«Pese a tener discapacidad intelectual podemos hacer una vida independiente»

La vida de Uxua «no ha sido fácil». Tiene reconocida una discapacidad intelectual del 33%. A los 9 años ingresó en un centro de menores de Gipuzkoa «por problemas familiares» y, entre tantas dificultades, se metió en las drogas. «Me junté con mala compañía y yo también terminé mal», explica ahora. «No era consciente de que tenía un problema». Se escapaba del centro y «no hacía caso a los tutores».

De ahí, con 17 años, pasó a ser usuaria de Gertuan Fundazioa. Estuvo en un piso tutelado pero dada la «complejidad» de su caso, las profesionales de esta entidad consideraron oportuno derivarle al centro de San Juan de Dios de Palencia. «Pasé ahí 12 años», dice, «y volví como nueva».

«Antes era muy agresiva porque con las drogas me volví violenta», admite. «Ahora solo fumo tabaco, nada que ver con mi yo más joven, que bebía y consumía mucho». Desde su regreso a Gipuzkoa, Uxua no ha vuelto a encontrarse con aquellas personas con las que se relacionaba antes de ir a Palencia y ese era precisamente uno de los objetivos del traslado. «Pensaron que tenía que desvincularme de mis malas amistades y la única forma era llevarme a otro sitio porque aquí iba a seguir en contacto con ellas y no iba a cambiar el 'chip'», explica.

Hace ya un tiempo que vive en Tolosa con su pareja, con quien desea firmar los papeles para ser pareja de hecho. «A ver si me ayudan», insiste. Está en continuo contacto con las trabajadoras sociales de Gertuan Fundazioa, que le tienden la mano siempre que lo necesita, como cuando recibe correspondencia que no entiende del todo. «Entonces les llamo y me explican lo que significa y lo que tengo que hacer, pero yo hago mi vida de forma independiente y pese a tener una discapacidad intelectual estoy totalmente capacitada para ello», defiende. En la actualidad se encuentra a la espera de que el juzgado revise su expediente de tutela, pero desde que se aprobó la nueva ley se siente «muy libre».

La historia de José Miguel, que ahora tiene 66 años, es muy similar. Él también siente que está en su «pleno derecho de tener una vida independiente porque nadie es mejor que nadie». Este donostiarra es el mediano de tres hermanos, pero hace un tiempo que estos familiares fallecieron por una enfermedad neurodegenerativa. Cuando se quedó solo, se puso en contacto con Gertuan Fundazioa, que son quienes le ayudan desde entonces –también estuvieron a cargo de su padre–.

Tras jubilarse –trabajaba en una lavandería de Gureak en Oiartzun–, lleva una vida «muy entretenida. Madrugo, me despierto hacia las 5.30 horas, voy a leer a la biblioteca del Ayuntamiento de San Sebastián, como y después descanso, antes de ir al bar o a Morlans a charlar con las profesionales de Gertuan Fundazioa», explica. Entre sus aficiones también está la Real Sociedad. Es más, entre sus planes de ayer se encontraba ver el partido del equipo femenino contra el Atlético de Madrid. Animó como el que más al conjunto txuri-urdin.