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Su rostro es conocido. Y su popularidad, un altavoz para dar visibilidad a la preservación de óvulos. La actriz y presentadora Nerea Garmendia (Beasain, ... 1979) está a punto de dar a luz a su primer hijo, Unax. Tiene 45 años y hace ocho decidió preservar su fertilidad mediante la técnica de la vitrificación de ovocitos. Y, aun siendo consciente de que su testimonio está expuesto al debate público, la intérprete lo tiene claro: no le incomoda rebasar su intimidad y contar su propia experiencia para dar a conocer esta práctica que, a su juicio, se vive en el más absoluto mutismo. «Lo hago público porque estamos muy desinformados y no entiendo por qué es un tema tabú el hecho de que algunas mujeres tengamos que recurrir a la ciencia o necesitemos ayuda para poder tener hijos. No debemos juzgar», sentencia.
Garmendia relata su historia, además, porque ella misma fue 'víctima' de esa falta de información. La actriz llegó incluso a protagonizar una obra de teatro sobre el tema, una comedia romántica donde tres mujeres buscaban desesperadamente a un hombre que les fecundara. Pero ni siquiera cuando se puso en la piel de aquel personaje cayó en la cuenta de que la edad es un filtro determinante para poder ser madre de manera biológica y, sobre todo, sin riesgos genéticos añadidos para el feto.
Fue un tiempo después cuando un buen amigo le aconsejó que se congelase sus óvulos por si el día de mañana quería quedarse embarazada. Como tener un 'plan B', aunque tampoco sea una garantía segura para poder ser madre a futuro. Pero entonces tampoco entraba en sus planes. Su ajetreada agenda como actriz relegó al último de sus pensamientos el hecho de buscar un bebé. «No le di ninguna importancia... Hasta que a los 36 me acordé de aquella conversación y di el paso de congelarme los óvulos», recuerda Garmendia, que abandera el discurso de quienes defienden la libre opción de postergar su maternidad por diferentes factores. «Quería ser yo la que decidiera si iba a ser madre o no, no mi reloj biológico», dice.
Garmendia se sometió a tres extracciones porque, ya en aquel momento, su reserva ovárica era baja y, además, tenía un quiste en un ovario: sin poder ponerle remedio al paso del tiempo, había llegado a la edad donde los óvulos empiezan a perder calidad. De ahí que también alce la voz para recomendar a las jóvenes que se realicen una simple analítica para saber cuál es su reserva ovárica. «Damos por hecho que todo está bien... Hasta que te das de bruces con la realidad: a partir de los 35 años la probabilidad de quedarse embarazada se reduce en casi un 40%, y las posibilidades de que el bebé pueda venir con alguna enfermedad aumentan muchísimo», alerta.
Por eso mismo, tal y como relata, ella no ha intentado ser madre de manera natural. Tuvo claro, desde el momento en que decidió, junto a su actual pareja, que quería ser madre, que aprovecharía aquellos óvulos más jóvenes que se preservó en 2017 para esquivar lo más posible que el feto viniera con alguna complicación. «Me quedé soltera en la pandemia... Y decidí ser madre sola. Pero nunca me imaginé que encontraría a mi chico en solo cinco meses, así que quise esperar un tiempo para conocernos mejor porque me parecía irresponsable ser madre con alguien a quien acababa de conocer», cuenta.
Garmendia tenía entonces 40 años. Y un año después empezó el proceso para la fecundación 'in vitro'. Sin embargo, el camino hasta llegar aquí no ha sido nada sencillo. «He estado tres años intentando ser madre y he conseguido quedarme embarazada a los 44. Por eso siempre digo que yo no he sido madre cuando he querido, sino cuando he podido...», relata Garmendia, que reconoce haber vivido momentos «muy duros». «Esta vez, al principio no quisimos ni siquiera saber el sexo del bebé. No me refería a él, no le hablaba porque no me quería hacer ilusiones... Eran ya varias veces las que lo habíamos intentado», continúa. Por eso, dice, le da «mucha rabia» que la gente juzgue sin saber qué se esconde detrás de cada historia. «¿Me hubiera gustado tenerlo antes? Sí. Pero me veo con muchísima fuerza y energía para ser madre con 45 años», se defiende ante quienes puedan cuestionar la edad idónea para traer un hijo al mundo.
«Cada uno sabe el momento físico en el que se encuentra y, mirándolo por el lado bueno, ahora le puedo dar una calidad de vida mejor y voy a poder dedicarle mucho más tiempo que hace diez años. Cada uno tiene que ser responsable». Además, Garmendia lanza un argumento para quienes consideran un 'lujo' someterse a esta técnica. «Vivimos en una sociedad en la que la gente se compra coches de 50.000 euros y teléfonos móviles de 1.500. Por tanto, es cuestión de prioridades».
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