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Cada año, sobre estas fechas, decenas de especialistas salen a la palestra subrayando y haciendo especial hincapié en la importancia de cuidar nuestra piel, sobre todo, durante los largos días de julio y agosto, en los que la exposición solar se extralimita bastante más de lo aconsejable. No debemos olvidar de que la piel es el órgano más versátil del cuerpo, pero también el más delicado. Es la pieza clave de nuestra «maquinaria»: es la pared ante elementos externos como las bacterias y el aire pero, sobre todo, nos protege del calor y del frío.
La piel es un «espejo» que nos puede avisar de enfermedades internas con cambios visibles en ella, a través de modificaciones en el color o la textura. Por ello, la debemos cuidar los 365 días del año, pero fundamentalmente en verano debido a los «ataques» continuados de los rayos de sol sobre ella.
Toma nota de cinco aspectos básicos para un cuidado óptimo de la misma, a pocos días de entrar en el mes por excelencia de la temporada estival. Y es que como dice el refrán, «más vale prevenir que lamentar». Toma nota:
Cuando nos exponemos al sol, es importante aplicarnos una loción con alta protección solar por todo el cuerpo, haciendo especial hincapié en el rostro y en las extremidades del mismo. Es básica una prevención esparciendo bien la crema media hora antes de tomar sol y repitiendo dicha rutina cada dos horas. Lo mismo sucede cuando la persona realiza una actividad física bajo el sol: debe aplicarse la crema constantemente para evitar quemaduras posteriores.
Uno de los aspectos clave en la rutina diaria es la alimentación, ya que, «somos lo que comemos». Trata de ingerir alimentos que contengan alta cantidad de carotenos: zanahoria, melocotón, tomate… Estos alimentos protegerán la piel de forma natural a través de sus propias propiedades.
Otro factor muy importante es saber elegir la horas de exposición solar. El mayor número de rayos ultravioletas se concentran entre las 12:00 y las 16:00 horas. Por lo tanto, no es aconsejable tomar el sol en las horas centrales del día evitando así riesgos innecesarios.
Nos quememos o no, después de haber disfrutado de «un baño» de sol, la piel siempre se reseca y necesita una profunda rehidratación. Para ello, es aconsejable darse una ducha fresca con agua dulce templada y aplicar una crema 'aftersun' refrescante e hidratante. Este lo puedes sustituir por lociones o tratamientos caseros que también servirán para aliviar tu piel al instante. Con estos productos, conseguirás un ahorro económico, además de asegurarte una nutrición de la piel con productos totalmente naturales.
Este quinto y último consejo va más alla de un aspecto estético. El sombrero o la gorra pueden llegar a ser tus mejores aliados para la protección facial de los rayos ultravioleta. Recordemos que el rostro es una de las zonas más sensibles y vulnerables del cuerpo, en el que las consecuencias de la sobreexposición solar más se evidencian. El uso, por ejemplo, del sombrero de ala ancha es ideal para proteger, incluso, la nariz y las orejas, zonas delicadas y que a veces descuidamos.
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