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La temporada alta de los aitonas y amonas canguro
Día de los Abuelos

La temporada alta de los aitonas y amonas canguro

San Joaquín y Santa Ana. Una ley sueca que permite a los abuelos cobrar por cuidar a sus nietos pone en valor la labor de los más mayores en las familias. Este viernes es su día

Macarena Tejada, Claudia Turiel y Cristina Limia

San Sebastián

Viernes, 26 de julio 2024, 02:00

Con el verano, llega la temporada alta para ellos. Son los conocidos como aitonas y amonas canguro. Cuidan de sus nietos, probablemente durante todo el año, pero sobre todo en la época estival, cuando los más pequeños cogen vacaciones mientras sus padres siguen trabajando. ¿Se abusa de su disponibilidad? ¿Deberían ser recompensados de alguna manera? Recientemente, Suecia ha aprobado una ley que permite a los abuelos cobrar por cuidar de sus nietos, lo que pone en valor la labor de los mayores en las familias. Este viernes, coincidiendo con San Joaquín y Santa Ana, celebran su día, un momento perfecto para homenajear su labor. De media, los aitonas y las amonas dedican dieciséis horas semanales a sus nietos en el conjunto del Estado, según el último informe 'Abuelos y crianza: el papel protagonista de las personas mayores en el cuidado a la infancia', elaborado por Aldeas Infantiles SOS. Pero además, el 35 % se hace cargo de los 'txikis' varios días por semana unas seis horas por jornada.

La mayoría de las veces, explican los expertos, es «por necesidad». Cuando «la demanda es continuada, estable y abusiva, las familias pueden estar abusando de los abuelos en el cuidado de los niños», pero «no es lo mismo cuando la responsabilidad de hacerse cargo de un nieto es puntual porque su madre o su padre lo necesitan por alguna situación sobrevenida», asegura María Silvestre, profesora de Sociología en la Universidad de Deusto e investigadora principal del DeustoBarómetro. Sea como fuere, en una sociedad como la actual, admite, «hay parejas que si no es gracias a los abuelos no podrían o no sabrían cómo conciliar su vida laboral con la profesional. Cuando existe el recurso económico y se sigue exigiendo una elevada responsabilidad de a estos sí se hablaría de abuso».

A fin de cuentas, «nuestro modelo social no facilita la conciliación de la vida personal, familiar y laboral. Los horarios de las escuelas y de los empleos no suelen encajar y tampoco lo hacen los periodos vacacionales», de ahí que entre junio y septiembre sea cuando más aitonas y amonas se ven en los parques con los niños. Pero para Silvestre, «lo que agrava más la situación es que la conciliación está claramente feminizada y son las mujeres, en su mayoría, las que viven la necesidad de conciliar como una responsabilidad personal». Es más, según una investigación de Constanza Tobío la abuela que más cuida es la materna, seguida del abuelo materno, la amona paterna y el aitona paterno.

35% de los abuelos

Se hace cargo de sus nietos varios días por semana una media de seis horas por jornada.

Pero también hay muchas cosas positivas. La mayoría de abuelos que disfrutan con los 'txikis'. Es más, hay quien asegura que ha disfrutado más de sus nietos que de sus hijos. «La relación de los peques con los abuelos es muy rica y recomendable, es estimulante e implica muchos aprendizajes». Tener un abuelo es un tesoro y crecer junto a un aitona y una amona, un regalo.

Gloria Zamora hace de abuela canguro en verano mientras los aitas de los pequeños trabajan. De la Hera

Gloria Zamora Abuela de Markel y Mara

«He podido disfrutar de mis nietos más que de mis hijos»

Los parques son el mejor aliado de los abuelos cuando están a cargo de sus nietos en la temporada estival, meses en los que los horarios de los aitas y sus pequeños, que están de vacaciones, no son compatibles. Un ejemplo de estas amonas canguro es Gloria Zamora, que afirma estar «feliz» de poder pasar este tiempo de calidad con sus nietos mientras Markel, que está a punto de cumplir los cinco años, y Mara, de año y medio, se divertien con las instalaciones del parque Araba, situado en el barrio donostiarra de Amara.

Sin quitarles el ojo de encima, Zamora explica la organización que siguen en estos meses de verano, y hace hincapié en que la jornada puede variar mucho dependiendo de las actividades de los 'txikis' y de los horarios de los padres. «La pequeña ha estado yendo a la guardería por las mañanas, pero estos días ha estado enferma y en vez de dejarla allí, se queda conmigo y con su hermano», comienza. «Algunos días, por las mañanas, Markel va a un cursillo de natación» lo que implica «llevarle a la piscina y recogerle, también». En temporada de verano, la necesidad de ayuda por parte de los abuelos es mayor. «Si los aitas no tienen vacaciones, me toca a mí cuidarles, pero durante el curso también es necesario estar ahí. Yo siempre tengo 'vacaciones'», apunta Zamora entre risas. «En realidad, he podido disfrutar más de mis nietos que de mis hijos, ya que compaginaba la maternidad con el trabajo», confiesa.

Una vez con los dos pequeños juntos, aprovechan los días soleados para pasar tiempo al aire libre. El abanico de actividades de las que disfrutar es muy variado. «Paseos, el tobogán del parque...», pero sin duda, lo que más le gusta a Markel «es el patinete y jugar con la pelota», afirma su abuela. En cambio, la pequeña Mara prefiere pasar el tiempo «columpiándose en el 'tilin-talan'». Gracias a este tiempo de conexión con sus nietos, Zamora ha sido capaz de ponerse al día con los juegos de cartas de moda entre los más pequeños: 'Virus!', 'Piou Piou' y 'Uno'. Juegos que «la amoñi no conocía, y ha tenido que aprender», añade Markel. Y así pasan los días en los que el tiempo no acompaña.

A raíz de la nueva ley aprobada en Suecia, con la que los abuelos canguro pueden cobrar por ello, Gloria admite que «es importante que nos homenajeen de esta manera y pongan en valor nuestro papel», ya que, por mucho que lo disfrute«muchísimo, en ocasiones es cansado». Antes solo había un nieto al que cuidar, «pero ahora son dos, y eso se nota».

Ángela Lozano, en el céntrico parque Zelai Arizti de Zumarraga, con sus nietas gemelas Alba y Paula. Limia

Ángela Lozano zumarragarra de 74 años

«Cuidar de mis nietas me ha aportado motivación y salud»

Ángela Lozano es una amama zumarragarra tras la que hay una historia que merece ser contada. Su relato no es caldo de cultivo de grandilocuentes titulares, ni azarosos episodios. Es una historia de cuidados, de lo cotidiano y de lo extraordinario que a menudo se descubre detrás de esa cotidianidad. Porque a Ángela, el querer cuidar a sus nietas le impulsó a recuperarse de una fuerte trombosis que la había mantenido ocho meses sin poder mover una pierna.

Tiene 74 años y en estos momentos es una pieza importante en el día a día de sus nietas Alba y Paula, gemelas de 8 años. Nuestra protagonista es madre de dos hijos, Inés y Txema. Alba y Paula son hijas de la primera. «En un tiempo atrás también cuidé de los dos hijos de Txema, Ayshane, que ahora tiene 17 años, y Unax, de 15 años», cuenta. En el caso de Alba y Paula, las ha cuidado desde la cuna. Inés y sus dos hijas vivieron en casa de Ángela hasta que las niñas cumplieron 3 años. La pareja de Inés residía fuera y el apoyo de sus padres para atender a las pequeñas fue primordial en aquella primera etapa. Una ayuda que también resultó clave durante los cuatro años que Inés ejerció como concejal en el Ayuntamiento de Zumarraga. «Sin ella no hubiera sido posible», sentencia la propia Inés.

Para Ángela sus nietos son «como hijos», al haberle tocado estar en la primera fila de su cuidado. Pero reconoce que el título de abuela tiene algo especial y diferente al de madre. «Me permite ser más consentidora y tener un papel más relajado, ya que siempre está la madre de fondo para marcar las normas», indica. Hay días más complicados que otros en la crianza, pero asegura encontrarse muy a gusto en el rol que desempeña, llevando a Alba y a Paula al colegio, dándoles la comida, ocupándose de aquellas cosas que surgen en el día a día y «sobre todo disfrutando de ellas», señala.

Preguntada por aquello que le aportan sus nietas, adquiere un tono más trascendental para explicar que cuidar a las gemelas le ha aportado salud. Cuenta que antes de la pandemia sufrió una grave tromboflevitis. «Una variz se plantó en el corazón y estuve mucho tiempo con la pierna inmóvil», recuerda. En su caso, el querer valerse por sí misma para atender a Alba y a Paula le dio una motivación extra para recuperarse, haciendo que mejorara notablemente y que pudieran retirarle casi toda la medicación. Ahora, cuenta que uno de sus sueños es viajar con ellas a Zaragoza, al Pilar. En estos momentos no puede por diversas circunstancias, pero espera hacerlo pronto.

Oscar Zubeldi cuida de su nieta de quince meses en el parque para ayudar a los padres de la pequeña. De la hera

Óscar Zubeldi Abuelo canguro

«Me encanta estar con ellos, por muy cansado que sea»

Para algunos aitonas, las vacaciones de verano no son sinónimo de despreocupaciones, como lo suele ser para muchos. Una imagen común en estos meses de temporada estival es ver a los 'txikis' de la mano de sus abuelos, pasando las horas en las que los padres de los pequeños trabajan. ¿Qué supone esta labor para ellos? «Pues estamos encantados, a gusto... cómo vamos a estar», señala Óscar Zubeldi, mientras sostiene entre sus brazos a su nieta de quince meses.

«Hoy estoy solo con la más pequeña», apunta Zubeldi, ya que la mayor «está de colonias». Estos campamentos de día suponen una buena solución para aquellos padres sin opciones de cuidar de sus hijos mientras trabajan, y para los abuelos canguro, son un pequeño alivio bienvenido. «Me encanta pasar tiempo con ellos, y es algo que disfruto muchísimo», asegura el aitona, pero apunta que «se hace cansado. Mis dos hijas trabajan, y como es normal, y sobre todo ahora en verano, es cuando más se tira de los abuelos». Mientras la pequeña disfruta correteando por el parque Araba, su abuelo le sigue de cerca por detrás, asegurándose de que no le pase nada. «En un día soleado como hoy, que hace mucho calor, te agotas antes. No paran quietos y tienes que seguirles el ritmo», apunta. Se acercan las horas del mediodía, momento en el que la pequeña y el aitona comen en casa, se echan una pequeña siesta, y a eso de «las tres de la tarde», cuando los padres de la niña salen de trabajar, «les dejo en casa», explica Zubeldi, que admite aprovechar «cada segundo que paso con ellos».

Resguardándose del sol y del calor sentados en un banco a la sombra, Mari Luz Lobo y José Mari Goikoetxea observan cómo sus nietos de «siete y de once años» juegan entre ellos. De igual manera, Lobo y Goikoetxea son quienes atienden a los niños «cuando los padres trabajan y los pequeños tienen vacaciones. En los meses de julio y agosto, sobre todo». Ambos jubilados, admiten que su vida es «bastante tranquila» y se pueden permitir unos días más ajetreados en los que cuidar a los niños. «Además, ahora están más mayores. No exigen tanto como si fueran bebés», señalan. A estas edades es más sencillo «distraerles. Entre ellos solos ya juegan y se lo pasan bien», aseguran los aitonas. Lobo y Goikoetxea coinciden en que las horas en las que más ayuda precisan los padres es por la mañana. «Nosotros estamos con los pequeños hasta las 3 o las 4», añaden. «Es cansado, pero a la vez es genial poder pasar tiempo juntos».

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