La vacuna es una inyección de esperanza, el más preciado regalo navideño y el mejor propósito para el recién estrenado año. Desde la perspectiva médica, su eficacia y seguridad no ofrecen duda. El beneficio excede con creces el riesgo. Como con otras vacunas, habrá algún ... efecto adverso porque su objetivo es que el sistema inmunitario reaccione. La reacción será suave y pasará desapercibida o con leves síntomas, pero muy, muy ocasionalmente será más intensa y seria. Hay aspectos no relacionados con la seguridad, como la duración de la inmunidad, que solo el tiempo puede aclarar.

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¿Cómo será la vida tras la vacunación? Hay ganas y prisa por recuperar la normalidad. No obstante, conviene aclarar que la vacuna es el principio del fin, no el fin. Todo depende de si se alcanza el efecto rebaño que implica vacunar al 70% de la población. El ministro de Sanidad anunció que en verano se logrará este hito y que volverá la vieja normalidad. ¿Se precipitó? Cerca de un tercio de la población declara que no tiene intención de vacunarse (una buena comunicación mejoraría la cifra) y hay quien no podrá ser vacunado por tener contraindicaciones o quien, a pesar de vacunarse, no desarrollará suficiente inmunidad. Si fuese así y no se obtuviera el efecto rebaño, se abren varios escenarios. Uno es que la vacunación se considere obligatoria. Los defensores a ultranza de la libertad individual se revuelven y argumentan que la libertad es un derecho inalienable. Cierto, pero también es verdad que un derecho termina cuando su ejercicio colisiona con otro superior, en este caso la vida de la gente, el primer y único derecho que no admite duda ni límite. La decisión de no vacunarse tiene además una dimensión moral pues alterará la convivencia armoniosa. ¿Cómo reaccionar ante un vecino que no quiso vacunarse? ¿Dónde debe ser atendido si enferma? ¿Debe suscribir un seguro ad hoc?

¿Cómo será la vida tras la vacunación? ¿Volverá la vieja normalidad? ¿Se precipitó el Ministro?

Es probable que en unos meses haya dos grupos de personas: las inmunizadas y las no inmunizadas

Si no se quiere decretar la obligatoriedad que llevaría implícito un castigo a quien se negara, hay poco margen de maniobra. Podría premiarse a quien aceptara vacunarse o a quien queriendo, no pudiera hacerlo, pero esto no evitaría terminar en una realidad con personas inmunizadas y no inmunizadas. Los profesores De Beriain y Rueda la analizaban hace pocas semanas. A medida que aumente la vacunación, se incrementará la presión social para volver a la normalidad (El ministro abrió la veda). Los vacunados no verán la necesidad de respetar restricciones (reducir aforos, guardar distancias o usar mascarillas) y la economía demandará recuperar el pulso. Se culpabilizará a quienes no son inmunes por negarse a la vacunación, pero ¿y quienes no han podido? Este grupo, vulnerable a la par que contagioso, debe ser protegido. ¿Entonces? Más que continuar con restricciones, los autores proponen introducir certificados de no infectividad, los denostados pasaportes de inmunidad. Como en Asia pero en papel, cosas de la digitalización (Zigor Aldama, corresponsal en China de DV, invitaba a fijarse más en Asia). Habrá un carné COVID que servirá para acceder a espacios compartidos (transporte, espectáculos, comercio, restaurantes, hospitales o residencias). Andalucía ya lo ha anunciado. Las personas no inmunizadas mantendrán vigente su carné con test periódicos de no infectividad (PCR u otro), que serán subvencionados para quienes no puedan ser vacunadas y costeados de su bolsillo por los que se nieguen (Veremos la fortaleza de sus convicciones). Así se podrá combinar una reapertura general con una garantía de seguridad razonable. ¿Y retornar a la normalidad y, a la vez, proteger a los individuos vulnerables, no inmunes? Es una alternativa arriesgada ya que costaría un cierto número de víctimas al año (como la gripe) y generaría división social por aislar a este colectivo y protestas por interpretarse como obligatoriedad encubierta. Ojalá que en esta ocasión se abra un debate ciudadano sosegado, moderado por opiniones expertas que diluyan la desconfianza que algunos crean y tanto alegran a los negacionistas. Debemos llegar al efecto rebaño. Es el reto.

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