![La ruta de La Corniche, en peligro de extinción](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/04/14/82656904-klrG--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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El futuro de la carretera de La Corniche, la preciosa ruta de siete kilómetros que conecta Hendaia, Urruña y Ziburu y por la que cada día transitan cientos de guipuzcoanos, es incierto debido a los constantes desprendimientos que se producen en su recorrido por ... la erosión marina de los acantilados. Las autoridades francesas llevan años preocupadas por la conservación de un paraje de indudable valor ecológico y turístico y, en la búsqueda de una solución definitiva, establecieron hace meses diez posibles escenarios a futuro que ahora han quedado reducidos a cuatro tras los estudios llevados a cabo por diferentes organismos. Tres de ellos contemplarían el desvío del tráfico por otras rutas alternativas y solo uno abogaría por su conservación, aunque con algunas actuaciones puntuales en zonas críticas. En el horizonte, y como fecha límite: 2043, el año en el que los estudios realizados prevén que la carretera de La Corniche pueda desaparecer definitivamente arrastrada por el mar, aunque ya hay voces que apuntan con preocupación que el proceso se ha acelerado.
La erosión no es algo nuevo, sino un fenómeno natural provocado por la fuerza del mar que, con los años, ha ido moldeando la costa a su antojo. Sin embargo, la gota que colmó el vaso y disparó todas las alarmas se produjo el 29 de octubre de 2020 cuando una lengua de tierra de unos 30 metros se derrumbó sobre el mar apenas minutos después de que cientos de personas se hubieran agolpado en el mirador cercano a Ziburu para contemplar a los surfistas cabalgando sobre la famosa ola Belharra, que aparece cada cierto tiempo y que supone todo un acontecimiento.
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Aquel desprendimiento que rozó la tragedia llevó a las autoridades vecinas a tomar medidas urgentes y a encargar al Cerema, el centro de estudio de los riesgos, el medio ambiente y la movilidad, un análisis de La Corniche que alertó de un riesgo «importante» y «muy fuerte» de desestabilización de varios sectores. De este modo, el 9 de noviembre de 2021 la prefectura de los Pirineos Atlánticos en Baiona publicó un decreto por el que estableció la prohibición de circulación de peatones por el camino costero, que sería reabierto meses después ya modificado para reducir los riesgos.
El problema es qué hacer con una carretera departamental que discurre paralela a la costa, por la que cada día en invierno circulan unos 8.000 vehículos y que en verano pueden llegar a ser 15.000 con motivo de la afluencia de turistas.
El estudio promovido por el estado francés para buscar una solución definitiva puso sobre la mesa diez posibles escenarios que el pasado 9 de marzo, tras la reunión del Copil, el comité que reúne a los tres ayuntamientos afectados –Hendaia, Urruña y Ziburu– y al resto de organismos públicos con competencias en la zona, quedaron reducidos a los mencionados cuatro. De todos ellos, solo uno apuesta por la conservación del actual trazado, con una intervención puntual en las dos áreas más problemáticas que detectó el estudio del Cerema: la que se encuentra a la altura del Camping Juantcho y la del blockhouse, cercanas ambas a la zona en la que se produjo el derrumbe de 2020.
Es por la que apuesta el alcalde de Hendaia, el socialista Kotte Ecenarro, ya que facilitaría una intervención urgente en dos puntos extremadamente delicados, no en vano se habla incluso de un riesgo de derrumbe de meses. Soluciones como desviar el tráfico por carreteras alternativas, conseguir la gratuidad de las autopistas o el desarrollo de la red ferroviaria llevarían entre cinco y quince años, tal y como señaló no hace mucho el presidente del Consejo Departamental, Jean-Jacques Lasserre, debido a las dificultades que presentan las numerosas limitaciones legales y técnicas. Obviamente, no se dispone de ese tiempo. Esta solución inmediata por la que aboga Ecenarro, que además evitaría que barrios como Haizabia en Hendaia y Sokoa en Ziburu quedaran aislados, está contemplada únicamente como una medida para ganar tiempo, lo que no impide que se trabaje en una solución definitiva a largo plazo, que a Ecenarro le gustaría que mantuviera abierta esta carretera.
Sin embargo, no todos los alcaldes afectados opinan igual. En Urruña, Philippe Aramendi, de Euskal Herrria Bai, aboga por un cierre total de la carretera y por el desvío del tráfico por otras rutas alternativas como Glacière u Orio, ya que considera que la solución de urgencia que pretende Hendaia no es viable debido a diferentes obstáculos legales, ya que la mayor parte del terreno donde se ubica el Camping Juantcho pertenece a Conservación del Litoral, un organismo que no tiene derecho a venderlo, y además chocaría con la Ley de Costas.
El punto intermedio entre las posiciones de Hendaia y Urruña lo representa el alcalde de Ziburu, el abertzale Eneko Aldana-Douat, de Ziburu Bizi, que considera que estos cuatro escenarios que están sobre la mesa no tienen por qué ser independientes y que podrían combinarse algunas soluciones para lograr que la intervención fuese efectiva y rápida. Pretende también intervenir de manera urgente en los puntos críticos, aunque cree que uno de ellos, el del Camping Juantcho, no puede abordarse debido a complicaciones técnicas. Eso sí, tiene claro que la solución definitiva debe ser duradera y no un parche que provoque que en unas pocas décadas vuelva a plantearse la misma discusión.
En cualquier caso, la solución, sea cual sea, no es sencilla. Por una parte por la complejidad administrativa que requiere cualquier intervención, por otra, por dificultades técnicas que tienen algunas zonas y, sobre todo, por el alto coste de una obra cuya financiación aún estaría por discutirse, probablemente en otoño, cuando en el Copil se presenten las evaluaciones finales de cada uno de los cuatro escenarios que se plantean como solución.
El temor es que mientras la burocracia avanza lentamente, el alto riesgo de derrumbe pueda provocar el cierre de la carretera de La Corniche sin haber encontrado una solución alternativa. Ese es sin duda un escenario que nadie desea y que todos temen.
Mientras tanto, si uno coge el coche y recorre esta preciosa ruta sin conocer el peligro al que se expone, se encontrará con tramos, los más delicados, en los que la carretera se ha estrechado para minimizar el impacto de la circulación sobre la costa. Es entonces cuando una señalización bien visible avisa del peligro con dos mensajes: 'Atención, calzada estrecha. Sea prudente'. Y otro mucho más alarmante: 'Riesgo de hundimiento de la calzada'.
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