![«Vienen décadas complicadas por la jubilación de los 'baby boom'»](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/03/11/viejooos-kzYC--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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El reto demográfico por la crisis de natalidad y el envejecimiento de la población se han convertido en prioridad en Euskadi, más aún cuando la numerosa generación del 'baby boom' está a las puertas de jubilarse. El secretario general de Transición social y Agenda 2030 ... del Gobierno Vasco, Jonan Fernández, reconoce que vienen décadas «complicadas» en las que habrá un déficit de profesionales en todos los sectores y en las que «necesitaremos a la población inmigrante». La ayuda por hijo que entró en vigor el 1 de marzo o la que se aprobará el año que viene para la emancipación de los jóvenes, sumadas a otras ya en marcha, pretenden contribuir al aumento de la natalidad, pero no son «milagrosas». Además, en un futuro cercano la amplia población de personas mayores exigirá más inversión en cuidados, pero Fernández reconoce que «no hay» recursos económicos para todo y advierte de que el papel de la Administración pública «no es resolver todos los problemas, sino reducir los obstáculos y ampliar las oportunidades».
– La crisis demográfica es una de las prioridades del Gobierno Vasco para los próximos años. ¿Qué previsiones tienen de envejecimiento de la población?
– Viene una etapa complicada porque toda la generación del 'baby boom', que somos muchos, va a entrar en edad de jubilación, y en los próximos 20-30 años el desequilibrio demográfico va a ser muy evidente. Es un problema que afecta a todo Europa, aunque a Italia, España y Euskadi con especial intensidad.
– ¿Con qué consecuencias?
– Se va a notar en muchos ámbitos, como en el descenso de las matrículas de los centros educativos o el sostenimiento de las políticas sociales al haber menos cotizantes. La reposición de mano de obra en el mercado laboral es una preocupación reciente y empieza a ser patente un déficit de profesionales en casi todos los ámbitos, por lo que va a ser un campo de actuación prioritario.
– ¿Qué papel juega la población inmigrante en este caso?
– Les vamos a necesitar. Hasta hace unos años hemos exhibido unos argumentos solidarios y humanitarios en relación con la migración, y ahora a todo eso tenemos que añadirle un argumento de necesidad 'egoísta'. Vamos a necesitar la contribución de personas migrantes en cualquier ámbito del mercado laboral. Para ello hay que generar políticas de atracción de la migración y de talento, aunque tenemos un handicap porque no tenemos capacidad de gestionar permisos de trabajo o de residencia. Se han conseguido mejoras, como con los menores extranjeros no acompañados, que ahora una vez tienen 18 años hay posibilidad de regularizar su situación, pero hay mucho por hacer.
– Uno de los principales retos es aumentar la natalidad. ¿Cómo se convence a una persona de que tenga hijos si la mitad del salario va al alquiler o a la hipoteca, si paga más por la cesta de la compra, la luz y el gas, si su jornada laboral apenas le deja tiempo personal...?
– El diagnóstico es claro: la inseguridad en el trabajo, la temporalidad, la insuficiencia de los salarios y la carestía e insuficiencia de vivienda son factores claves que dificultan los procesos de emancipación y de construcción de familia, y ahí estamos interviniendo. El papel de las instituciones no es convencer, sino ayudar a crear condiciones para que quien quiera desarrollar proyectos de maternidad o paternidad lo pueda hacer. Eso obliga a intervenir en varios ámbitos, en el empleo, la vivienda, la renta...
– El 1 de marzo entró en vigor la ayuda de 200 euros por hijo. ¿Creen que puede contribuir a aumentar la natalidad o dada la situación económica actual solo servirá como un pequeño alivio para las familias?
– Las encuestas reflejan que los vascos tienen menos hijos de los que desearían y más tarde de lo que desearían. La filosofía es crear condiciones favorables para que puedan tener los hijos que desean cuando desean sin que estén excesivamente limitados por las condiciones materiales. Esta ayuda es una contribución y estamos ya por encima de las 20.000 solicitudes.
– ¿Es una prestación permanente o temporal?
– Es indefinida. La problemática demográfica no se puede abordar en plazos cortos, sino en décadas y generaciones. Tiene proyección a medio largo plazo, y está planteada no como una medida aislada que va a producir efectos milagrosos en la demografía, sino como parte de un ecosistema de medidas que tienen que contribuir a lo largo del tiempo a cambiar la situación.
– ¿Qué otras medidas?
– Están las medidas de conciliación familiar que ya están implantadas en Euskadi, si bien pueden extenderse más en el ámbito de la empresa privada, como las bajas de maternidad y paternidad. A partir de septiembre se implantará la gratuidad de las haurreskolas de 0 a 2 años. También están las deducciones fiscales por hijo que tienen establecidas las Diputaciones; y en 2024 implantaremos las ayudas a la emancipación. Una sola medida no es una fórmula mágica pero sí tenemos confianza en que la suma de ellas contribuya a un cambio de tendencia.
– Un problema añadido es el aumento de jóvenes vascos que no quieren tener hijos.
– Creo que es un 10% el que declara que no tiene previsto tener hijos. Hay que respetarlo porque forma parte de la libertad de elección de cada persona. Como ocurre con el retraso en la edad de tener descendencia, es algo que está relacionado con un cambio cultural y de mentalidad que está provocado por factores positivos, como la igualdad, el sentido de autodeterminación de las personas para hacer su proyecto de vida en libertad, la incorporación de las mujeres a todos los sectores profesionales y de a vida pública y social... Son factores que generan un contexto diferente que hace que entren en juego otros valores que hace unas décadas no eran importantes.
– Ha mencionado la ayuda a la emancipación como forma de contribuir a un aumento de la natalidad. ¿Cómo?
– Lo normal observando los modelos europeos es que los jóvenes se emancipen más cerca de los 25 que de los 30. Pero, en general, lo hacen después de los 30, y eso provoca un retraso en la construcción del proyecto de familia y, a su vez, en la primera maternidad. Y en ocasiones causa que solo se tenga un hijo.
– Es una prestación de 300 euros al mes para emanciparse pero no está destinada a la vivienda. ¿Puede explicarlo?
– La ayuda para vivienda se da a través del programa Gaztelagun. Esta ayuda a la emancipación está focalizada en personas de 25 a 29 años, que es cuando hemos identificado que hay un número muy importante de jóvenes que tienen trabajo pero no les alcanza para irse de casa. Pretendemos otorgar una ayuda que sumada a su salario les permita dar el paso de salir del hogar familiar. Pero no condicionamos la ayuda a que justifiquen que la gastan en vivienda, la pueden destinar a la compra, a formación o lo que consideren oportuno. Aunque sí tienen que demostrar que están viviendo de alquiler o en propiedad.
– La sociedad vasca va a envejecer aún más en las próximas décadas. ¿Cuál va a ser el modelo de cuidados para las personas mayores?
– Vamos hacia un modelo mucho más personalizado y que se distancia del concepto de tercera edad, que plantea que hay edades de personas mayores, diferentes etapas que tienen formas de vivir que no se pueden uniformizar. Siempre considerando que las personas mayores tienen derecho a autodeterminarse en la edad que sea y que se deben crear condiciones para el desarrollo pleno de sus capacidades en cada etapa. Afortunadamente no partimos de cero, venimos de un trabajo de años realizado por las instituciones vascas y el tercer sector.
– Ayudas a la emancipación, a la maternidad, más recursos para los mayores... ¿Hay dinero para todo?
– No. Por eso a la hora de crear este tipo de prestaciones le damos muchísimas vueltas para que ayuden a las personas y sean sostenibles para la Administración. Yo estaría de acuerdo en mantener la ayuda por hijo hasta los 18 años, pero hay que administrar unos recursos que son limitados y no podemos cometer la irresponsabilidad de poner en marcha una medida que dentro de tres años resulte inviable económicamente. Además, el papel de la Aministración no puede ser el de resolver todos los problemas que tienen las personas, sino el de reducir los obstáculos y ampliar las oportunidades. Estas ayudas no son milagrosas, favorecen ambas cosas.
A Jonan Fernández le tocó la difícil tarea de coordinar el LABI, el órgano que tomó las decisiones sobre las restricciones durante la pandemia.
– Supongo que fue una etapa muy dura para usted.
– Hubo momentos en los que se hizo muy largo, muy pesado y difícil de gestionar. En los peores momentos de la pandemia, cuando se alargaba después de tantos meses, pensaba que no iba a acabar nunca. Pero teníamos la confianza de darle la vuelta a la situación. Afortunadamente, a pesar de los errores y las dificultades, respondimos razonablemente bien. Lo que me llama la atención en cómo nos olvidamos lo que pasamos, como cuando entramos en una farmacia o un ambulatorio y se nos olvida la mascarilla. Fue una experiencia para aprender mucho pero ojalá no tengamos que volver a enfrentar algo así.
– ¿Se arrepiente de algo?
– Arrepentirme no. Si volviésemos a empezar, con lo que sabemos, algunas deciones las tomaríamos antes, otras más tarde, seguro. Pero con las herramientas que teníamos hicimos lo que pudimos. Estábamos ante un fenómeno nuevo en el que no sabíamos lo que iba a ocurrir.
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