Borrar

Testigo de hierro

Plaza de Gipuzkoa ·

Jueves, 11 de noviembre 2021, 06:46

En los montes de Gallarta, Carmelo Uriarte se asoma a un cráter ancho y profundo como la desmemoria. La boca mide 700 metros por 400, el fondo queda a 180. «Aquí estaba mi pueblo», dice con 90 años, mirada seria, manos de minero veterano, boina ... ladeada a la izquierda, sangre saturada de hierro. «Pero aquí dónde, Carmelo». «Pues aquí. Donde ahora ves este agujero, antes estaba el pueblo viejo de Gallarta. Descubrieron un filón de hierro y empezaron a derribar las casas». Durante treinta años esto fue el ombligo del infierno, de aquí salían explosiones, polvaredas, rugidos de motores, estruendos de máquinas, gritos y juramentos. Ahora solo se oye su voz: «La vida en la mina era muy jodida, pero era nuestra vida». Él empezó a los 13. Llevaba una patata y dos sardinas al tajo, con eso comían él y su madre.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Testigo de hierro