un mismo menor del que estuvo «enamorado». Es el único acto de índole sexual que ha admitido en su declaración ... el monitor de surf de Hondarribia acusado de haber abusado de once menores entre los años 2011 y 2021. El resto de hechos de los que se le acusa obedecen, según el acusado, a una especie de complot orquestado a partir de un enfrentamiento que habría tenido con la madre de dos de sus alumnos durante la primavera de 2021, unos meses antes de su detención. Según ha contado este miércoles durante su intervención en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa, la mujer encontró marihuana a uno de sus hijos, lo que desencadenó una discusión familiar en la que uno de los menores habría acabado agrediéndola. El surfista tuvo conocimiento de estos hechos a través de la madre y, en uno de los trayectos en su furgoneta, compartió esta intimidad familiar con el resto de los chicos, lo que enojó sobremanera a los dos hermanos implicados. A raíz de este episodio, ambos menores dejaron de ir a las clases de surf y habrían ido arrastrando a sus amigos a hacer lo mismo para, finalmente, acabar orquestando las diferentes acusaciones de abusos sexuales. Sin más pretensión, según el procesado, de darle «un escarmiento».
En una declaración que se ha prolongado durante dos horas y media, el monitor de surf únicamente ha respondido a preguntas del fiscal y de su abogada. Uno a uno, le han ido refiriendo detalles de los testimonios ofrecidos por los chavales, y también de conversaciones de WhatsApp que él mantuvo con ellos. Y básicamente ha negado los actos que le imputan sus alumnos y ha tratado de dar contexto a los mensajes que se intercambiaba con sus alumnos, a los que profesaba «mucho cariño». Y aunque considera que entonces era «algo recíproco», reconoce que ahora, visto con «perspectiva», no ve apropiadas algunas de sus actitudes. Con la perspectiva del tiempo, su «visión (de las cosas) ha cambiado» y tampoco ve con buenos ojos haber dormido con alumnos durante sus campamentos de surf, aunque ha dicho que en todo caso se limitó exclusivamente a dormir y a menudo eran los propios chavales los que querían pernoctar en su cama. En ocasiones, como la furgoneta en la que iban tenía 9 plazas y reservaban bungalós de 8 plazas, tenían que compartir alguna cama.
Básicamente, el investigado ha negado todo: que no tuvo relaciones sexuales con los chicos, que ni siquiera los abrazaba ni los toqueteaba en su casa, ni en su furgoneta, ni en los campamentos. Tampoco los besó «nunca» en la boca, solo «en la frente o en la mejilla» y los abrazos que se daban eran a modo de saludo afectuoso, «igual» que hace con familiares y amigos.
El único contacto sexual que admite haber mantenido fue con un chico «de 16-17 años». Fue el mismo verano, en sendos campamentos en las Landas en julio y en Asturias en agosto. En su opinión, fue algo «consentido» que «surgió» de manera espontánea. «En un momento nos empezamos a besar, nos masturbamos y quedó ahí». ¿Lo ve adecuado?, le ha preguntado el fiscal. «Visto con los años, no».
El representante del Ministerio Público le ha preguntado por el contenido de varios mensajes, como cuando él escribió a un chico «¿no te atrevías a decirme que no querías besarme?», a lo que ha respondido que se refería «igual a la cara, no lo sé». Y cuando el mismo menor le confesó que «ahora tendría una adolescencia normal y tú una vida normal» de no haber estado juntos, ha contestado que tuvo «una relación muy fuerte con él». Y si a otro le decía que le echaba «de menos», ha apuntado que también se lo dice a sus sobrinos. A un chico que se distanció tras echarse novia, le dijo que «todo le recordaba a él», ha dicho que le «estaba doliendo» el alejamiento, «me sentía triste. No sé lo que él sentía por mí, pero sí lo que yo sentía por él».
Sobre la acusación de que diseñaba los itinerarios para recoger o dejar a un determinado alumno en primer o último lugar para poder estar a solas con él, también ha rechazado que obedeciera a algo premeditado. Normalmente recogía primero «a los que vivían más cerca», que solían ser varios y no uno solo, y los depositaba de vuelta a casa según lo que fuera a hacer él: si iba a regresar a Hendaia a surfear, si iba a irse a casa o había quedado con amigos en la zona de la Marina.
Asimismo, tampoco ha admitido tener conocimiento de la existencia de las más de 4.000 fotografías de pornografía infantil encontradas en uno de sus dos portátiles. Ha asegurado desconocer su procedencia, que él había comprado en 2008 un ordenador de segunda mano que había sido reacondicionado y no había visto esas imágenes en su disco duro, algunas de las cuales habían sido borradas pero fueron recuperadas por la Ertzaintza mediante herramientas forenses.
Tras el testimonio ofrecido por el acusado, la vista oral tiene reservadas las dos últimas sesiones para la presentación de las conclusiones finales: el fiscal y una acusación, este jueves; y la otra acusación y la defensa, el viernes.
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