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San Sebastián.
Miércoles, 7 de junio 2023, 02:00
Irun ha sido siempre una plaza estratégica para todos aquellos africanos que buscan una nueva vida en el norte de Europa. Sin embargo, desde que Francia endureció su política migratoria reforzando los controles en la muga, la localidad fronteriza ha tenido que adaptarse a un flujo creciente de migrantes que buscan vías alternativas de paso al país vecino. El fenómeno trae de cabeza a las instituciones, que han tratado de analizarlo a fondo para implantar soluciones.
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Un Encuentro de Migraciones Atlánticas celebrado hace un par de años en Las Palmas de Gran Canaria permitió conocer algunos datos sobre la procedencia de los migrantes y sus rutas hasta alcanzar Europa. El director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco, Xabier Legarreta, dijo en aquella cita que «el 94%» de las personas que suelen llegar a Irun son subsaharianos que han viajado en pateras o cayucos a Canarias. El problema comenzó en 2018, cuando Francia empezó a restringir el paso de migrantes y a devolver a territorio español a los que habían logrado cruzar la frontera. A los rechazados no les queda otro remedio que buscar formas más arriesgadas de cruzar la muga, lo que ha causado al menos nueve muertos en los dos últimos años, la mayoría por ahogamiento en aguas del Bidasoa.
Los alcaldes de las tres localidades más directamente implicadas, Irun, Hondarribia y Hendaia, hicieron hace un par de años un llamamiento a «volver a la Europa sin fronteras» para atajar las tragedias que se registran. «No podemos convertir el Bidasoa en una trampa mortal para quienes buscan un futuro mejor», apuntaron.
Los migrantes esperan en Irun una oportunidad para pasar al otro lado. Allí son asistidos en el centro Hilanderas que gestiona Cruz Roja bajo la tutela del Gobierno Vasco. Los datos de las personas atendidas en Hilanderas proporcionan una idea bastante ajustada sobre la presión que soporta la localidad fronteriza. De los 5.837 migrantes asistidos en 2018, año del inicio de la crisis migratoria, se pasó en 2022 a 6.253.
Según datos de 2022, la edad media de los migrantes se sitúa en 24 años en el caso de los hombres y en 27 en el de las mujeres. Las procedencias más frecuentes son Guinea Conakri (37%) y Costa de Marfil (25%). Les siguen Sudán (9%), Mali (8%) y Senegal (5%).
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