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Domingo, 23 de febrero 2020, 11:12
El vertedero al que apodaban «el agujero» comenzó a funcionar en 2011. En los seis años siguientes a su puesta en marcha facturó la abultada cantidad de 30 millones de euros y logró un beneficio de 7,8. La actividad fue muy rentable desde el ... principio y el balance mejoraba. 2017, el último año del que existen cuentas –fueron presentadas el pasado año– fue muy satisfactorio para los gestores, que pasaron de facturar 3 millones durante su primer año completo de actividad a ingresar 7,23. Una media de 20.000 euros por cada día. La empresa acumulaba 19,3 millones en activos, de los que 9,8 se correspondían con inmovilizado material. Sumaba otros 3,5 en efectivo y 2,6 en deudas pendientes de cobro. El beneficio declarado se disparó hasta los 1,7 millones, cuando la plantilla era solo de seis empleados. Ese año, los inspectores que visitaron las instalaciones no detectaron nada anormal. Y aunque se desconoce el balance del 2018 y 2019, cuando la escombrera registró una actividad frenética, sumando más de 500.000 toneladas de residuos enterrados al año, todo indica que los dueños del vertedero hicieron más caja. De hecho, los inspectores anotaron en verano 23 incumplimientos, entre ellos el acopio de materiales no autorizados. Estaba ya tan al límite que a este ritmo se iba a colmatar en 2022, cuando se le preveía una vida útil de 35 años, hasta el 2046.
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