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Los guipuzcoanos no son iguales ni en la salud ni en la enfermedad. Los vecinos de Pasai Antxo tienen un 30% más de probabilidad de ... sufrir un tumor maligno que los de Zarautz. Y las de Elgoibar, un 26% más de morir por una enfermedad respiratoria que las de Irun. Pero no hace falta recorrer tantos kilómetros para encontrar estas diferencias. Las desigualdades pueden ser igual de llamativas entre residentes en una misma ciudad, separados por apenas un puñado de paradas en autobús. Esto es algo que ocurre tanto dentro de un territorio pequeño como es Gipuzkoa como en la propia Donostia. En el barrio de Altza hay el doble de niños con obesidad que en la zona de Ondarreta, y las mujeres del Centro oAmara consumen un 30% menos de ansiolíticos que las de Intxaurrondo. «El entorno en el que vivimos es determinante», explica Rafa Rotaeche, médico de familia y comunitaria y miembro del grupo de investigación en AtenciónPrimaria de Biogipuzkoa.
En la salud de las personas influyen diferentes factores y no todos tienen la misma importancia. «Depende en parte de la genética, pero sobre todo del estilo de vida y de nuestro nivel socioeconómico. Es un tema muy en boga ahora mismo, el de la salud en todas las políticas, porque incluso el problema de la vivienda o el medio ambiente tienen una repercusión muy importante en la salud», sostiene el facultativo del centro de salud de Altza y también coordinador del grupo de Medicina Basada en la Evidencia (MBE) de Osatzen, la Sociedad Vasca de Medicina Familiar y Comunitaria.
Gontzal Tamayo es el director de Transformación, Planificación y Digitalización enSalud del departamento vasco del área y una de las personas encargadas de poner en marcha esta herramienta que permite monitorizar y evaluar la salud de la población vasca desde diferentes perspectivas «para contribuir a una mejor planificación, toma de decisiones y actuación».
Gontzal Tamayo
Dir. Planificación
Tamayo establece cuatro parámetros diferentes que influyen en el estado de salud de las personas y cuantifica su relevancia. «Un 10% de los resultados en salud de las personas dependen de la calidad o accesibilidad a la asistencia sanitaria. Un 20%, de factores biológicos (genética, edad, género…); un 20%, de factores medioambientales (clima, contaminación, factores biológicos del entorno, factores socioculturales, psicosociales, socioeconómicos...); y el restante 50% depende del estilo de vida (alimentación, actividad física, conductas de riesgo…)», sostiene.
Estas diferencias son algo que se traslada al perfil sanitario de los vecinos que residen en cada lugar. En el caso de Gipuzkoa, el ejemplo de Pasaia es el más clarificador para explicar este fenómeno.Se trata de una zona con «peor nivel socioeconómico, menos estudios», apunta Rotaeche, y el área con el mayor volumen de pacientes de alto riesgo de todo el territorio. No es de extrañar, por tanto, que los vecinos que viven en esta zona sean también los que tengan un mayor número de ingresos hospitalarios.
La baja actividad física, más acuciante en distritos como San Pedro, guarda una relación directa con la aparición de diferentes enfermedades, aunque no es la única ni es vinculante. «En medicina la causalidad no es simple ni lineal, sino multifactorial y sujeta a interacciones complejas entre factores genéticos, ambientales y sociales, entre otros. Para establecer relaciones de causalidad es necesario realizar estudios experimentales u observacionales diseñados específicamente», indica el responsable del Departamento de Salud.
Amaia Bacigalupe
Socióloga del grupo OPIK
Amaia Bacigalupe, socióloga de la UPV/EHU y miembro del grupo OPIK que investiga las desigualdades en salud, coincide en que el hecho de que algunas personas enfermen más que otras depende de varios factores. «Todo estilo de vida está condicionado por una serie de determinantes mucho más sociales como son, por ejemplo, la clase social, el nivel educativo, el género... También influyen cuestiones que tienen que ver con los entornos, qué características tienen nuestros barrios, qué serie de infraestructuras para facilitar el deporte o la actividad física tienen...», explica.
Los factores socioeconómicos también están detrás de las diferencias entre unas zonas y otras. «Vivir en barrios donde no tengo acceso a zonas verdes o infraestructuras adecuadas, o estar expuesta a emisiones contaminantes importantes, va a tener un efecto en la salud muy importante», señala. Pero no solo eso. «Los barrios también están muy segregados en función del nivel socioeconómico de sus habitantes», agrega. En ese sentido apunta a las viviendas. «Que estén mejor o peor aisladas, que sean de un tamaño adecuado... todo eso tiene un impacto directo en la salud de adultos y niños. Estos condicionantes son los que realmente hacen que las personas tengan mayor o menor probabilidad de poder disfrutar de su potencial de salud».
Rafa Rotaeche
Médico de familia
La socióloga destaca la alta incidencia de problemas respiratorios entre las vecinas de Elgoibar y Beasain, las que peor salud pulmonar gozan de todo Euskadi. «Es muy probable que sean mujeres de perfil socioeconómico alto que han tenido tasas de consumo de tabaco, es decir, de tabaquismo, elevadas y que ahora se están viendo consecuencias en términos respiratorios y de tumores. En poblaciones todavía adultas y mayores, las mujeres más ricas han fumado más y probablemente en términos respiratorios estén ahora reportando, después de periodos de exposición al tabaco, mayores tasas de este tipo de problemas de salud», explica.
El médico de familia Rafa Rotaeche es también el investigador principal en Gipuzkoa del proyecto Cohorte IMPaCT, que estudiará a un total de 200.000 personas de medio centenar de centros de atención primaria de toda España. En el territorio el elegido es el ambulatorio de Pasai San Pedro, desde donde se analizará durante las dos próximas décadas la salud no solo de los vecinos pasaitarras, sino también la de los residentes de Lezo y de los barrios donostiarras de Altza y Bidebieta. Hasta la fecha ya han sido captadas 500 personas y el objetivo es alcanzar los 4.000 sujetos.
«Les hacemos una exploración basal de estilos de vida: determinaciones analíticas, exposiciones a contaminación... Vamos a seguirles durante 20 años y vamos a ver cómo esos factores que estamos midiendo ahora, cómo se relacionan con las cosas que les van a pasar a estos pacientes en estas dos próximas décadas», explica Rotaeche.
El personal del ambulatorio es el que llama individualmente a pacientes de entre 16 y 79 años, a los que se somete a exámenes médicos que incluyen pruebas físicas relacionadas con su salud, un test cognitivo, un electrocardiograma y un ecocardiograma. También se les toman muestras de sangre, orina, heces y uñas. Los voluntarios vuelven a pasar una revisión física cada cinco años hasta la finalización del estudio.
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