Pues sí. Ya he desayunado ahí. Si, ahí. Los donostiarras ya me entienden. Como no puedo hacer publicidad, a los de la capital que no andan por el centro o a los del resto del territorio guipuzcoano que no sepan a qué establecimiento hostelero me ... refiero les puedo mandar un whatsapp personalizado. La tosta de espelta integral, bien. El sitio, ideal.

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Como esto es un carrusel de exquisiteces gastronómicas, me topo en la Concha con un puesto de vino caliente –tal como en las ciudades nórdicas en invierno– pero recién desayunada no lo veo. Desde ahí se oye una gaita escocesa que suena en la barandilla a cargo de un autóctono con su faldita. ¿Te inventas las cosas que escribes, Josune? No, no invento (casi nunca).

Que los donostiarras nos quejamos de todo, decía este sábado David de Jorge en su página semanal sobre restaurantes, y ahora la moda es «dar caña a la Parte Vieja», con sus bares diversos y sus forasteros, y a él le parece «un paraíso en la tierra». Muy de acuerdo, sobre todo en lo de 'quejicas'.

Leo que Putin tiene probadores de comida por si le pretenden envenenar; en algo así pienso cuando me entero de que Donostia albergará la mayor planta europea de carne cultivada. Por si acaso.

De 'ese' sitio, sí, de ahí, por cierto, otro día les cuento qué tal los huevos benedictinos con su salsa holandesa y mortadela trufada.

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Bueno, pues les he puesto al tanto de lo último en gastronomía, que es un tema en el que aquí andamos un poco peces.

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