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Las nueve familias del paseo Ulia 38-40 de Donostia aún no se han quitado el susto del cuerpo tras el deslizamiento de piedras que padecieron el jueves por la tarde. «Entré al portal medio minuto antes de que cayeran las piedras. Tuve suerte. Si me llega a coger me podía haber hecho una avería o algo peor», comentó a DV el vecino Endika Erregerena. La comunidad de propietarios de este edificio lleva tiempo reclamando soluciones al Ayuntamiento por la inestabilidad de la ladera, la última de ellas una denuncia que fue registrada en la administración municipal el pasado 24 de agosto. Tras el incidente, el consistorio se encargó de alojar a los vecinos en hoteles y este viernes adoptó una solución de emergencia para asegurar el acceso a las viviendas con una marquesina de madera que detenga las piedras que eventualmente puedan caer. Igualmente adoptó la decisión de urgir a la propiedad de la finca particular de la que parte el problema a afianzar «de inmediato» el terreno para garantizar la seguridad de los dos portales afectados o, de lo contrario, ejecutará de forma subsidiaria las obras, impondrá hasta diez multas coercitivas y podría llegar a incoar un expediente de expropiación forzosa.
Los vecinos de esta casa de dos portales ('villa Pakitatxo', según la denominó el arquitecto que la diseñó) llevan años reclamando un mantenimiento de la ladera que hay detrás de su finca y que es un terreno rústico de propiedad particular donde, al parecer, no vive nadie. «Es propiedad de gente de Madrid. El dueño murió y heredaron sus descendientes», señalaron este viernes algunos vecinos afectados por el siniestro. Cuando hace 58 años se construyeron los dos portales, la zona de monte aledaña estaba prácticamente sin vegetación y sin árboles, pero seis décadas después ejemplares de decenas de metros acechan este edificio de viviendas y, lo que es peor, el suelo de esta ladera aparece muy disgregado, con piedras de diferentes tamaños que, cada vez que llueve, deslizan y caen hasta la parte de atrás de los portales 38 y 40. «Las rocas calizas que están por debajo de los árboles se están rompiendo por efecto de las raíces de los árboles y caen al paso» hacia los portales. «Los árboles a su vez están perdiendo sujeción porque sus raíces están quedando a la vista», señalaron en su denuncia al Ayuntamiento los vecinos.
Endike Erregerena
Vecino
De tanto ir el cántaro a la fuente termina por romperse. Hace unos años, uno de los árboles cayó sobre el lateral de la casa. La caída de pequeñas piedras ha sido una constante durante los últimos años, pero el jueves cayó una roca «del tamaño de una mochila». Endika Erregerena acababa de entrar al edificio. «Las piedras cayeron medio minuto después de entrar al portal». Endika reconoce haber estado una o dos horas después «en shock» pensado en lo que le podía haber pasado si le llega a golpear la piedra.
Al lugar se desplazaron efectivos de la Guardia Municipal, Bomberos, Servicios Sociales y técnicos de Urbanismo y Mantenimiento Urbano. La inspección no detectó daños en el edificio pero, «dado que los fragmentos pétreos tienen un tamaño suficiente para generar lesiones de importancia en caso de alcanzar a las personas», según recoge el informe elaborado al efecto, se requiere a los propietarios de la finca contigua «colocar una marquesina de andamiaje» que garantice la seguridad del acceso a los portales. Ante la urgencia de acometer esta actuación, el Ayuntamiento contrató la colocación de esta protección en el día de este viernes –lo que permitió a las nueve familias volver a sus casas al final de la tarde– y «los gastos se repercutirán contra los propietarios» de la finca aneja «como responsables del mantenimiento de las parcelas que han originado el incidente».
Vecinos afectados
Comunidad 38-40
El informe técnico ordenó el desalojo preventivo y transitorio de las viviendas en tanto no estuviera construida la marquesina de seguridad, e instó al Ayuntamiento a «requerir» a los propietarios de las parcelas causantes del incidente a «realizar las actuaciones necesarias para garantizar la seguridad» de los vecinos mediante el «afianzamiento de la superficie de la ladera y tratamiento de la vegetación», una intervención que deberá realizarse «con carácter inmediato».
La concejala de Urbanismo firmó una resolución que ordena realizar estas actuaciones y apercibe a los propietarios de la finca de que, en el caso de ignorar la orden, el Ayuntamiento procederá a la «ejecución subsidiaria» de las obras, impondrá hasta «diez multas coercitivas con periodicidad mínima mensual por valor máximo de cada una de ellas del 10% del coste estimado de las obras ordenadas o 600 euros», e incoará un «expediente de expropiación forzosa». Contra esta resolución cabe interponer un recurso de reposición en el plazo de un mes o impugnarla directamente en un plazo de dos meses ante el juzgado.
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