Una veintena de jóvenes sin hogar reciben ayuda de los servicios forales

El servicio especializado foral de acompañamiento comarcal, también conocido como SEFAC, es un proyecto ambulatorio destinado a personas en situación de exclusión social que busca brindar apoyos en su entorno natural. Esto es, se centra en facilitar la integración y autonomía de los usuarios a través de intervenciones que fomentan la creación de lazos de confianza y refuerzan la participación social, explican fuentes del área que dirige Peña. Una de las grandes dificultades a las que se enfrentan las personas sin hogar tiene que ver con la falta de apoyos o amistades. De ahí que estas intervenciones se realicen en el entorno diario de la persona, con el objetivo de minimizar la intensidad de la exclusión social y fomentar la mejora de su calidad de vida.

Este servicio, que se encuentra enmarcado en la II Estrategia Vasca contra la Exclusión Residencial, opera bajo dos niveles de intervención. El primero «se enfoca en el acompañamiento social de personas en situación de calle o en condiciones de exclusión residencial, actuando como un puente para el acceso a servicios sociales y comunitarios». Esta fase incluye la detección de necesidades, la aproximación y el seguimiento de las personas en su entorno habitual, con un proceso que puede dividirse en varias etapas: observación, toma de contacto, acompañamiento y cierre.

El segundo nivel de intervención «se activa en casos donde la persona, ya con acceso reconocido a servicios de la red foral de alojamiento o centros de día, se encuentra en lista de espera para recibir atención y requiere de apoyos preliminares». Este enfoque, explican desde el departamento de Cuidados y Políticas Sociales, permite asegurar una continuidad de la atención y prepara a los usuarios para procesos de inclusión a largo plazo.

SEFAC también cumple una función complementaria de apoyo a los servicios sociales municipales, fortaleciendo su labor mediante la colaboración y coordinación entre distintas administraciones. La atención se adapta a las necesidades de cada persona, con una media de dos horas semanales de apoyo, pero puede ajustarse en función de la situación y requerimientos específicos de cada caso.