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Un tercio ya de los presos de Martutene son jóvenes que han atacado a otras personas

Un tercio ya de los presos de Martutene son jóvenes que han atacado a otras personas

Los internos con ilícitos violentos han crecido en los dos últimos años en detrimento de los reos por violencia de género y se ha dado un aumento de la «conflictividad»

Aiende S. Jiménez

San Sebastián

Domingo, 8 de enero 2023, 07:03

El perfil del preso que reside en Martutene ha cambiado drásticamente en los dos últimos años. Hasta 2020 los reos con delitos de violencia de género eran mayoría en el penal. Pero ahora apenas llegan al 25% de los internos, cuya mayoría son jóvenes que han cometido delitos «violentos» contra las personas. La impulsividad, el desprecio a la autoridad y las normas y el consumo de drogas forma parte del comportamiento de estos reclusos, que ha provocado un incremento de la «conflictividad» en el penal donostiarra.

La realidad de la cárcel es un reflejo de lo que ocurre fuera de ella, y en el caso de la guipuzcoana confirma lo que desde hace meses se percibe en las calles y que esta misma semana ha ratificado el consejero de Seguridad: se cometen más delitos violentos por parte de gente joven, entre los cuales prolifera el uso de armas blancas. Una realidad «creciente y preocupante», en palabras de Josu Erkoreka, y que desgraciadamente el día de Navidad se llevó la vida del hernaniarra Lukas Agirre, que falleció tras recibir dos puñaladas. No obstante, los casos que llegan a prisión son solo la punta del iceberg de un problema que solo el año pasado generó 650 delitos y 1.070 incautaciones, con su correspondiente sanción, de armas blancas peligrosas.

En la actualidad hay 333 internos en la cárcel de Martutene, 210 en régimen cerrado y 123 en abierto. Un tercio está interno por delitos contra las personas, como son los asesinatos, homicidios, las lesiones y los robos con fuerza. Si se le suman los casos de violencia de género y de terrorismo, el grueso de los delitos violentos contra terceros suponen la mitad del total de internos del penal guipuzcoano.

Por tipo de delitos, hay 40 reos por lesiones, 7 por asesinato, 20 por homicidio (consumado y en tentativa) y 34 por robos con violencia. En total, 101. «Es un dato muy sorprendente, es una barbaridad», reconoce la directora de la cárcel, Marian Moreno, que lleva muchos años trabajando en el penal y ha sido testigo de cómo el perfil del interno ha ido cambiando en la última década. «Ha habido un giro muy grande. Hace diez años la mayoría eran hombres que cometían robos con fuerza o que tenían delitos por tráfico de drogas, eran los delitos estrella de la cárcel. Ahora apenas los vemos». Después, y hasta hace tres años, la violencia de género pasó a ser el ilícito más repetido en el historial de los presos. Pero desde 2020 ha habido «un evidente incremento de los delitos violentos», y en la actualidad una de cada tres personas que ingresa en Martutene lo hace por atentar contra otras personas.

No solo es diferente el perfil de preso por el tipo de delito que comete, sino por su comportamiento dentro de la institución penitenciaria. Hasta ahora eran reos «tranquilos», que no generaban problemas de convivencia y que aceptaban las normas del penal. En el caso de los presos de violencia de género, Moreno explica que si bien son personas que fuera del penal son violentos con sus parejas o exparejas, esa violencia no se traslada al interior de la cárcel. Pero el actual es un perfil «complicadísimo» de interno, por la «constante vulneración de las normas, una actitud de mucha impulsividad, poco autocontrol y desprecio a la autoridad», explica la directora de la cárcel. Son además chicos jóvenes, entre 18 y 25 años, y más de la mitad de ellos son autóctonos, nacidos en Gipuzkoa.

Pérdida de valores

El cambio comenzó a hacerse evidente cuando se desató la crisis del Covid. «En la época más dura de la pandemia estábamos muy alarmados porque entraban pocos presos, pero los que lo hacían era por delitos horribles, de homicidios y asesinatos muy violentos», explica Moreno. Desde entonces se ha confirmado en el incremento «importante» en los delitos contra las personas dentro de Martutene, el cual su directora relaciona con una «pérdida de valores» por parte de los jóvenes. «Hay una falta de respeto a la autoridad, esa figura se ha ido diluyendo para ellos, así como la interiorización de la norma. No solo en la prisión, es un problema social», considera Moreno, «no tienen tan claro qué está bien y qué está mal. Y desde luego no piensan en la cárcel cuando cometen un delito».

Frases como 'Tú quién eres para mandarme' son ahora habituales en Martutene, «pero antes no se oían jamás», asegura su directora. Se produce principalmente por un grupo concreto de personas, «sin querer caer en sesgo, pero generalmente son jóvenes extranjeros en una situación de desarraigo total, muchas veces que viven en la calle, policonsumidores de tóxicos y que por sus circunstancias vitales, muy difíciles, tienen una falta de límites y de autocontrol total», explica. En su mayoría cometen delitos de robo con fuerza muchas veces combinados con delitos de lesiones que causan al robar a terceros. Moreno reconoce que es el perfil que «más problemas está generando en el medio penitenciario», al cual les cuesta adaptarse y donde vulneran las normas. «Esta misma semana hemos tenido que trasladar a tres reclusos tras detectar que estaban robando y extorsionando a otros compañeros».

Los presos de origen guipuzcoano son menos conflictivos, reconoce la directora, «se comportan más porque tienen la norma más interiorizada», pero comparten los problemas de «autocontrol e impulsividad», muy relacionados con el consumo de sustancias. «Los problemas de adicción han generado a estos jóvenes un importante deterioro cognitivo», indica Marian Moreno. La cocaína y el speed son las sustancias que fomentan ese comportamiento impulsivo, aunque el hachís y la marihuana son las drogas más consumidas. «Es raro el chico que entra en prisión y no las consume. Además del alcohol».

En cuanto al contexto en el que se producen los delitos contra las personas, principalmente los de lesiones, Moreno asegura que detrás de ellos hay «mucha pelea, donde salen navajas y otras armas blancas, y vasos o botellas de cristal, con los que se realizan cortes». También hay dos presos por asesinato que cometieron el delito en el contexto de una noche de fiesta. En este sentido, el consejero de Seguridad Josu Erkoreka ha reconocido que «ahora la gente porta armas blancas, las exhibe, las saca y las utilizan en algunos casos. Esto llama la atención» y es una realidad «que no era habitual en un pasado reciente». El año pasado se cometieron en Euskadi 650 delitos con arma blanca, la mayoría son robos con violencia e intimidación (unos 350), mientras que unos 150 fueron lesiones provocadas con ese tipo de armas. Además, se incautaron 1.070 armas blancas peligrosas, solo por parte de la Ertzaintza. La Guardia Municipal de Donostia interpuso 300 sanciones a la Ley de Seguridad Ciudadana por esta causa.

Primera vez en prisión

La mayoría de esos delitos e infracciones no terminan con sus responsables en prisión. Solo en los casos graves (generalmente homicidios, asesinatos) se dicta la prisión preventiva, para la cual se deben cumplir unos requisitos muy concretos, como que exista riesgo de fuga o de destrucción de pruebas por parte del inculpado. En este sentido, voces críticas de diferentes instituciones, desde policías a ayuntamientos, han criticado que para muchos jóvenes que usan armas blancas los juzgados son espacios de entrada y salida, y por ello acumulan detenciones, para la «desmoralización» de los agentes de la Ertzaintza y las Policías Locales. «Es un debate permanente, que se repite con frecuencia, y aquí tienen que confluir no solo policías, sino también jueces y legisladores, porque la clave, en última instancia, está en el legislador», indicó Erkoreka, quien cree que, «si el legislador configura la prisión provisional de otra manera y habilita con la intensidad a los jueces para dictar más resoluciones de prisión provisional, seguramente los jueces, en ese marco normativo, dictarán resoluciones más favorables».

Marian Moreno asegura que la gran mayoría de los presos de Martutene con delitos contra las personas «son primarios», es la primera vez que están en la cárcel, «aunque eso no significa que no tengan antecedentes policiales». En el caso de los delitos de lesiones, de los 40 presos 23 son primarios. En cuanto a la reincidencia por estos delitos, la directora del penal señala que la vincula más al contexto actual. «Tenemos chavales que antes se dedicaban a robar y que ahora entran por delitos contra las personas», explica.

Los traslados de presos conflictivos, en mínimos

Las exportaciones de internos a penales de otras comunidades se han reducido al mínimo desde que Euskadi asumió la gestión de las prisiones en 2021a. s. j. san sebastián. En octubre de 2021, cuando el Gobierno Vasco asumió la gestión de las prisiones de Martutene, Zaballa y Basauri, la cárcel donostiarra era «de perfil bajo», en palabras de su directora. La convivencia entre los internos era pacífica, apenas se producían altercados y el respeto a los funcionarios que trabajaban en la misma era total. Para no romper esa armonía, cuando ingresaba un preso conflictivo, de perfil violento o que pudiera tener algún tipo de enemistad con otros presos, era inmediatamente trasladado a otro penal, generalmente de otra Comunidad Autónoma. Sin embargo, desde que el Gobierno central aprobó la transferencia de la gestión de prisiones a Euskadi, esos traslados se han reducido al mínimo, ya que ahora la vasca es una administración independiente del resto. Eso provoca que los movimientos se produzcan tan solo entre las tres cárceles vascas. «Los más conflictivos los enviamos a Vitoria, que es un centro con más contención, pero los que generan problemas allí también los trasladan a Martutene», explica Marian Moreno. En algunos casos, contados, salen de Euskadi presos que no tienen «arraigo ni vinculación» en el territorio. En consecuencia, ha aumentado considerablemente el número de presos en las prisiones vascas, tal y como reconoció la consejera de Justicia, Beatriz Artolazabal, y por tanto también la conflictividad dentro de la prisión. Las faltas de respeto a la autoridad y los altercados entre presos son habituales, por ese nuevo perfil de jóvenes policonsumidores de drogas que cometen delitos violentos y que tienen una gran impulsividad.

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