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antton iparraguirre
Sábado, 25 de agosto 2018
Un proverbio dice: «No hables mal del puente hasta haber cruzado el río». La construcción de puentes en Gipuzkoa viene de antiguo. Primero fueron de madera y luego de piedra en las principales localidades y en los puntos importantes de las vías de comunicación del territorio. San Sebastián no cuenta con ningún puente romano o medieval. Los actuales son todos son 'nuevos' si se tiene en cuenta que este tipo de infraestrucutras se comenzaron a construir en la ciudad en el siglo XIX.
Estos son los seis puentes más conocidos de San Sebastián, y cada uno tiene una historia peculiar. ¡Descúbrelo!
Puente de Santa Catalina
El Puente de Santa Catalina es el más antiguo de San Sebastián y forma parte inseparable de la historia de la ciudad. Une las principales arterias de la capital, la Avenida de la Libertad y la Calle de Miracruz. Se trata de un conjunto protegido en el Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc).
Era conocido como 'Zubi zarra'. Y es que el primer documento histórico en el que aparece es de 1377, en el mismo se advierte de que los salmones que se pesquen con red en la barra de la Zurriola se deben dar como diezmo a los maniobreros del puente. También se sabe que en 1585 fue destruido por la fuerza de una marejada. Pasó a llamarse Puente de Santa Catalina por una iglesia de origen templario que existía en sus inmediaciones. Hay escritos del siglo XVI que recogen la obligación de los pescadores a dar parte de sus capturas. Este hecho llevó al derecho a cobrar peaje por cruzar el puente. La medida afectó a los vecinos de pueblos cercanos, que debido a esa tasa se veían obligados a encarecer el coste de sus productos cuando venían a venderlos a Donostia.
Un cronista del siglo XVII lo describe como «un puente grande de madera de gentil artificio». Se debía a que se abría por su centro, con el fin de que navíos, bajeles y pinazas entraran o salieran rio arriba a mar adentro con los productos de los incipientes talleres y negocios cercanos. «Tenía 224 pasos de largo y 9 de ancho», escribió el doctor Camino en su obra 'Historia de San Sebastián'.
Dada su larga historia y su situación estratégica en la ciudad no es de extrañar que haya sido destruido y reconstruido varias veces a lo largo de su historia por causas más bélicas que naturales. Sólo en el siglo XIX lo fue en cuatro ocasiones: el original por el asedio de la ciudad; el provisional construído por los ingleses tras el incendio de 1813; el proyectado por Pedro Mantuel de Ugartemendia en 1820 y el diseñado por Mariano José de Lascurain con modificaciones de Joaquín R. Echeveste, formado por ocho tramos de 15 metros de largo y 6,6 metros de ancho. En 1873 fue construido en piedra, lo que supuso una prueba de seguridad, fuerza, poderío y pujanza económica de la ciudad. Su diseño neoclásico es obra de Antonio de Cortázar.
Originalmente tenía cinco ojos, de 127 metros de longitud y 12 metros de anchura. Sin embargo, uno de sus ojos quedó enterrado en 1905 al replantearse la canalización del Urumea para poder habilitar el Paseo de Francia. Su arquitectura es muy sencilla, con apenas ornamentación. Está realizado con bóvedas de hormigón y sillería y destaca por el variado colorido que presenta por el uso de diferentes materiales. En los pilares aparecían los escudos de armas de España, de Gipuzkoa y de los cuatro partidos judiciales de la provincia: San Sebastián Tolosa, Bergara y Azpeitia.
Desde su construcción se realizaron distintas ampliaciones a partir del siglo XX debido a las crecientes exigencias del tráfico rodado y peatonal. No hay que olvidar que el puente formaba parte de la carretera general Madrid-Irun.
Llaman, asimismo, la atención sus farolas de hierro fundido, sobre todo las primeras de cada lado, ya que cuentan en su base con diferentes escudos, uno de ello es el de Donostia. Son de 1926 y las diseñó Juan Alday. Fueron fabricadas en Luzuriaga. Las luminarias esféricas de vidrio prismático refractor son de los años 70. Se han rehabilitado este mes de agosto las columnas no sin polémica, ya que para muchos ahora recuerdan al célebre 'Ecce Homo' aragonés. Debido a la polémica suscitada, el blasón de Donostia será repintado por una especialista para probar la pintura y la técnica y después se actuará en el resto de imágenes. Hace unos meses otro cambio fue en el diseño de las lámparas. El modelo esférico fue sustituido por otro tipo campana, de manera que la luz se enfoca hacia abajo, hacia la calle, y no se pierde en el cielo, como ocurría antes.
Según cuentan las crónicas periodísticas en 1903 era el de más tránsito de caballerías y por ello el más sucio. Un francés alarmado exclamó sobre los donostiarras: «¡Qué gorrinos son!...»
Puente de María Cristina
Para muchos el Puente de María Cristina, llamado así en honor a la madre del rey Alfonso XIII, que siempre mostró su cariño y admiración por San Sebastián, es el más llamativo de la ciudad. En un principio se planteó llamarlo de «Guipúzcoa», en honor a todas las personas que desde la provincia llegarían a Donostia por ferrocarril.
Su origen se sitúa en 1893, cuando se construyó una pasarela provisional de madera para el acceso directo desde el Centro a la Estación del Norte, la plaza de toros o el velódromo. El puente definitivo fue inaugurado el 20 de enero de 1905, festividad de San Sebastián. Al acto acudió la propia reina María Cristina. El ingeniero donostiarra que lo construyó, Pablo de Alzola, proclamó: «Fijémonos en las figuras de los obeliscos y gritemos: ¡Abajo las discordias! ¡Adelante con la paz y el progreso¡». Su construcción fue gracias a la aportación económica de Caja de Ahorros Municipal, que incluía un crédito sin intereses a pagar en cien años.
Los autores del proyecto fueron José Eugenio Ribera y Julio María Zapata. El ingeniero Marcelo Sarasola y el arquitecto José de Goicoa ejecutaron la obra. Destacó técnicamente por el uso en su construcción de hormigón armado. Inspirado en el puente de Alejandro III sobre el río Sena en París, tiene 18 metros de altura. Además destaca por sus tres arcos de 24 metros de luz cada uno. Mide 20 metros de ancho y 88 metros de largo. Son llamativos los cuatro obeliscos monumentales, ubicados en sus extremos, de 18 metros de altura y coronados por grupos escultóricos. Tres escudos polícromos rematan la decoración de cada uno de ellos y, junto con las cerámicas, también polícromas, de los arcos dan al conjunto una vistosidad que no pasa desapercibida para los viandantes. Los templetes fueron diseñados por Goicoa y los grupos escultóricos por Ángel García Díez. Tienen un marcado estilo parisino influenciado por la Belle Epoque francesa. En el proyecto original en su lugar se erigían sendos arcos de triunfo. Las farolas, coronadas por dragones, fueron diseñadas por Mariano Benlliure. Hay que mencionar, además, que las barandillas y la cerámica de sus arcos están decorados con criaturas mitológicas.
En 1984 se llevó a cabo una completa labor de reconstrucción. Se realizaron 1500 piezas prefabricadas, para lasque se emplearon hasta 175 moldes diferentes, procediéndose a derruir el puente de forma longitudinal, como a rebanadas. La base del nuevo puente fueron quince arcos, llamados arcos tímpanos, que se colocaron cinco en cada ojo. Estos arcos son el soporte del puente actual. El trabajo de ornamentación lo llevó a cabo el escultor francés Mr. Jean Chenaf, que a través de fotografías y dibujos elaboró los moldes necesarios para que pudiera mantenerse el 'espíritu de Ribera'. Consistían éstos en doce dragones o grifos de cerámica, cuatro barcos, cuatro sirenas con alas, más de ochenta cabezas de Neptuno, doce remos y cuatro conchas, conservándose en los obeliscos los escudos de San Sebastián y España e incluyendo el de Euskadi. El 20 de enero de 1985, ochenta años después de su apertura, el puente fue reinaugurado, con presencia del entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea.
Una de sus curiosiades se encuentra en uno de los torreones que flanquean el puente, en la orilla occidental. Está en la parte inferior de una de las proas que emergen de la construcción. Se puede leer el nombre de 'J.M. Zapata' y una apostilla, 'Arquitecto'. El autógrafo pertenece a Julio María Zapata.
Puente de La Zurriola o del Kursaal
El Puente de La Zurriola -ahora se le conoce también por del Kursaal debido al moderno palacio de congresos que sustituyó al añorado casino- es el primero de los puentes que se sitúan en la desembocadura del río Urumea y el tercero que se levantó en San Sebastián. Une el Centro con el barrio de Gros desde la zona del Kursaal.
Fue construido diez años después que el de María Cristina, en 1915, por iniciativa de la Sociedad Inmobiliaria del Gran Kursaal Marítimo. La mayoría del capital para la obra procedía de franceses y coincidió con numerosas movilizaciones de los centenares de obreros contratados, que exigían mejoras laborales, lo que retrasó la construcción. Este organismo lo cedió al Ayuntamiento de San Sebastián en cumplimiento de los acuerdos sobre el aprovechamiento de terrenos ganados al mar. Tenía 110 metros de longitud y 20 de anchura. Tres años más tarde su estructura se tuvo que modificar debido a los continuos embates del mar. Todavía hoy, en días de fuerte oleaje es todo un espectáculo ver cómo los embates del mar pasan por encima del puente. Se dice que en 1921 sufrió daños por una ballena.
Su diseño es del entonces famoso ingeniero de caminos José Eugenio Ribera. Se construyó en hormigón, lo que supuso toda una novedad en la época. Está recubierto por piedra de Mutriku y mármol rosa. Hasta En un principio se había previsto levantar en ese punto un puente de madera que uniera el ensanche oriental de la Parte Vieja con el proyectado ensanche del Kursaal.
La obra incluía inicialmente unos arcos, pero finalmente se optó por tramos rectos. Consta de cuatro vanos, sustentándose en tres apoyos centrales, además de sus dos estribos. Destacan sus seis llamativas farolas, diseñadas por Víctor Arana -al igual que el barandado metálico-y de estilo Art Decó. Están situadas sobre los pilares del puente y tienen una especie de «bola luminosa» sobre un cono blanco y verde. Popularmente se les llamaba 'el seis de bastos'. Curiosamente, el primer coche que pasó tras su inauguración no fue un automóvil matriculado en San Sebastián, como se podía pensar, sino en Barcelona, y su flamante conductor fue Ignacio Torres González.
En 1993, debido a los problemas de conservación por culpa del fuerte oleaje que sufría continuamente, se realizaron unas obras que obligaron al desmantelamiento de su tablero, refuerzo, y posterior reconstrucción siguiendo el diseño externo original. En un principio se colocaron unas esfinges en las cuatro esquinas del puente, pero se retiraron al considerarse que no eran estéticas. Se reabrió al público el sábado 7 de agosto de 1993, coincidiendo con la Clásica ciclista de San Sebastián. Fue entonces cuando se colocaron las cuatro esfinges de bronce.
Puente de Mundaiz
El Puente de Mundaiz llegó con el nuevo siglo. Se inauguró en el año 2000 y destaca por ser el primer puente de San Sebastián sin apoyos en el cauce del Urumea. Una de sus entradas se encuentra en el barrio de Amara, junto al Parque de Araba, y la pasarela comunica con el Paseo del Urumea. Fue diseñado por el arquitecto José Antonio Fernández Ordóñez y Julio Martínez Calzón. Su construcción se inició en 1999 bajo la codirección de obra del ingeniero de caminos municipal Joaquín Oroz. La financiación corrió a partes iguales por parte del Gobierno Vasco y del Ayuntamiento de San Sebastián.
Al poco tiempo de su construcción empezaron a aparecer los desconchados en su estructura, que fueron cada vez más evidentes a partir de 2010. Un informe técnico externo determinó que se aplicó la pintura en «condiciones ambientales inadecuadas». La última rehabilitación importante fue realizada hace dos años.
Con una luz de 80 metros, el tipo de estructura consiste en una solución mixta. Se trata de dos vigas metálicas de cajón de sección trapezoidal abierta, conectadas a una losa de hormigón armado, formando una sección mixta que consigue una sorprendente esbeltez. Las dos vigas laterales, a su vez van enlazadas entre sí mediante riostras trasversales cada 4,00 metros, favoreciendo la resistencia del conjunto. Éste arriostramiento solo se puede apreciar en el reflejo del agua del río los días poco nubosos. Coincidiendo con su construcción se llevó a cabo una reurbanización del Paseo Federico García Lorca, en terrenos que pertenecían a RENFE.
Puente de Lehendakari Agirre
Conocido popularmente como 'el quinto puente' de San Sebastián, el Puente Lehendakari Agirre fue inaugurado en la Nochebuena de 2010. Su diseño corrió a cargo de la firma LKS. Destaca su construcción innovadora. Se asienta sobre los márgenes del Urumea, eliminando cualquier tipo de pilar sobre el río. También son llamativos sus dos arcos paralelos de acero al carbono pintados de blanco . Llegan a elevarse algo más de 3 metros. Uno de ellos, el más cercano a la desembocadura, no está situado en el extremo del puente. Está desplazado hacia el centro, lo que posibilita un mirador. Otro dato reseñable es que en las aceras se pueden admirar 45.000 baldosas de ocho colores. Son de forma hexagonal y tienen diez centímetros. Fueron diseñadas, al igual que el puente, por el pintor y escultor Manu Muniategiandikoetxea. Visto en la perspectiva del viandante, pretende evocar la imagen de una marisma fluvial. Los tonos verdosos y los azulados se intercalan con los blancos y los grises. En el resto se colocó una madera similar a la que se utilizó en el mirador del Náutico. Su color blanco, la barandilla de cristal, y el empleo de cerámica en los encuentros con el muro de encauzamiento del río y en el pavimento de una de las aceras pretenden recordar la arquitectura modernista.
El puente conecta la nueva zona residencial de Aldunaene, con el campus de la Universidad de Deusto. Asimismo, abre una nueva vía de salida desde el barrio de Amara hacia la A-8 sentido Irun. Pensado sobre todo en el tráfico rodado, dispone de tres vías de salida y una de entrada, además de un carril bici.
Puente de la Real Sociedad
El Puente de la Real Sociedad sustituyó al emblemático y añorado Puente de Hierro, que fue construido en 1932 y desmontado en 2008, trasladándose parte de sus elementos para crear una rampa que da acceso, desde el entonces nuevo barrio de Riberas de Loyola, a unos cercanos pantalanes de embarcaciones de remo.
Diseñado por el ingeniero Juan José Arenas, el Puente de la Real Sociedad se inauguró en 2010 y oficialmente su nombre es «Puente de la Real Sociedad de San Sebastián». No faltó la controversia, ya que algunos miembros del Ayuntamiento apostaron por la denominación «II República». Lo justificaron en que en sus inmediaciones se habían hallado cuerpos de fusilados durante el franquismo.
Se trata de un moderno y amplio enlace que permite llegar a pie y en vehículo al estadio de Anoeta. Esto último fue lo que determinó finalmente su nombre. Permite una vía rápida de salida de la ciudad que conecta con la variante en sentido Irun, con el barrio de Riberas de Loiola y con la Autovía del Urumea.
Volviendo a su antecesor, el Puente de Hierro siempre será recordado en la ciudad, especialmente por los amaratarras. Su origen se sitúa en 1864 como puente ferroviario. Con los años se vio que no podía soportar el peso de los convoyes de trenes cada vez más modernos, por lo que la compañía explotadora del ferrocarril construyó un nuevo puente en 1932 y el viejo fue adquirido por el Ayuntamiento de San Sebastián para dedicarlo al tráfico peatonal y rodado. Su estructura se caracterizaba por poseer tres jácenas metálicas de alma llena, roblonadas y sustentadas por dos machones sobre el cauce. El tablero estaba sujeto mediante vigas metálicas transversales sujetas en su parte inferior, de forma que las propias jácenas hacían el papel de barandillas. Era utilizado para las circulaciones internas de la ciudad.
Fue desmontado en 2008. Sus 300 toneladas de metal se trocearon en 18 piezas. Parte de sus elmentos se utilizaron para construir una rampa que da acceso, desde el entonces nuevo barrio de Riberas de Loyola, a unos cercanos pantalanes de embarcaciones de remo.
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A. González Egaña y Javier Bienzobas (Gráficos)
Lucía Palacios | Madrid
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