Al arqueólogo Xurxo Ayán le intrigaba una historia de Cereixa, su aldea natal, en Lugo: la imagen de san Lorenzo se escapaba de la iglesia y reaparecía siempre en lo alto de una colina. Los viejos contaban que aquella era la colina de los mouros, ... los habitantes primitivos de Galicia, que siguen viviendo bajo tierra y guardan tesoros. Al excavarla, Ayán y sus colegas encontraron un poblado de la Edad de Hierro, 65 tumbas medievales y restos de la ermita a la que volvía san Lorenzo: era el origen milenario de esta comunidad rural, desaparecido del paisaje pero conservado en las leyendas.
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Ayán combina la prospección geofísica con las canciones de las ancianas, la ciencia con el mito, en lo que llama arqueología comunitaria. Su siguiente campaña no la decidió el ministerio, ni la Xunta ni la universidad: una asamblea de vecinos señaló el paraje de Os Conventos, en Vilachá, en una ladera aterrazada para cultivar viñedos sobre el cañón del río Sil. Los arqueólogos hallaron sepulturas del siglo X, un pequeño monasterio reconvertido en gran factoría vinícola, evidencias de una colonización de monjes apoyados por la Corona que arrebataron las tierras a los campesinos y los sometieron a un dominio feudal. Eso cantaban las ancianas, leyendas de frailes poderosos y paisanos encarcelados, la historia negra que no aparece en las promociones de la Ribeira Sacra como parque temático. Los escaparates turísticos son muy eficaces tapando la verdad.
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