«Queríamos vivir solos y lo hemos logrado»
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Como Carlos y Marta Sofía, diecisiete personas con discapacidad física residen en su propio domicilio gracias al programa de apoyos de GipuzkoaVida independiente ·
Como Carlos y Marta Sofía, diecisiete personas con discapacidad física residen en su propio domicilio gracias al programa de apoyos de GipuzkoaCarlos González y Marta Sofía Peribáñez se conocieron en una residencia de Logroño hace más de veinte años. Era un centro de recuperación para personas con discapacidad física. Allí tenían «horarios» y «apenas se podían decidir las actividades diarias», explica él mientras toma un sorbo ... de cerveza con limón a través de una pajita. Se preparaban para «hacer una vida independiente». No pasó mucho tiempo cuando se enamoraron y, al poco, se mudaron a Donostia, en concreto al barrio de Alza. Desde entonces, participan en el programa de vida independiente de la federación coordinadora de personas con discapacidad física de Gipuzkoa Elkartu y la Diputación, que en la actualidad tiene diecisiete usuarios.
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Desde que surgió esta iniciativa, que tiene como objetivo facilitar la inclusión en la comunidad, evitando el aislamiento, permitiendo su participación plena en todos los aspectos de la vida, evitando el ingreso en los servicios residenciales y facilitando los procesos de emancipación, Carlos y Marta forman parte de ella. «Estamos muy contentos. Queríamos vivir solos y lo hemos logrado», coinciden. Tienen contratados tres asistentes personales con la prestación económica que reciben por ser beneficiarios de este programa, que va desde los 231 euros mensuales a los 3.100 dependiendo del caso. Ellos cuentan con tres profesionales que les ayudan en el hogar. Una de las asistentes va a su casa de 9.00 horas a 17.00 horas, la otra de 21.00 horas a 00.00 horas y la tercera, los fines de semana. «Nos ayudan al aseo personal, a hacer la comida, a las tareas domésticas... Yeso nos permite hacer una vida autónoma», aseguran.
Además, tienen tiempo y margen de hacer lo que les gusta en soledad, o en la compañía en la que ellos decidan. Por las mañanas aprovechan para hacer los recados habituales, dependiendo del día comen juntos «como otra pareja cualquiera» y por la tarde, cada uno se dedica a sus tareas. MartaSofía hace labores de secretaria en una asociación y Carlos estudia una formación de Integrador Social.
«Ahora tenemos la oportunidad de hacer lo que nos apetezca cuando queramos, tenemos esa independencia que en una residencia no hay», reflexionan. «La vida es totalmente diferente. Estamos muy ilusionados con esta etapa de nuestra vida».
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Los fines de semana les gusta «ir al cine o a dar un paseo». Pero no solo eso. Carlos es un amante de los deportes. Practica boccia, un deporte paralímpico que consiste en un juego de bolas, similar a la petanca, los bolos o el curling. También hace slalom. Ambos son muy activos y es «muy complicado» encontrarles por casa, si no es para dormir.
Desde su propia experiencia reivindican un «cambio de mentalidad en la filosofía de vida independiente. Los programas como el que tienen Elkartu y la Diputación están muy bien, pero todavía queda mucho camino por recorrer», insisten. A fin de cuentas, aún hay «muchas personas con discapacidad física que viven en una residencia o en el seno de los apoyos familiares por obligación. Cuando esto es una opción, está bien, pero no cuando está impuesto», defiende el director de Elkartu, Mikel Malcorra. Tanto Carlos como Marta Sofía participan activamente en esta federación y son de la misma opinión.
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La mayoría de usuarios del programa de vida independiente que han podido dar el paso de ser más autónomos tienen entre 31 y 50 años y una discapacidad física que les impide realizar las tareas del día a día con normalidad, aunque también hay personas dependientes. El 66% ha participado en un estudio elaborado por Elkartu y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) recientemente y han valorado «muy positivamente» el impacto de este programa en su bienestar, por lo que el departamento de Cuidados y Políticas Sociales ha apostado por seguir ampliándolo, según explicaron esta misma semana la diputada Maite Peña, Malcorra y la decana de la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV, Amaia Inza.
Desde que se puso en marcha esta iniciativa en el año 2004, ha servido como apoyo a más de sesenta personas. El informe acredita que el modelo de vida independiente garantiza la inclusión social de las personas con discapacidad y una salud emocional equivalente al conjunto de la población, favoreciendo el empoderamiento y la libertad de elección en los diferentes aspectos de la vida.
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En cualquier caso, también recoge recomendaciones, como que de promueva el acceso a personas con niveles inferiores de ingresos, jóvenes, y personas que viven en un ámbito rural.
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