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El suceso tuvo lugar hoy hace 15 años. Fotos: ALAIN GUILHOT
El cocinero que asesinó a su esposa embarazada y a su hija

El cocinero que asesinó a su esposa embarazada y a su hija

Crónica negra de Gipuzkoa ·

El 14 de febrero de 2004 un cocinero francés asesinó en Hendaia a su esposa, embarazada de casi cuatro meses y la hija de ambos, de 5 años

javier peñalba

Jueves, 14 de febrero 2019

La familia de Belén Muro Etxegarai jamás podrá celebrar el día de San Valentín como el resto de las personas. En el de 2004 se cometió uno de los crímenes más brutales que se recuerdan. Fue un asesinato machista, aunque entonces todavía no se había acuñado este término. El recuerdo de aquellos hechos será doloroso para familiares y allegados, pero la sociedad no puede permitir que lo que sucedió quede en el olvido.

Era el 14 de febrero de 2004. Era sábado. Dubarry, de 33 años, jefe de cocina del complejo de talasoterapia de Hendaya Serge Blanco, llegó de madrugada a su casa después de haber estado con la mujer con la que mantenía una reciente relación sentimental. Lo tenía todo estudiado para acabar con la vida de su esposa, Belén Muro Etxegaray, donostiarra de 34 años, y de su hija Irati. Aguardó hasta el amanecer para asfixiar con una almohada o un cojín a su mujer, embarazada de casi cuatro meses, y estrangular a la niña con un cable eléctrico. Eran las 8.00 horas. Dubarry desordenó el piso y preparó todo para que la Policía creyese que unos delincuentes habían irrumpido y habían matado a su familia.

Consumado el doble crimen, Dubarry salió de casa y se dirigió a su trabajo. Aquella mañana llamó varias veces a casa. Sabía que no iba a hallar respuesta alguna, pero deseaba dejar evidencias de un comportamiento aparentemente normal. Luego, compró un ramo de flores. Simuló que era para regalárselo a su esposa. Seguidamente, regresó a su domicilio, en el número 14 de la calle Doléac.

El cocinero accedió a la vivienda y de inmediato salió en estado de aparente nerviosismo. Llamó a los vecinos, les pidió ayuda. «Mi mujer y mi hija están muertas, avisen a la Policía», gritó. Llegaron los agentes. Nadie sospechó entonces del marido, nadie creía que aquel hombre tan educado y cumplidor hubiese tenido el valor de matar a su mujer y menos todavía a su hija. La relación entre ellos parecía muy cordial.

Silenció la relación

El acusado permaneció toda la tarde del sábado en dependencias policiales. Incluso durmió allí. En las horas posteriores al crimen, por la comisaría pasaron a declarar conocidos, familiares y compañeros de trabajo del acusado. Entre estos últimos se encontraba la persona con la que Christophe tenía desde hace unos cinco meses una relación extramatrimonial. Pero en su primera declaración, la amante silenció su vinculación sentimental con el jefe de cocina.

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Al día siguiente el juez comunicó a la Policía su intención de decretar la puesta en libertad de Dubarry. Los agentes solicitaron al magistrado que les permitiera retenerle sólo unas horas más. Y fue en el transcurso de este lapso cuando la amante se personó de nuevo en la comisaría. Dijo que deseaba realizar una declaración complementaria y en el transcurso de la misma reconoció que mantenía una relación con el acusado. A partir de ahí todo cambió. Un nuevo interrogatorio dejó al descubierto a Dubarry. Llegaron las contradicciones, las dudas y las imprecisiones. Horas más tarde terminó por confesar.

Dubarry fue juzgado por estos hechos en un tribunal de Pau. El cocinero fue sentenciado en 2006 a 25 años de cárcel. El jurado consideró al acusado culpable de dos delitos de asesinato con premeditación con las agravantes de haberlos perpetrado sobre una menor de edad y una mujer embarazada. En la vista, el acusado dijo no recordar nada de lo que hizo.

Frialdad y brutalidad

La fiscal y la letrada de la acusación particular incidieron en sus informes en la frialdad y brutalidad con la que Dubarry actuó. Ambas efectuaron un relato pormenorizado de los acontecimientos que tuvieron lugar aquella noche del 13 de febrero en la que el inculpado llegó a casa y halló a esposa e hija dormidas en la misma habitación. Brigitte Delobel-Defix y Christiane Fando no dudaron en afirmar que el acusado actuó con premeditación.

Subrayaron que en el dilema de elegir entre su familia y la relación extramatrimonial que mantenía con una compañera de trabajo, optó por la segunda. «Y las mató mientras dormían, cuando más indefensa y confiada puede estar una persona»,dijo la fiscal. Fando precisó que el acusado «cogió unos guantes, fue a la habitación donde descansaba su esposa, se situó sobre ella, le agarró de la cabeza y la golpeó primero contra la mesilla. Belén quedó todavía más vulnerable». La fiscal y la letrada recordaron al jurado la crudeza del momento en el que el acusado acabó con la vida de Irati.

«Las pruebas demuestran que la niña se defendió. Se despertó sobresaltada. ¿Cuál es el grito que una niña puede proferir ante una agresión? Seguro que mamá, pero mamá no estaba. La niña debió gritar más, seguro que lo hizo, ¿qué gritó? Dubarry no nos lo ha dicho», manifestó. Brigitte Delobel-Defix insistió: «Irati se encontraba boca arriba. La luz de la habitación estaba encendida. Ella tuvo que ver a su padre. Pero el no quería ver la mirada de Irati, no deseaba ver las preguntas que brotaban de sus ojos. Su hija conoció la traición del amor cuando su padre le estrangulaba».

Tanto la fiscal como la abogada de la familia pusieron de manifiesto la determinación de Dubarry para acabar con las vidas de su esposa e hija. «Pudo parar. Cuando vio que no podía estrangular a su hija con las manos pudo desistir en lugar de coger el cable y consumar el crimen. Sin embargo, no lo hizo».

«Hacer desaparecer lo que no desea»

Ambas acusaciones no dudaron en señalar que la amnesia que el acusado decía sufrir es fruto de una estrategia premeditada. El acusado declaró al día siguiente de los hechos, después de que se conociera que tenía una relación sentimental con otra mujer, su participación en los hechos, si bien ahora afirma que no recuerda nada. La fiscal y la abogada pusieron de manifiesto el informe de un médico psiquiatra según el cual el acusado no padece enfermedad mental alguna. «Si en algo están de acuerdo los peritos es que Dubarry es un hombre peligroso y que puede volver a matar. Los expertos nos han asegurado que mientras que la lógica del acusado sea la de hacer desaparecer todo lo que no desea, es un hombre peligroso. Hoy tenemos la obligación de mirar al futuro y de impedir que lo que les ha sucedido a Belén y a Irati no se repita».

La abogada de Christophe rechazó en el juicio que hubiera premeditación en la actuación de su cliente. Sostuvo el acusado sufrió un arrebato tras leer una carta escrita por su esposa en la que le recriminaba la falta de atención a la familia. Indicó que Dubarry actuó condicionado por dicho arrebato, de ahí que no fuera plenamente consciente de lo que hacía.

El fallo judicial fue acogido con desolación por parte de los familiares y amigos de Belén Muro que aguardaban el veredicto en la sala de vistas. Maite Muro, hermana y tía de las víctimas no pudo contenerse y rompió a llorar. Amigos y familiares aseguraron que el fallo era decepcionante, toda vez que esperaban una penas todavía más duras.

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