La preocupación del verano

Después de comer el bollito de leche con pepitas de chocolate de rigor, de echar una cabezadita y de jugar al 'veo veo, qué es lo que ves' llega la pregunta del verano: «¿Queda mucho para llegar?». No hay verano sin pregunta. Y tampoco hay ... verano sin respuesta: «Ya queda menos» suele ser la contestación habitual. Da igual que lleves dos horas de ruta o cinco. La pregunta siempre aparece y cuando llega sabes que ha llegado para quedarse. Pobres niños, si ellos supieran que menos significa en realidad estate tranquilo que nos queda un buen trecho. Lo cierto es que esas palabras suelen surtir efecto y a los pocos minutos ya están más relajados. Lo malo es que ese estado apenas dura una hora. Eso si llega. Luego llegan los «anda, duérmete un rato que así se te pasa más rápido», «mira por la ventana a ver cuántos coches rojos ves» o el tradicional «a ver quién encuentra primero una matrícula extranjera». Será por juegos. Aunque siempre está la opción de poner música y cantar todos juntos, darle al 'play' a esa película en DVD que se sabe ya casi de memoria o hablar con ellos y averiguar qué les gustaría hacer de especial en los próximos días.