![Coronavirus: Militares del cuartel de Loiola, confinados tras unas maniobras en Badajoz](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/202010/13/media/cortadas/jura-kJeE-U120440117016T5F-1248x770@Diario%20Vasco.jpg)
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«No se están cumpliendo los protocolos sanitarios», denuncian varios soldados pertenecientes al batallón Legazpi del regimiento Tercio Viejo de Sicilia del cuartel de Loiola, que están aislados tras un brote de coronavirus registrado durante las maniobras realizadas hace dos semanas en Badajoz. ... En total, alrededor de treinta militares se hallan confinados en el cuartel pacense de Bótoa tras haber dado ocho de ellos positivo en las pruebas PCR, mientras que otro medio centenar debió hacerlo en sus domicilios, adonde se trasladaron previo regreso a Loiola sin haberse hecho los test pese a que «varios ya tenían síntomas», según atestiguan.
Los soldados consideran que «todos éramos contacto directo», porque durante las maniobras realizaban la instrucción «sin mascarilla» y «sin distancia de seguridad». Convivían en tiendas de campaña y las comidas las realizaban «en mesas de seis a ocho personas», que debían beber a morro «de la misma botella de Coca-Cola porque no teníamos ni vasos ni tampoco nos daban agua». Según aseguran, al acabar de comer y cenar las botellas medio vacías «se rellenaban para reutilizarlas en la siguiente vez».
La cadena de contagio se inició el sábado 26 de septiembre. Ese día, y pese a que «el teniente médico del cuartel recomendó no llevar a cabo las maniobras por el poco control sanitario que se podía tener», partió de Loiola un convoy de 24 vehículos con 48 personas rumbo a Valladolid, donde pernoctaron para llegar al día siguiente a Badajoz. El domingo 27, otra treintena de militares viajó de Donostia a Bótoa en un autocar de la empresa Alsa.
Según los soldados -este periódico ha tratado de confirmar la versión de los cuarteles, sin éxito-, el lunes 28 y el martes 29 se llevaron a cabo «con normalidad» las primeras maniobras. El miércoles 30, tras un ejercicio nocturno, un soldado «acudió al botiquín porque se sentía mal». Al tener fiebre, los médicos lo trasladaron a Badajoz, donde fue aislado. Esa noche, otro más fue evacuado al cuartel, también con síntomas. Se da la circunstancia de que ambos habían cenado el sábado 26 juntos con sus respectivas parejas en Donostia. Una de las mujeres sintió después signos de Covid, y dio positivo en la PCR.
El jueves día 1, siempre según el relato de los soldados, el convoy de 24 vehículos y «48 o 50 personas» emprendió el regreso a Donostia con escala en Valladolid para dormir. En Badajoz se quedó la treintena restante, que durmió en habitaciones de tres en tres, salvo los dos contagiados, que estuvieron aislados.
El viernes 2 fue anulado el viaje de regreso en autobús a Donostia, por lo que los 32 soldados y mandos del Tercio Viejo de Sicilia -el mismo que durante el estado de alarma procedió a la desinfección de espacios públicos como en la estación de trenes de Donostia- permaneció en Badajoz. Todos se sometieron el sábado a pruebas PCR, que registraron cuatro nuevos casos positivos. Los cuatro habían dormido en habitaciones diferentes junto a otros dos compañeros, por lo que «el número de contagios se podía haber disparado», aunque de momento solo ha habido dos más. En principio, está previsto que el regimiento regrese hoy a Donostia.
Por su parte, al medio centenar de miembros del convoy no se les practicó ninguna PCR a su llegada a Loiola, el viernes día 2. Mientras solo una decena se quedó en Donostia, al resto se le «ordenó» ir a sus domicilios, en localidades como Jaén, Madrid, Toledo, Oviedo, Santander, Bilbao o Pamplona. Se desplazaron «en coches particulares, transporte público o BlaBlaCar», lo que, en su opinión, supone «otra imprudencia» ya que «al menos seis no se encontraban bien» y podían «haber contagiado a otros viajeros».
De hecho, durante ese fin de semana pudieron estar «con la familia y los amigos». El lunes día 5, a todos los componentes del convoy se les instó a realizarse PCR. «Aquí todo se hace a la orden», apuntan. Según señalan, cuando trataron de hacerse un test en su centro de salud correspondiente, se encontraron con la negativa mayoritaria porque se la debían «haber hecho en San Sebastián». Trataron de que desde el cuartel se asumiera el coste de las pruebas, pero aseguran que «no querían pagarla porque son más de cien euros cada una».
El incumplimiento del protocolo sanitario no se reduce a estas maniobras. Habría sido «habitual» en Loiola, que, según denuncian, es «el único cuartel de España en el que se ha mantenido el aforo, cuando el resto ha estado al 50%, como por ejemplo Mungia». Los soldados lamentan que «en toda la pandemia el alto mando del cuartel (lo identifican con nombre y apellidos) lo ha gestionado mal». En estos meses, «se habrán dado unos 15 positivos, y en algunos casos seguíamos manteniendo contacto con ellos, ya que nos obligaban a trabajar juntos. No podíamos negarnos, porque debemos cumplir órdenes».
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