
Su presencia en los montes y bosques de Gipuzkoa es «muy habitual» pero, a pesar de su mala fama, no se trata de un animal ... peligroso. Así lo asegura Carlos Cabido, herpetólogo de Aranzadi, tras el hallazgo esta semana de una víbora de Seoane en el jardín de una casa ubicada en la zona de hospitales en San Sebastián. «Hay muchas, sí. Sin embargo son poco venenosas y muy poco agresivas», tranquiliza. De hecho, la también denominada víbora cantábrica o Vipera seoanei -según su nombre científico- se caracteriza por ser un animal «tranquilo» que suele moverse muy poco de su zona de confort. De ahí que cuando se deja ver en espacios urbanos se convierta en todo un acontecimiento, eso sí, con más expectación que épica: el ofidio que se encontró el miércoles en Donostia, tal como publicó la web de El Diario Vasco, «se recogió en un cubo y se liberó en el monte de al lado de la casa».
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No todos los encuentros entre serpientes y humanos acaban tan bien.... para el ofidio. Según lamenta el experto, «muchas personas los matan. Es curioso porque hay gente que se considera amante de la naturaleza y que, sin embargo, si se encuentra una serpiente, acaba con ella». Ojo, porque se trata de una práctica sancionable. «Si uno ve una víbora en la ciudad, lo que debe hacer es llamar a la Guardia Municipal».
A pesar de su aspecto intimidante, Cabido insiste en que en Gipuzkoa suele ser casi anecdótico que una víbora muerda a una persona, incluso en el monte. «Si lo hace, muchas veces la mordedura puede ser seca, es decir, sin veneno, o con una cantidad muy pequeña de él. Hay que saber que para estas serpientes el veneno es algo valioso que necesitan para atrapar a sus presas». En este sentido, explica que «se suele confundir venenoso con mortal y no son sinónimos. Avispas y abejas poseen veneno y no representan riesgo vital alguno salvo que se sea alérgico. Esto ocurre con la víbora cantábrica, que es venenosa pero su mordedura raramente pone en riesgo la vida de una persona si no se es alérgico a la ponzoña».
La realidad es que en Gipuzkoa la víbora de Seoane es abundante, pero también es cierto que la mayoría de los ofidios son culebras. «Las pequeñas coronellas austríacas, completamente inofensivas, son las más numerosas», instruye el herpetólogo de Aranzadi. «Entre las culebras más grandes se pueden observar la de Esculapio - Zamenis longissimus- ligada a ambientes boscosos y capaz de trepar a pequeños árboles, y la verde y amarilla -Hierophis viridiflavus-, incluida en el catálogo vasco de especies amenazadas. En lo relativo a las de agua, se observan dos especies, ambas del género natrix: la culebra de collar -Natrix astreptophora- y la culebra viperina -Natrix maura-, que es la que siempre se ve en las charcas. Se la conoce como viperina porque su patrón de coloración recuerda al de las víboras».
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El inventario se amplía si se tiene en cuenta el conjunto de Euskadi. A las víboras se suman la hocicuda o Vipera latastei, y la aspid o Vipera aspis. En cuanto a las culebras, se pueden encontrar en zonas colindantes con Gipuzkoa la culebra de escalera (Zamenis scalaris) - la reconocible culebra bastarda (Malpolon mospessulanus) y la Coronella girondica.
No se tienen datos pero, en opinión de Carlos Cabido, el denominado 'confinamiento duro' no parece haber provocado una variación significativa ni en el tipo ni en la cantidad de este tipo de reptiles en Gipuzkoa. «Es difícil de cuantificar, pero el encierro en las casas arrancó en marzo y en esa época están poco activas, es difícil por tanto que haya tenido un impacto determinante. No hemos notado nada llamativo».
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Aún así, con tantas especies parecidas a ojos no expertos, la pregunta del millón es ¿cómo diferenciar un ejemplar venenoso de otro que no lo es? No es una cuestión baladí, en cuanto a que, explica Cabido, hay culebras especialmente hábiles en el arte del engaño, como la ya citada viperina. «Sisea como las víboras, simula ataques... todo falso porque las culebras de agua nunca muerden, golpean con la boca cerrada. Lo hacen para tratar de amedrentar a su enemigo, en ocasiones un humano».
- La sabiduría popular apunta a que la forma triangular de la cabeza indicaría que se está ante una víbora. ¿Es cierto?
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- No exactamente. Una culebra que se siente amenazada aplana la cabeza y, al hacerlo, adopta una forma puntiaguda. Sí hay diferencias en las escamas de esta zona, más grandes en el caso de las culebras, pero es difícil de apreciar para un ojo poco entrenado. El rasgo que definitivamente permite distinguir a una víbora es que su pupila es vertical, mientras la de la culebra es circular.
Con el objetivo de mejorar la percepción hacia estos animales y de ayudar a la ciudadanía a disfrutar de las serpientes, Aranzadi ha puesto en marcha en redes sociales la campaña #sugebizi, que consiste en fotografiarlas y compartir la imagen a través de dicho hashtag, incluyendo las coordenadas del lugar donde se avistó al ejemplar. Es lo que hizo Mikel Pérez, el usuario que el pasado miércoles publicó la instantánea de la víbora de Seoane de unos 30 centímetros en el jardín de la vivienda de la zona de hospitales de San Sebastián.
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