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Leche de soja, de avellana o de arroz. Tofu y seitán, quinoa o copos de avena. Cada vez son más los guipuzcoanos que llenan el ... carro de la compra con este tipo de productos, como alternativa, en muchas ocasiones, a las proteínas de origen animal. Puede parecer que la dieta vegana es una moda, pero lo cierto es que el número de 'veggies' -quienes llevan una alimentación totalmente vegetal- ha aumentado considerablemente en un año, y la tendencia es al alza. Es más, la publicación semanal 'The Economist' ha bautizado 2019 como 'el año vegano'. Muchos de quienes siguen este tipo de alimentación aseguran sentirse «mejor» tras eliminar de su vida la carne, el pescado y «cualquier alimento que derive de la explotación animal», como los lácteos, los huevos o la miel.
Sin ir más lejos, en Gipuzkoa, si se extrapola el porcentaje estatal, casi 4.000 personas siguen este estilo de vida y en Donostia, en torno a un millar. En 2017 estas cifras se veían reducidas a la mitad. En el total del territorio había alrededor de 1.500 veganos y en la capital menos de cuatrocientos. Según recoge la consultora de innovación Lantern en su último informe de 'The Green Revolution', publicado este mismo año, «el mundo de los 'veggies' ha evolucionado con rapidez en estos años, especialmente en el mercado de la alimentación, que busca dar respuesta a sus necesidades». Si además de a los veganos, se tiene en cuenta a los vegetarianos y flexitarianos -estos últimos consumen carne o pescado en ocasiones muy concretas-, los datos crecen: más de 72.000 guipuzcoanos y 20.000 donostiarras priorizan los productos vegetales en sus comidas.
Amets, Oiartzun
La bandera del bienestar animal ondea cada vez más alto en el discurso vegano. Este es uno de los principales motivos que anima a la mayoría a dar el paso de eliminar totalmente los productos de origen animal de su dieta, como le ocurrió a la errenteriarra Itziar Bandrés, que «desde muy pequeña» tenía claro que «no quería comer animales. Para mí era horrible». Entender esa postura en una familia «que siempre ha hecho vida de caserío» era complicado, por lo que Itziar se sentía «obligada» a comer «un poco» de carne en vez de las ensaladas de aguacate con zanahoria que tanto le gustaban. Hasta los 18 años, cuando se fue a estudiar a Bilbao y vio el momento de hacerse vegetariana.
En un intento de dejar de lado la carne y el pescado, Itziar empezó a tener algo de anemia. Y subraya, en tono serio, que «es importante saber cómo empezar una dieta vegetariana o vegana, ir al nutricionista e informarse, aunque cualquiera puede tener carencias nutricionales». Tras estudiar macrobiótica «o cocina energética» durante tres años, encontró el equilibrio. Comenzó a ser vegana «a conciencia». Y desde entonces no ha vuelto a tener un problema relacionado con las vitaminas o los suplementos alimenticios. Lleva treinta años sin probar apenas nada procedente de los animales, «solo pescado al principio, y estoy viva», matiza tras soltar una carcajada. Ninguna de sus dos hijas prueba la carne y solo la mayor come pescado, y lo hacen «por voluntad propia».
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En cualquier caso, a Itziar ser vegana le hace «feliz». Asegura que actúa en consecuencia con lo que piensa y no pasa «ninguna envidia» cuando ve a otros morder un trozo de chuletón. «Como de todo, pero sin comerme a nadie», sentencia. Si bien comenzó en esta andadura porque no le parecía ético «matar animales para luego comerlos», apunta que llevar una dieta equilibrada -«sobre todo, con un bajo consumo de carne»- es saludable. Pero ser vegana no significa comer solo verduras. En muchas ocasiones, Itziar se ha encontrado con problemas para comer fuera de casa: «No saben qué ponerte y te preparan una ensalada con cebolla, lechuga y tomate. Es bastante triste porque a la media hora ya tienes hambre». Por eso, ella siempre viaja con un tupper de arroz integral hervido para acompañar la verdura en caso de necesitarlo.
Que a quienes no comen nada de origen animal les resulta más complicado salir a comer o cenar fuera de casa es evidente, pero «cada vez hay más restaurantes vegetarianos y con opciones veganas en Donostia», coinciden Itziar y su colega Amets Jordán. Una de esas alternativas es la cooperativa Labore, con establecimiento en Oiartzun. Es precisamente aquí donde Amets hace la compra semanal.
Desde Labore Oarso Kontsumo Elkartea destacan que «cada vez la gente cuida más lo que come. Hay muchos que aun no siendo veganos ni vegetarianos han introducido productos pensados en un principio para aquellos en su dieta». Por eso, cada vez tienen más cereales, verduras u hortalizas a disposición de sus clientes. De todos modos, aclaran que en su momento hicieron un cambio para los veganos que, como Amets, acostumbran a comprar en su tienda: «Separamos las hamburguesas vegetarianas y veganas de la carnes, de modo que en estos momentos si no deseas consumir nada de origen animal no tienes que pasar por el frigorífico donde se encuentra la carne».
Amets, oiartzuarra de 28 años, lleva apenas doce meses siguiendo una dieta vegana. A la hora de ir a comer fuera él solo pide «un primero que sea verdura y un segundo de legumbres. Tofu sería mucho pedir». En este sentido, en muchas ocasiones «para salir del apuro comes cualquier cosa, como un bocadillo de patatas fritas y verdura para llenarte». Si bien la oferta es amplia a la hora de disfrutar de una comida diferente en una ocasión especial, Amets considera que los restaurantes actuales todavía «no están preparados para albergar comensales veganos a diario. La dieta no sería completa».
«Todavía queda mucho por hacer», pero España se sitúa ya en el top cinco global de países en lanzamiento de productos veganos. Hasta el momento, según recoge el último estudio de 'The Green Evolution', son 2.500 los artículos fabricados en el Estado que cuentan con el certificado europeo V-Label, que acredita la procedencia no animal de los mismos.
Itziar, Errenteria
Aunque Amets siempre ha tenido «mucha conciencia» respecto a la alimentación y al consumo de productos locales o de kilómetro cero, no logró deshacerse de los «prejuicios» que tenía sobre «la necesidad del consumo de carne» hasta que recorrió Escocia durante siete largos meses. Allí conoció a mucha gente involucrada en el tema: «¿Por qué usamos otros animales para nuestro capricho?», se pregunta.
Itziar y Amets son un ejemplo de lo que el estudio de Lantern describe como veganos que «defienden su dieta por respeto a los animales y por la sostenibilidad», pese a que la salud es otro de los motivos principales. Ante todo, subraya Amets, esto es «un posicionamiento ético de no querer participar en la explotación de animales», pero también tiene mucho que ver «con cuidar el planeta en general. Gran parte de la deforestación del Amazonas se debe al cultivo de piensos o el transporte de mercancías». Por eso, defiende que «decidir en lo que gastamos nuestro dinero es un acto político».
Si cada vez hay más personas veganas y vegetarianas, también hay más niños que siguen este tipo de dietas. Las familias que evitan consumir productos de procedencia animal piden a los colegios que incluyan alternativas que cumplan las características de las dietas de todos sus alumnos, también de aquellos que no comen carne, pescado o huevos y lácteos. Es el caso de la errenteriarra Noelia Estraviz, madre de dos niñas veganas en edad escolar, que a través de la plataforma 'Change.org' pide al Gobierno Vasco que «la opción vegana/vegetariana esté presente en todos los comedores de todos los centros educativos del País Vasco».
A raíz de la lucha de una familia vitoriana, en Euskadi, desde 2012, todas las escuelas públicas ofrecen la opción de un menú vegetariano para sus alumnos, pero Estraviz, que también ha elevado una petición en Irekia, la plataforma de participación ciudadana del Gobierno Vasco, quiere que esta alternativa se extienda a los centros concertados, como la ikastola donde estudian sus hijas. En sus palabras, lo que sufren este tipo de familias es «una discriminación flagrante, porque sabemos positivamente que en los comedores de las escuelas se respeta el menú musulmán, sin embargo, aunque la razón de comer diferente por una cuestión religiosa se contemple se niega sistemáticamente que se aludan razones éticas para ellos igualmente respetables».
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