Aranzadi, pioneros en el anillamiento

El pinzón anillado en Pasaia que apareció en Siberia

Aranzadi gestiona desde Donostia 150.000 marcajes de aves cada año. La mitad de los ejemplares anillados en España llevan sus arandelas en una de sus patas

Domingo, 14 de abril 2024

Un pinzón vulgar llegó a Siberia en abril del año pasado tras un largo y agotador viaje de 4.950 kilómetros. Un mes antes estaba en Pasaia, donde fue identificado con una anilla. De igual manera, una golondrina anillada en Lacorzana (Álava) apareció cuatro meses ... después a 8.555 kilómetros, en Sudáfrica. Estos son algunos de los datos que recopilan desde hace 75 años en la oficina de anillamiento de la sociedad de ciencias Aranzadi en San Sebastián y se conocen gracias a que los dos ejemplares llevaban en una de sus patas una de las 150.000 anillas identificativas que la entidad gestiona al año.

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«El anillamiento científico es una técnica de marcaje para el estudio de aves que consiste en la colocación de una anilla metálica, habitualmente de aluminio o acero, en la pata de un ave viva. Es una herramienta válida para conocer información sobre las especies de aves y sus poblaciones, lo que permite desarrollar programas de investigación y conservación», indica Juan Arizaga, director de la oficina desde hace 17 años. «La oficina de anillamiento de Aranzadi cumple su 75 aniversario este año y está en sus máximos históricos a todos los niveles», destaca.

El biólogo donostiarra recuerda cómo, cuando entró a la oficina, «apenas dábamos servicio a anilladores de Euskadi y de los alrededores», pero actualmente «más de la mitad de marcajes en España llevan anillas de Aranzadi». De la magnitud de la labor de Aranzadi da buena cuenta el hecho de que en la actualidad su oficina cuente con 500 anilladores repartidos por toda la geografía española. Grupos ornitológicos como el Institut Catalá de Ornitología, la Estación Biológica de Doñana y el Grupo Ornitológico Balear también forman parte de Aranzadi y estos dos últimos también utilizan sus anillas.

«El anillamiento es una técnica de marcaje en la que se coloca una anilla metálica en la pata de un ave para su estudio»

Juan Arizaga

Director del Departamento de Ornitología de Aranzadi

A pesar de que el anillamiento es «bastante desconocido», Arizaga subraya su importancia, especialmente la de su base de datos, que recoge más de dos millones de anillamientos. «Cuando tienes este amplio volumen de información y se analiza en detalle se puede ver cuáles son los factores ambientales que condicionan la supervivencia de las aves. Esto es importantísimo en conservación porque, por ejemplo, puede saberse qué pasa con un ave si un invierno es muy lluvioso. También gracias a este sistema pudimos saber que un petirrojo puede llegar a desplazarse hasta 2.000 kilómetros en tan solo cinco días».

Doñana

La oficina de anillamiento de Aranzadi se fundó en 1949 en San Sebastián gracias a un grupo de amantes de la ornitología y de la naturaleza, con el objetivo de investigar y conocer mejor el comportamiento migratorio de las aves. «Éste fue un grupo pionero en el anillamiento científico en España, ya que la técnica aún no era conocida en el resto del país y solo era utilizada por algunos grupos de anilladores en países del norte de Europa», explica Arizaga.

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Aranzadi empezó a extender el marcaje de aves en 1954 cuando su equipo de ornitología viajó al parque de Doñana con 10.000 arandelas, con el objetivo de anillar al mayor número de aves posible. Fue un desplazamiento que también «aprovecharon» para instruir a los encargados del parque y en el que consiguieron anillar a 2.000 garzas. «Gracias a las arandelas de Aranzadi se supo que las garcetas marcadas en Doñana atravesaban el Atlántico en sus rutas migratorias. También llegaron anillas de estas aves desde Brasil, documentado así por primera vez el movimiento transatlántico de esa especie. Un viaje transoceánico que marcó un hito en las investigaciones ornitológicas», reconoce Arizaga. En esos años iniciáticos se utilizaba una troqueladora para fabricar a mano los aros metálicos, en los que se marcaban datos alfanuméricos. Esos se convertían en el DNI de las aves. «Ahora las anillas se fabrican en Polonia, porque es más barato. En cuanto al material, hay de metal y plástico y el tamaño dependerá de la especie a estudiar». La oficina donostiarra también se encuentra adscrita a Euring, la organización de la Unión Europea para el Anillamiento de Aves, desde que esta se fundó en 1963. «Euring es el organismo europeo que aglutina a todas las oficinas de marcaje oficialmente reconocidas en Europa, coordina el anillamiento científico de aves en el continente así como el intercambio de información. La entidad supraestatal aúna las oficinas de Alemania, Francia, Portugal, Italia, Suiza, Austria, Dinamarca, Suecia, Noruega, Polonia, Holanda, Bélgica, Reino Unido, entre otros», explica.

Voluntarios

Olatz Aizpurua, miembro del área de Ornitología, explica que existen diferentes perfiles de personas encargadas de la tarea de identificar a los ejemplares. «Contamos con varios voluntarios en la oficina y muchos de ellos llevan varios años con nosotros. Otros son estudiantes de biología y, últimamente, hemos notado el creciente interés de personas que rondan los 65 años. Son personas de profesiones bien diferentes: abogados, médicos o albañiles... a los que siempre les ha gustado la naturaleza y que, ahora que se han jubilado, quieren ser anilladores», explica la bióloga.

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«Nuestros voluntarios son estudiantes de biología y personas jubiladas a quienes siempre les ha gustado la naturaleza»

Olatz Aizpurua

Bióloga del departamento de Ornitología de Aranzadi

El lezotarra Ibon Intxaurrandieta es uno de los voluntarios. Participa en las jornadas de anillamiento pero su profesión es otra. «Soy mecánico. Siempre me ha gustado la naturaleza y por eso decidí hacerme voluntario. Llevo seis años participando de esta tarea». Ibon cuenta que lo que «más le hace ilusión» de marcar es ver el recorrido que hacen las aves. «Cuando se anilla un ave en un sitio y aparece a cientos de kilómetros, es muy emocionante ver cuánto ha volado y qué recorrido ha hecho. Es un subidón saber que un pájaro que he anillado yo lo han recuperado en Marruecos o que una que ha aparecido aquí, viene de Noruega o Dinamarca», admite.

«Debo acudir a 60 jornadas de campo, anillar más de 60 especies y aprobar un examen para poder sacarme el carnet de anillador»

Ibon Intxaurrandieta

Voluntario de Aranzadi

«Estoy intentando sacarme el carñé de anillador, pero para ello debo cumplir ciertos requisitos: haberlo hecho a más de 1.500 aves, haber marcado a más de 60 especies diferentes y haber acudido a más de 60 jornadas de campo», cuenta precisamente en una de las jornadas que Aranzadi organiza en el parque Zorroaga de Miramon en Donostia.

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En esta salida Ibon Intxaurrandieta participa junto a tres compañeros experimentados, y les acompaña el experto Arizaga. «Estas citas deben empezar muy temprano, preferiblemente antes del amanecer. Es a primera hora del día cuando la mayoría de los pájaros muestran su máxima actividad», explica el ornitólogo.

Redes

El ave se queda atrapada en la red. Gorka Estrada

Anillado

La anilla se coloca con la ayuda de una pinza. Gorka Estrada

Medidas

Los tarsos se miden con un calibrador. Gorka Estrada

Pesaje

Se mete el ave dentro de un tubo para facilitar el proceso. Gorka Estrada

Liberación

Una vez recogidos los datos, el ave es liberada. Gorka Estrada

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«Hay que poner las redes antes de que salga el sol. Hoy hemos montado cinco porque estamos en un parque urbano pequeño, pero dependiendo del lugar hemos llegado a preparar hasta veinte», señala. «Eso sí, hay que esperar con paciencia a que algún pájaro se quede atrapado en alguna red. Una vez capturado, el ejemplar se introduce dentro de una bolsa de algodón transpirable y después hay que colocar la anilla que puede ser abierta o cerrada», describe. «Las abiertas se colocan en cualquier momento y sirven para identificar fácilmente a las aves, mientras que las cerradas deben ponerse a los pollos en sus primeros días de vida. Después deben tomarse las medidas de las alas, la cola, el pico y de los tarsos, estos últimos deben medirse con un calibrador. El siguiente paso es pesar al ave, para ello debe meterse en un tubo, que facilitará el proceso y que la mantendrá inmóvil. Luego, para obtener los datos de plumaje y de la grasa acumulada, deben soplarse las plumas. Esto nos permite saber si el ave esta gestando algún huevo», explica Arizaga, mientras, a su lado, Ibon recopila minuciosamente todos los datos en un cuaderno.

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Examen de anillador

«Ibon está en proceso de convertirse en anillador, y estos días le vienen muy bien para llegar al requisito de las 1.500 aves. Aunque también tiene que hacer un examen. Hay dos convocatorias anuales, las pruebas se celebra bien junio o en noviembre», comenta Arizaga. La prueba es gratuita y consta de 20 preguntas, muchas de ellas destinadas a la identificación de la especie, su edad y sexo. Además, se evalúan conocimientos sobre la administración de permisos, organización y planificación de proyectos y modo de entregar los datos del anillamiento.

Una vez recogidos los datos, y finalizado todo el proceso, el ave se deja en libertad. «Ahora solo queda esperar a que alguien la recupere y saber dónde aparece», cuenta Arizaga. El responsable de la oficina donostiarra, tras haber publicado el primer 'Atlas moderno de aves reproductoras en Euskadi', está inmerso en la puesta a punto de su segunda parte. «Nos encontramos en proceso de edición de un segundo libro, que recopilará datos sobre las migraciones de las aves». Además el próximo 12 de mayo, para celebrar el Día internacional de las aves migratorias, habrá una jornada de anillamiento dirigida al público en general en las que cualquiera podrá participar.

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