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Martín Bengoetxea lleva más de media vida al volante, enseñando a conducir a varias generaciones desde su autoescuela Mendi en Andoain. A sus 73 años ... continúa dando clases aunque cree que ya va siendo hora de jubilarse. «Antes de un año pienso hacerlo», comenta. El problema es que no encuentra sustituto para traspasar su autoescuela y evitar así el cierre definitivo de un negocio en el que ha disfrutado «mucho» pero donde las horas comienzan a pesar. «Al final, después de tantos años, te vas quemando», afirma.
Las ganas de jubilarse se empañan cuando piensa en tener que bajar la persiana por última vez. «Claro que me da pena», reconoce, por ello ha intentado traspasar el negocio. Sin embargo, no encuentra a nadie que le coja el relevo, por más facilidades que ponga.«Tuve una persona interesada y se lo ofrecí pero al final nada. Incluso le comenté de empezar con él y ayudarle en todo hasta coger la marcha, sin cambiar el nombre de la autoescuela hasta que le conocieran y pasándole una renta pequeña pero ni por esas», lamenta.
Martín Bengoetxea
Autoescuela Mendi
El hecho de que no haya cuajado su oferta cree que se debe a varias razones:«La gente busca calidad de vida. No está por la labor de trabajar mañana y tarde, sábados y hasta domingos como he hecho yo muchas veces porque los chavales tenían que estudiar, y poníamos la clase a las 7.45 horas, por ejemplo. No es atractivo ser profesor de autoescuela. Además, la gente va a lo cómodo y hoy en día nadie quiere ser autónomo».
En su caso, se sacó el título a los 21 años y después de doce años trabajando para una empresa como profesor de autoescuela, decidió ponerse por su cuenta. Ahora ve cómo profesionales de alrededor van abandonando la profesión.
Martín Bengoetxea
Autoescuela Mendi
Ha intentado contratar más profesores para incorporar a su autoescuela pero «no hay. He llamado a compañeros de Sevilla, Madrid, Zamora... por les interesaba venir aquí y trabajar de profesores pero tampoco», dice Bengoetxea, que observa cómo muchos de sus colegas han dejado el sector «para incorporarse como conductores a Dbus, Lurraldebus, etc. En los últimos 15 años, desde la crisis de 2008, se han ido igual 25 profesores. La gente buscó otro camino».
A pesar de los sinsabores y muchas horas «apechugando», guarda bonitos recuerdos al volante. «Soy bastante hablador y siempre me ha gustado estar en contacto con la gente», dice, al tiempo que observa cómo ha bajado el nivel de los alumnos. «Conozco a una profesora que tiene un grupo con 15 repetidores, una barbaridad», comenta sorprendido.
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