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De bien nacidos es ser agradecidos. Tiene interiorizado el refrán Sergio Osés, navarro de 48 años que ha querido expresar este jueves su gratitud a ... los dos voluntarios de Cruz Roja que le rescataron el domingo del embrollo en el que se sumergió en alta mar en la costa de Getaria. «No es que me salvaran la vida, pero por mí solo no habría salido y qué menos que agradecer el servicio y la atención recibidas. Me trataron genial», sostiene después de coger el coche, desplazarse de Pamplona a Getaria y pasar una hora con los dos muchachos que le socorrieron. «Tienes mejor cara», le vacilaron. «Y la ropa seca», les respondió en el mismo tono bromista.
El episodio conmemorado ocurrió el domingo. «Fui a Getaria junto a unos compañeros de un club social. Era la primera vez que iba con ellos y, además, estrenaba kayak. El mar no acompañaba y en un momento en el que estaba soltando un pez llegó una ola, me pilló despistado y me dio la vuelta». Sergio pescaba y «llevaba tres cañas». Todo el aparataje que acumulaba encima, sin embargo, se le vino en contra. «Cuando volqué, se me engancharon las dos cañas que tenía más próximas, concretamente los aparejos: una en el brazo -cubierto al menos con ropa-, otra en la pierna. Tampoco llevaba la vestimenta adecuada. Se sumó todo», rememora el momento.
El pamplonés quedó en una situación comprometida, sin que sus compañeros pudieran sacarle del agua. «Conseguí darle vuelta al kayak pero quedé enredado. Había perdido la pedalera porque no estaba bien sujeta y los anzuelos se me engancharon, en el brazo izquierdo y en la pierna derecha. Las cañas iban sujetas con cuerdas al kayak, con lo que al estar boca abajo, quedé con esa tensión de las cañas hacia el fondo, con uno de los anzuelos clavado en la pierna, aunque ni sentía dolor con el frío del agua».
Todo ello ocurrió junto al ratón de Getaria, en la salida del puerto. Para añadir un punto de angustia, el oleaje le empujaba cada vez más cerca de las rocas. «Los compañeros me alejaron un poco de la costa y llamaron al canal 16, a salvamento marítimo». La embarcación de la Cruz Roja acudió «en unos cinco minutos».
Lo agradeció el accidentado. «No era miedo, porque estaba con chaleco y sabía que no me iba a hundir, pero sí sentía ya la impotencia de estar pataleando durante quince o veinte minutos para mantenerme junto al kayak. ¡Y el frío!», remarca Sergio.
El patrón de la motora que se le acercó, Manu Sanz, recuerda que el rescatado «estaba enredado entre cabos y aparejos, tenía un anzuelo clavado y mucho frío. El agua estaba a unos 13 grados. Estaba empezando con una hipotermia. Cortamos todo lo que le ataba -las tijeras y navajas se le habían caído al volcar-, le subimos al bote y remolcamos el kayak. Llevaba ropa inadecuada, estaba empapado y le pesaba mucho. En tierra esperaba una ambulancia y con una manta ayudamos a que entrara en calor. Los del restaurante del puerto también se portaron y le sacaron café caliente. De eso se trata, de ayudar cada uno con lo que puede».
Sergio comunicó a responsables de Cruz Roja que quería conocer en persona a sus dos rescatadores, Manu Sanz e Imad El Hannoui, y se personó en las instalaciones de la ONG en Getaria el jueves, consciente de que «a todos nos gusta que nos den las gracias. Yo también trabajé de joven en la Cruz Roja de Burlada. Es increíble la labor que se hace».
A los dos jóvenes les hizo ilusión el gesto. «La mayoría de veces, después de un rescate, no sabemos nada de la persona que hemos asistido. Estuvo bien verle a Sergio ya recuperado, comprobar que había aprendido lo que había hecho mal y con buen humor. Nos dijo que no le volverá a pasar», cuenta Manu.
Y no será porque no tenga ganas de volver al escenario del suceso. «A mí me gusta todo lo relacionado con el mar. Me relaja. Antes tenía una barca, pero la vendí. No tenía sitio para guardarla. Compré un kayak y lo tengo en una bajera. El domingo pasado lo estrenaba. ¡Vaya si lo estrené! Lo bauticé y todo», ríe Sergio. Reconoce que a partir de ahora llevará ropa adecuada y tendrá más cuidado al acumular aparataje de pesca a bordo. No obstante, en el peor de los casos, ahí estará la Cruz Roja.
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