Los ojos de la pandemia
El árbol de la ciencia ·
Las miradas del Covid revelan dolor, tristeza y miedo, aunque también recordamos ojos de alegría, gratitud y esperanzaSecciones
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El árbol de la ciencia ·
Las miradas del Covid revelan dolor, tristeza y miedo, aunque también recordamos ojos de alegría, gratitud y esperanzaLa mascarilla realza la belleza de los ojos y da un valor especial a la mirada. Mirar a los ojos es beneficioso en tiempos turbulentos. La mirada habla, abraza, acaricia, riñe y mata. Desvela emociones e intenciones, algo básico para movernos en sociedad. Pocas cosas ... influyen tanto en la relación social como la forma de mirar y ser mirado. Aristóteles decía que somos seres sociales por naturaleza y, según la Psicología Evolutiva, la esclerótica, lo blanco del ojo, lo corrobora. Los homínidos dependemos sobre todo de la visión para sobrevivir. Sabiendo donde mira una persona, puede deducirse lo que tiene en mente, al menos una parte de sus pensamientos e intenciones. Por esta razón, el ojo humano tiene una esclerótica blanca y visible (en el resto de los animales la esclerótica es oscura, amarillenta). Así se facilita la comunicación interpersonal. ¿Qué pasa cuando sentimos miedo? Los párpados se abren y dejan ver una mayor superficie de la esclerótica (Con la alegría sucede lo contrario. De hecho, se sonríe con los ojos). Cuando se superponen dos ojos abiertos, con la esclerótica bien visible, a una cara neutra se activan las mismas zonas del cerebro emocional que cuando estamos aterrorizados. Imagine que está hablando con una persona. De repente, el blanco de los ojos de su interlocutor se hace más visible. Esta información llega en milisegundos a los centros reguladores de las emociones en su cerebro, como la amígdala, que se encienden y le hacen sentir una amenaza (que es la que ha provocado miedo en nuestro interlocutor que ha reaccionado abriendo los párpados). Se vuelve y ve que alguien se dirige hacia usted empuñando un cuchillo. Se levanta de un salto como James Bond y desarma a su agresor, evitando así un final sangriento a lo Tarantino. Para que este mecanismo resulte más eficaz, la forma de la cuenca orbitaria también es diferente a la de nuestros ancestros. La morfología del arco superciliar, donde se implantan las cejas, es más suave, menos marcada, permitiendo una mayor libertad de movimiento a las cejas, mayor visibilidad de la esclerótica y mayor capacidad para expresar emociones. Hay programas de inteligencia artificial para identificar el estado emocional en función del movimiento ocular.
Dos personas que hablan mirándose a los ojos, sincronizan la actividad de sus cerebros que se impregnan de oxitocina, la hormona de la confianza (como cuando un perro y su dueño se miran). Aquí entra en juego otro elemento: el diámetro de la pupila, un mecanismo evolutivo que transmite mucha información. La pupila se dilata cuando experimentamos una emoción y cuando atendemos y mostramos interés por lo que nos están contando. Hace siglos, las mujeres se aplicaban belladona en el ojo para dilatar la pupila y parecer más atractivas (el nombre belladona lo dice todo). Alguien cuya pupila se dilata al conversar parece más atractivo, aunque la atracción podría obedecer al simple hecho halagador de que nos presten atención. El enfado, por el contrario, contrae la pupila. Las lágrimas, exclusivamente humanas, también expresan el estado emocional. Más allá de su función como lubricante natural que protege de la sequedad y las agresiones externas, derramar unas lágrimas es señal de tristeza, alegría, terror, gratitud o arrepentimiento. No obstante, algunos creen que su única razón de ser es pedir ayuda. Su valor adaptativo es relevante: alguien que llora revela vulnerabilidad e inspira compasión y empatía, lo que puede apaciguar a un interlocutor agresivo. Por desgracia, también son fuente de contagio del maldito virus. En esta pandemia predominan las miradas de dolor, tristeza, miedo, ira e incertidumbre. No obstante, queremos recordar los ojos de alegría al salir de la UCI, de gratitud en los aplausos de las 8, de amor en el reencuentro con seres queridos y de esperanza al recibir la vacuna. Y queremos olvidar la mirada cínica del enfrentamiento político. Los ojos son una ventana al alma porque algunos de sus elementos, como la retina, se asoman al cerebro, lugar donde el alma dormita.
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