![Foto de familia en las escalinatas de la Basílica de San Ignacio de Loiola, con el lehendakari en primera fila.](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/201806/10/media/cortadas/loyola-k1LB-U502189069889imD-624x385@Diario%20Vasco.jpg)
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Rama Alghazzouly es todavía una cría. Iba a la escuela en uno de los distritos pequeños que rodean la capital siria, Damasco, y era feliz con sus amigas y sus estudios. Cuando tenía catorce años estalló la guerra en su país, tuvo que mudarse hasta cinco veces de casa por miedo a los tanques y a las bombas para ponerse a salvo y, al final, su familia decidió huir de un país devastado por la violencia.
Ayer, Rama, que vive ahora en la ciudad alemana de Saarbrüken, participó en la marcha que organiza el colectivo sirio Go Forward Europe, formado por personas de esta nacionalidad que viven en Europa, en Alemania, Suecia, Portugal, Holanda y Austria.
Este año escogieron dos santuarios muy especiales para sus marchas, el de Javier en Navarra y el de Loiola en Gipuzkoa, al que llegaron después de más diez kilómetros desde el barrio Aizpurutxo de Azkoitia pasadas la una de la tarde. La iniciativa Caminos de Hospitalidad de los Jesuitas ha amparado estas caminatas que se prolongan hoy y que están inspiradas en un miembro muy especial, el holandés Frans Van der Lught, que vivió más de 45 años en Siria y que se dedicó al cuidado de personas con enfermedad mental y a la convivencia pacífica hasta que fue asesinado en 2014.
Rama participa en estas caminatas que sirven para reivindicar la paz, pero también para poder encontrarse con compatriotas. Cantó y aplaudió como sus compañeros, pero hay una nube extraña en sus ojos cuando recuerda su viaje en el barco en el que les montaron unos traficantes a los que conocieron en Turquía, lugar al que llegaron desde Líbano y que les ofrecieron ayuda a cambio de dinero para llegar a Grecia. Rama se encontró en medio del mar durante más de hora y media. En la nada, sin ayuda, sin piloto, abandonada.
«¿Qué sentiste?». Es mejor no preguntar a esta chica que no quiere recordar y que sabe que cuando alguien intenta ponerse a salvo, escapar de la guerra, «ni piensa ni siente. Solo escapa». «¿Y en el mar?». Mirada extraña otra vez... «No sé, no sientes». Todo indica que prefiere olvidar, pero ¿ha encontrado una vida mejor? Rama sigue estudiando aunque cuando llegó a Alemania debía aprender el idioma y no podía ir a la misma clase que la gente de su edad, aprendía con los niños pequeños. Poco a poco, después de su periplo por el mar, de cruzar Hungría y Serbia, de llegar a Alemania, sigue estudiando, con el alemán ya en su mochila y con el inglés, que conocía desde Siria, bien aprendido.
Fadi Hennawi es de Homa, pero ahora ha encontrado su sitio en Saarbrüken, en la misma ciudad alemana que Rama. Él estudió Arquitectura, ahora hace prácticas en un gabinete, y es también actor de teatro. Tiene 38 años y después de huir de Siria vivió tres años en Líbano. La violencia es tozuda y se fue a Turquía, donde también cayó en manos de los traficantes que disfrazan el mar de oportunidad única para los refugiados. Llegó a Grecia, caminó, cogió trenes, autobuses, el caso era atravesar los Balcanes y llegar a Alemania. Lo consiguió y ahora viaja con una gorra del Barcelona que le sirve para protegerse del sol durante las caminatas solidarias en las que quieren dar a conocer la suya.
Porque estos peregrinos tan especiales que el sábado recorrieron Pamplona, Sangüesa y el Santuario de Javier, los que ayer llegaron desde Aizpurutxo hasta la Basílica de Loiola tienen por delante hoy visitas a San Sebastián, Bizkaia y algunas charlas, pero mañana se lanzaran al camino ignaciano, que llega hasta la localidad catalana de Manresa, un recorrido muy especial que se quiere promocionar y que ellos están muy interesados en atravesar.
Reem Khabbazy entre ellas. Esta mujer de 32 años, periodista free lance y traductora para la BBC, vivía en Londres antes de que empezara la guerra. Ella se sentía axfisiada por el clima de su país y la falta de libertad de expresión antes incluso de que se iniciara la guerra y accedió a una beca después de graduarse en la Universidad de Damasco y hacer sus postgrados en Beirut. No ha vuelto a su país, está especializada en documentales que buscan el lado humano de la información y es consciente de que, aunque su familia vive en una pequeña ciudad siria, ella nunca volverá. «Siempre supe que allí no hay libertad. Pero sé también que puedo contar lo que pasa allí porque conozco el país».
Samer Amati vive en Portugal. «En Siria hay gente encantadora, música, fiesta... Deben conocernos, no confiamos ya en la política, pero sí en la gente, en la Humanidad».
Salvar las vidas de las personas que intentan cruzar las fronteras.
Proteger a las personas que salvan vidas.
Acelerar el procedimiento de reasentamiento y ampliar las cuotas para acoger a personas refugiadas.
Abrir y reforzar vías legales y seguras de acceso y estancia.
Adecuar la normativa de asilo al marco europeo e internacional.
Recibir con seguridad y dignidad a quienes vienen huyendo de la persecución y la violencia.
Garantizar los derechos humanos y el proceso en los casos de expulsión, suprimiendo el rechazo en frontera y devoluciones exprés, promoviendo alternativas a los CIE, entre otros.
Acoger y facilitar la inclusión de las personas migrantes y refugiadas, flexibilizando la acogida.
Reforzar la financiación pública para la cooperación internacional.
Fomentar una cultura de hospitalidad y de la paz.
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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